martes, 1 de diciembre de 2020

Películas para ocasiones (IX): "The young offenders"

En estos tiempos que corren que mejor que ver películas que nos hagan reír y si además nos transportan hacia otros lugares y nos permiten viajar sin movernos del sillón pues mejor todavía. 

Pues bien, hoy me gustaría recomendaros una comedia irlandesa. Me encanta el humor irlandés y el carácter de los irlandeses ,optimista, siempre con sus chistes y sus canciones, no  hace falta más que darse un paseo por Temple Bar y descubrirlos en sus pubs bailando y cantando, integrándote en sus bailes y trasmitiéndote su buen rollo, siempre te recibirán con una sonrisa. 

Bueno podéis encontrar miles de películas dirigidas y rodadas en Irlanda, yo hoy os voy a hablar de "The young offenders" (traducida al español sería algo así como los jóvenes delincuentes) está dirigida por el director irlandés Peter Foott y podría ser un poco como el "Dos tontos muy tontos" irlandés. 

Basada en la mayor incautación de cocaina que ocurrió en Irlanda en el año 2007 nos narra las peripecias de dos quinceañeros de Cork para conseguir su sueño: tener mucho dinero para construirse una mansión con mayordomo ingles  y llena de bellas mujeres españolas , jejeje.

Los jóvenes Conor y Jock son fruto de una sociedad de clase media baja que se instaló en Irlanda hace mucho tiempo y que se conocen como "gitanos irlandeses" o "knackers". 

Esta "tribu" tienen su origen en los irlandeses nómadas que vivían en la isla y basaban su vida en ir de un lado para otro cometiendo pequeños delitos. Actualmente viven en viviendas sociales, y viven de ayudas que les da el Gobierno por ejemplo por tener hijos, así es muy normal los embarazos entre jóvenes adolescentes. 

Nuestros protagonistas se han criado en familias complicadas y desestructuradas . También su "look" es característico, normalmente visten con chándal, llevan cadenas y anillos y un corte de pelo característico. 

Aunque puede parecer una historia un poco triste e incluso violenta, el director retrata en esta peli todo esto pero de forma graciosa y a modo de comedia rodada al estilo "video clip" muy similar a la famosa "Snatch" de Guy Ritchie protagonizada por Brad Pitt.. 

Para conseguir su objetivo sin trabajar, se les ocurre la fantástica idea de robar unas bicicletas y recorrer 160 kms hasta la costa sur de Irlanda a robar unos fardos de cocaina que han caído a la costa procedentes de un barco.

Durante su trayecto hacia el sur, recorren lugares y paisajes espectaculares que son solo una muestra de lo que podemos encontrar en este maravilloso país. 

Y para seguir con el entretenimiento Peter Foott ha creado la serie que ya tiene tres temporadas y que se puede ver en la BBC.

Os dejo con MIA y su "Paper planes" que forma parte de la BSO de la película, que por cierto es muy interesante pudiendo encontrar "Where´s Me Jumper" del grupo irlandés de punk Sultans of Ping FC o la mítica "Praise you" de Fatboy Slim.









martes, 3 de noviembre de 2020

Noches de radio y luces

A mediados de los años 50 en el pueblo de Cayuga, Nuevo Mexico, Everett, un joven locutor de radio local, y su amiga y aprendiz de ese oficio, la adolescente Fay, se enfrentarán en la misma noche en la que se juega un importante partido del equipo de baloncesto del equipo local, a una serie de extrañas interferencias radiofónicas y testimonios de avistamientos en luces en el cielo que harán tambalearse su mundo.

Picado por la curiosidad que había despertado en mí alguna referencia que había encontrado en la red, y el aroma a "La guerra de los mundos" de Welles y a "Encuentros en la tercera fase" de Spielberg que desprendía a primera vista, me adentré en este "The vast of night". Y fue una muy buena idea.


Lo primero que vemos es como la cámara se va adentrando dentro de la proyección en un televisor de los años 50,  época en la que está ambientada la película, de un programa en la onda de los míticos "The twilight zone" o "The outer limits", y es en el momento el que estamos (literalmente) penetrando en la ficción cuando en ese momento cuando se inserta el título de la cinta. Así desde los primeros compases, y más allá del guiño/homenaje/reverencia, nos dejan claro de la manera más obvia posible, que la ficción que vamos a ver podría estar perfectamente integrada dentro de una de esas antologías. Y el realizador lo hace sin la más mínima distancia irónica ni condescendencia con los seriales que rememora, sino ensuciandose las manos y abrazando el género sin complejos (sí, te estoy mirando a tí Ari Aster....). Sin embargo, una vez que estamos dentro de la ficción, el director, en lugar de optar por una recreacion de los modos de filmación y diálogos de la época (opción totalmente lícita si está bien hecha, por otra parte), toma el camino opuesto, ya que asume las formas son de lo que podríamos llamar "moderna" o
"contemporanea". Algo que choca con la realización de aquella época, más estática y reposada, sobre todo en el caso de los seriales referenciados, que tenían más escasez de presupuesto y tiempos de rodaje que las grandes producciones para conseguir movimientos de grua y travellings más ostentosos. Aunque habrá algunos que acusen a estos movimientos de cámara de gratuitos y de ser un ejercicio de vanidad del realizador, están, a mí entender, bastante ajustados a la historia. De entrada, esa cámara pegada a los personajes ayuda a definir muy bien la geografía, y sobre todo, la distancias del pueblo en el que transcurre la acción, algo que a partir de la segunda mitad de la película tendrá gran importancia en el desarrollo de la trama y el suspense. Y por otra parte, aunque se trata de un recurso bastante extendido y asumido, la cámara, al convertirse en un personaje más, casi con voluntad propia, aumenta la sensación de acecho, de que hay algo invisible pero omnisciente.

Y el mismo sentimiento extemporáneo se da también con los diálogos: en lugar de optar por unos diálogos más naif y encorsetados de aquellos tiempos, aquí se opta por larguísimos diálogos sin una pausa, casi atropellados, que, salvando las distancias, no desentonarían en cualquiera de las producciones de Aaron Sorkin. Porque, curiosamente, aunque la película busca un impacto visual con los citados travellings, no es menos cierto que cuando la cámara tiene que dar un paso atrás y dejar que sean los diálogos los que lleven el compás y hagan avanzar la trama, se hace. Así encontramos dos larguísmos monólogos, el segundo de ellos rodado en plano medio de la actriz que lo recita, totalmente estático y sin cortes, que suponen dos puntos de inflexión en la trama. Y que tampoco son meros ejercicios de vanidad del guionista, ni un hueco homenaje a "La guerra de los mundos" de Orson Welles (la emisora de radio desde la que transmiten se llama WOTW, siglas en ingles de "War of the worlds"...), sino que engranan bien dentro de la trama, dado el tono de ambigüedad y subjetividad que sobrevuela toda la película: no hay nada más subjetivo y ambiguo que la narración que hacemos nosotros de un experiencia que no ha compartido nadie más.

Para ir cerrando, no me gustaría cerrar la entrada sin reseñar dos características de la película que merecen atención. La primera de ellas es la meritoria labor de la pareja protagonista, los para mí desconocidos, Jake Horowitz y Sierra McCormick ambos muy ajustados, pero con ella destacando aun más si cabe (es una delicia ver como maneja las clavijas de la centralita telefónica. Y por otra parte el final, único momento en el que la película recurre a unos escasos (al parecer, pese a la factura que gasta la película tanto en el trabajo de fotografía como de ambientación, costó alrededor de medio millón de euros, que será parecido a lo que costará un capítulo de "Cuentame..." ahora mismo...) pero resultones efectos especiales, que pese a todo no buscan lucimiento: más bien lo que persigue, y en mi caso lo consiguieron, es acentuar la ambigüedad de la cinta, lo que la emparenta con obras como "El carnaval de las almas".

En fín, una interesante y muy disfrutable película que merece ser rescatada entre el aluvión de estrenos que se suceden enterrandose unos a otros en las plataformas de streaming. Animarse a verla.





jueves, 22 de octubre de 2020

Bird Box, el camino hacia la maternidad.

Traducida en España como " A ciegas" y dirigida por la danesa Susanne Bier (conocida por sus películas de cine Dogma entre ellas " Te quiero para siempre") cuenta la historia de Malorie, una joven que tiene que enfrentarse a un mundo apocalíptico amenazado por una fuerza extraña o quizá criaturas invisibles (esto ya lo dejo a la imaginación de cada uno) que parece llevar a las personas al suicidio al tener los ojos al descubierto. La única manera de sobrevivir es cubrirse los ojos o ser ciego.

Película de supervivencia como muchas otras del mismo género apocalíptico .
La primera vez que la vi no la encontré muy interesante, al final la misma historia de siempre, además Sandra Bullock no es de mi devoción pero cuando la volví a ver.. sorpresa! me ha gustado más de lo que pensaba ya que las lecturas que puedo encontrar en ella son de lo más interesantes. 
Creo que  en función del momento de tu vida en el que estés una película puede trasmitirte una cosa u otra, o puedes encontrarle un significado que va más allá del mero hecho del entretenimiento. 



Malorie, mujer, sin hijos y sin ningún instinto materno, tiene que enfrentarse a un mundo nuevo ,un mundo complicado ( si se quita la venda de los ojos sabe que morirá, ya que lo que lleva al suicidio es enfrentarse de cara a unas criaturas invisibles, que parecen representar los miedos más profundos de cada uno) y por otro lado tiene que enfrentarse a la maternidad.


Malorie está embarazada y además adopta a otro bebé. Ella va desarrollando su instinto protector como madre y descubre que es capaz de todo por los niños, incluso de poner en peligro su propia vida para protegerlos . En un mundo lleno de peligros, ella les enseña a protegerse diciéndoles con firmeza lo crudo que es el mundo y lo que deben hacer si no quieren morir.


SPOILERS!!
Finalmente encuentran la caja de pájaros, ese lugar seguro dónde sabe que sus hijos podrán tener una vida plena. Además descubre el verdadero significado de ser madre . Aquí es cuando Malorie les pone nombres propios a los niños, al considerarlos de verdad sus hijos.


En cuanto a los actores y actrices, Sandra Bullock no está del todo mal aunque no llega a estar tan acertada como en "Gravity", aunque es de valorar la actuación ya que estuvo prácticamente toda la película con los ojos tapados al igual que los niños que actúan de maravilla.

El resto de personajes  creo que hacen un papel totalmente complementario a los tres protagonistas que son ellos, la familia.


Como curiosidad, se tenía previsto que al final de la peli el monstruo tomará forma al aparecer ante los ojos de Malorie. Los realizadores le pidieron al escultor Andy Bergholtz crear a este monstruo. Al parecer era algo así como un hombre verde con cara de bebé ( tenía que ver con los miedos de ella). Finalmente no se rodó la escena ya que el monstruo en vez de miedo...lo que daba era risa (( Podéis buscarlo si tenéis curiosidad, a mi personalmente no me gusta para nada)).

Como buena noticia, parece que está en desarrollo la secuela aunque todavía no se ha revelado nada oficial.






jueves, 15 de octubre de 2020

Eduardo, el joven manos de tijera

 Después de 15 años sin hacerlo, la he vuelto a ver " Eduardo Manostijeras" de Tim Burton, la que yo pensaba que era mi película favorita...ya no lo es y es que 15 años da para conocer mucho cine... 

Me gusta , me emociona, creo que marcó una época y no deja de ser una joya cinematográfica además de ser de las primeras pelis de Tim Burton y su película posiblemente más personal ( quizá él mismo se sentía un poco Eduardo) pero a veces resulta empalagosa .


La historia es genial, Eduardo (interpretada por Johnny Depp), el monstruo, el diferente, el freak, es creado por un hombre que se siente sólo ( la historia se asemeja a Frankenstein o Pinocho) con la mala suerte de morir antes de acabar a su "hijo" dejándole tijeras en vez de manos. El pobre Eduardo se queda sólo y abandonado en un mundo totalmente desconocido para él y al que tendrá que adaptarse como pueda.


Es encontrado en su castillo por una buena mujer, madre de familia y vendedora de cosméticos que decide adoptarlo en su casa de un barrio idílico de clase media y por supuesto sacarle provecho. A quien no le gustaría tener un jardinero 24 horas solo para ti y encima gratis y que además obedezca sin rechistar, o un modelo para probar pintalabios y sombras de ojos que además no se queja.... ( Eduardo pronuncia tan sólo 159 palabras en toda la película, ahí es nada!)

Bueno , pues el joven manos de tijera resulta ser agradable para las mujeres del vecindario además de ser un experto e innovador peluquero. Están encantadas con su nuevo vecino. Pero Eduardo parece no entender nada, él se deja llevar ,aún así es feliz. Al final es rechazado, que mejor que echar la culpa al pobre Eduardo que no se va a rebelar y es tan bueno que no nos va a delatar. 

Y de repente aparece  la primera emoción (humana) en el joven Eduardo, el amor. La bella Kim (interpretada por Winona Rider que está fantástica ) despierta en él amor verdadero. Un amor imposible porque él sabe que jamás podrá abrazarla pero es capaz de quererla y además de trasmitirle su cariño, de hecho Kim le va a recordar toda la vida y no volverá a ver la nieve de igual manera.



En cuanto a Johnny Depp , pues mejor imposible, era de sus primeras películas y sabe trasmitir perfectamente las emociones del personaje y encima sin hablar, la caracterización es perfecta ( fue nominada al Oscar al mejor maquillaje en 1990, una lástima que no lo ganara). Y que decir tiene que el tándem Johnny Depp y Tim Burton funciona a la perfección , a la vista está , aquí os dejo un enlace con las películas que han hecho juntos Pelis Tim Y Johnny


Como curiosidad Tim Burton se basó en el aspecto de Robert Smith ,líder de The Cure, quien a su vez
rechazó hacer la BSO de la película porque estaba enfrascado en otras historias, una pena! xxx




jueves, 27 de agosto de 2020

Cine en random (XX): "Midsommar". O a propósito del terror ¿elevado?

 

Hace no mucho, revisando por aquí la excelente “El hombre de mimbre”, comentaba que su influencia seguramente se haría notar en recientes muestras de horror folklorico como “Midsommar”, algo intuible ya con lo que se veía en el trailer y las imágenes promocionales. También comente en aquella entrada que aun no había tenido valor para verla después de la MAYÚSCULA decepción que me había supuesto esa tontería pretenciosa, aburrida y  tremendamente sobrevalorada que fue “Hereditary”. Bueno, pues finalmente a base de las recomendaciones de un amigo a la Gata (conmigo no lo intento sabiendo el poco interés que me despertaba esta propuesta…), le picó la curiosidad a la mitad de este blog y acabamos viéndola… ¿Con que resultado? Pues que si bien es menos mala que su anterior propuesta (era fácil que así fuera…), no hace más que confirmar lo que ya apuntaba aquella. Diga lo que diga Scorsese…

Tengo que reconocer que Ari Larter Aster (que es un poco como Bayona, pero con más infulas artísticas y menos oficio, o sea aun peor...) ya me despertó antipatía con la actitud condescendiente que tenía en las entrevistas en las que hablaba de su anterior película (cosa que hubiera perdonado si "Hereditary" hubiera tenido algo de interés...), en la que defendía que aquella cinta no era cine de terror, sino algo más profundo, y allá va ese temible adjetivo, elevado. Y aquí voy a extenderme/desahogarme un poco, que es un tema que tiene bastante revenido desde que se empezó a usar.

Lo primero que denota esa expresión es un desprecio por el cine de terror, como si por sí mismo no fuera capaz de mirar de igual a igual a cualquier otro género más “elevado”. Si alguien cree eso de uno de los géneros que lleva brindando obras maestras desde que el cine es cine, mal empezamos. El cine de terror es probablemente el que más se basa en el poder de la imagen en movimiento para trascender el intelecto del espectador y hacerle plantearse cosas que normalmente lleva escondidas. El buen (porque como en cualquier otro género también lo hay malo…) cine de terror se sirve del miedo y el impacto que generan lo que sale en pantalla para acceder al subconsciente de la platea y hacer que se enfrente a facetas que le son incómodas de su vida y personalidad. Vamos con unos cuantos ejemplos obvios: “La semilla del
diablo” hablaba del embarazo como situación de despersonalización y de pérdida de libertad para la mujer; “La profecía” mostraba los temores de un padre por traer al mundo a alguien que va a hacer de este un lugar peor; “La mujer pantera” expone las consecuencias de la represión y los tabúes sexuales; “¿Quién puede matar a un niño?” saca a la luz el rol al que se relegan los niños en la sociedad y las consecuencias que puede tener; “La cosa” nos enfrenta a la incertidumbre de no conocer en realidad al prójimo; “La mosca” muestra de manera descarnada la enfermedad y el deterioro físico y las consecuencias que generan en los que nos rodean; “El sexto sentido”  es una reflexión sobre la  falta de comunicación entre los miembros de una familia… Me he ido a lo obvio, pero podría seguir con unos cuantos cientos de ejemplos más. Si todo esto se ha conseguido en películas que lucían con orgullo su condición de muestras de género (es decir, que perseguían como principal objetivo el de inquietar al espectador) ¿Qué derecho tiene nadie a venir a “elevar” a un género que ha logrado todo esto?


Pese a todo, imaginemos que el terror estuviera necesitado de que subieran su nivel de trascendencia e importancia cultural. Entiendo yo que la manera de hacerlo sería la misma que aplicaron, por poner un par de ejemplos bastante aceptados, Kubrick a la ciencia ficción y Nolan al cine de superhéroes: con complejidad argumental, pero sobre todo, visual y narrativa. Y ahí es donde aparece nuestro salvador del género, Ari Larter Aster. Este hombre, al que no me cuesta nada imaginarme poniendo cara de asco al encarar el cine de terror, tiene claro como redimir un género tan necesitado de ello: por un lado va a dedicarse a introducir secuencias con movimientos de cámara muy alambicados y de cierta inspiración pictórica y tono artístico para hacer del género algo auténticamente bello; por otra parte, decide que lo que va a hacer en sus películas es un guion profundo y sorprendente y poner de fondo una relaciones interpersonales muy complejas, trabajadas y retorcidas; y por último, cuando no quede más remedio que encarar los momentos de momentos de terror, estos van a ser muy impactantes a base de un gore con vocación realista. Esa es su fórmula maestra. Y aplicando esa fórmula, ¿que es lo que ha logrado?: ni más ni menos que dos alargadísimos telefilms de sobremesa con afán esteticista e insertos gore.

Porqué entremos un poco en estos tres aspectos para ver que es lo que busca y que es lo que logra en “Midsommar”…

En lo relativo al aspecto visual, es obvio que se persigue es llamar la atención del espectador por lo elaborado de algunos momentos: se delecta en la belleza de algunos encuadres y se luce con movimientos de cámara, que, en el mejor de los casos le quedan vistosos, pero acaban deviniendo siempre en vacíos y superficiales. Además, el realizador cae en el error de creer que un movimiento elaborado va a salvar la secuencia (algo que está al alcance de muy, muy pocos realizadores…), y lo que hace más bien es hundirla, ya que alarga momentos que lo que necesitaban era concisión y brío, para no acabar en lo que se convierte finalmente, momentos aburridos que lo que hace es que el espectador se desentienda que lo que se está viendo. Y truquitos como meter caras subliminales y cosas varias, enriquecen una cinta si tiene miga, sino solo son fuegos de artificio para despistar al espectador y darle gato por liebre.

Sigamos con el guion, que es lo que me resulta, si cabe, más decepcionante en esta película. Larter Aster confunde tristeza y drama con profundidad, y hay un acúmulo de momentos trágicos y retorcidos, porque hay que recordar que eso es lo que hace una película importante y seria. Si diera como resultado un guion de hierro, como, por ejemplo, hizo Bergman en  las geniales “El séptimo sello", sobre todo "La hora del lobo" que fundía con éxito terror folklórico y reflexión existencial, pues por lo menos compensaría el esfuerzo, pero aquí no es el caso. Pese a esa supuesta profundidad, los personajes no podían ser más antipáticos (porque a uno no le da ninguna pena cuando van cayendo), e idiotas, porque sus acciones y decisiones son absurdas e incomprensibles (en las de Bergman no pasaba eso...). Aquí añadir que la pésima labor de todos los interpretes no ayuda nada, algo que tampoco es y en este director, que arrancó de la siempre excelente Toni Collete la que probablemente sea la peor actuación que yo le he visto en la ya citada “Hereditary”. Sigamos la trama, que se pretende compleja y sorpresiva, lo resulta en ningún momento: desde que llegan a la comuna, es obvio todo lo que va a ocurrir. Esta falta de recursos narrativos queda a la vista con argucias tan baratas como la del uso que hacen de las drogas, que se convierten en un deux es machina en por lo menos cuatro ocasiones, como pensando “si no como justificar que un personaje haga algo totalmente absurdo, pues le drogo y asunto arreglado…”. Y luego está la total ausencia de humor, cuando la cosa lo pedía gritos, pero claro, el humor no es “elevado”. Tonterías tan manidas como el conjuro con ingesta de vello púbico para enamorar a alguien (juro que este rumor circulaba por los corrillos de mi instituto…) solo podían mantenerse si se añadía algo de ironía al asunto… y no lo hace, y así le queda. Aquí en su día hablé de las maravillas de “Crudo”, que sin renunciar a ser una comedia negra, hacía reflexionar sobre temas serios y profundos. Y que decir de toda la filmografía de mi adorado Verhoeven, que ha hecho de la ironía y el humor negro su bandera, sin renunciar por ello ni un ápice a la reflexión. Alguien debería tomar nota de estos ejemplos para muestras de “terror elevado” venideras.

Y si el guion era lo que más me decepcionaba, lo que más me indigna como seguidor del cine de terror, es el acercamiento a las secuencias que se pretenden de género, que denotan una absoluta falta de compromiso en él. Y así le queda. Larter Aster, probablemente convencido que el terror es un mero peaje a pagar para lograr que su trabajo tenga más difusión, acomete las secuencias de tensión con una desgana absoluta, casi como con vergüenza, encargándose el mismo de castrar cualquier atisbo de tensión que pudiera generar. Vease la primera secuencia de género, la del suicidio ritual. El director hace que la secuencia dure, como mínimo, el doble de lo que debería, desactivando (posiblemente a propósito….) las posibilidades terroríficas de la escena, que quedan disueltas del todo desde los primeros compases, en los que queda claro punto por punto lo que va a suceder. Pero es que cuando ya se ha resuelto, de una manera bastante perezosa, la escena, el director hace algo que se ha convertido en una seña de identidad: incluir una serie de insertos gore, que no vienen nada a cuento con el tono marcado hasta ese momento, como queriendo demostrar que, cuando quiere, el también sabe ser intenso y transgresor. Pues esta va a ser la tónica del resto de las secuencias de género, como la desaparición de dos de los protagonistas en off, que también resuelve con dos imágenes sangrientas que se saca de la manga sin ninguna justificación. O la escena final, todo un remedo del inolvidable final de la citada “El hombre de mimbre” sin gracia ninguna, careciendo de su mala uva y su poder de transgresión. Y que conste que 

Después de esta parrafada, que hace tiempo que quería soltar, ya puedo decir que me he quedado satisfecho, algo que no me ocurrió en ningún momento viendo “Midsommar”. Si alguien quiere ver cine de terror de categoría, que recupere alguna de las películas que nombró al principio, o cualquier otro clásico (moderno o antiguo, que por aquí ya me dediqué en su día a glosar las maravillas de "It follows", que consideré la mejor película de aquel año) del género: habrá siempre en ellos más honestidad, pasión y emoción que en cualquier muestra de “terror elevado”.


domingo, 9 de agosto de 2020

Recuperando clásicos (XX): "Dersu Uzala"



A principios del pasado siglo, un grupo de soldados rusos son enviados a explorar y mapear la taiga siberiana, por entonces todavía muy desconocida. Al poco de iniciar su expedición conoceran a Dersu Uzala, un cazador trashumante, que conoce la taiga como nadie. Entre Dersu Uzala y el capitán de la expedición se establecerá una emotiva relación de amistad.

Si es que algo bueno ha traído la terrible situación que estamos viviendo, es que se están reestrenando muchas películas interesantes que varias generaciones no hemos podido disfrutar nunca en pantalla grande, lo cual, más allá de lo desdichado del motivo, es algo a celebrar.



Existe la creencia extendida de que el cine es el lugar idóneo para ver películas espectaculares, con muchos efectos especiales y paisajes vistosos, y que el resto de las películas se pueden disfrutar igual de bien en casa. No puedo estar más en desacuerdo con esa afirmación: primero porque el cine es el lugar idóneo para ver cualquier tipo de películas; y segundo por que si hay algún tipo de películas que se beneficien de las salas cinematográficas son, por una parte, la comedia y el terror (porque buscan generar sentimientos que son contagiosos, y en los que el ambiente que te rodea hace mucho), y, por otra, el cine más contemplativo o si se quiere llamar así, de arte y ensayo, ya que la inmersión y la atención que suele precisar este tipo de películas es muy difícil de alcanzar en el domicilio. Bueno pues ver "Dersu Uzala" fue una cara demostración de esto último. Esos planos fijos largos, esos silencios que terminan por contagiar al espectador la quietud que preside la película, y esa bellísima fotografía, nunca puede ser sentida por igual viendola en casa.

Yo tenía el recuerdo de haber visto esta cinta en casa con mi padre, hace probablemente más de 30 años, siendo un niño, y aunque se podía temer que un niño no iba a aguantar una película como esta, pese a haberla olvidado en gran parte, aun guardaba recuerdos de las sensaciones que me generó y de algunas de sus fascinantes imágenes. La revisión de esta película en pantalla grande ha reafirmado todas esas sensaciones de belleza, quietud y emoción, y me ha recordado todo el Cine que guarda dentro esta película.


Kurosawa siempre se ha considerado el maestro de (entre otras cosas) el uso de la climatología en el cine, (celebre es la anécdota en la que coincidió con su admirado John Ford y el del parche le dijo al japonés "-Sí que le gusta a usted la lluvia", a lo que Kurosawa respondió "Sí que ha visto usted mis película"...), y en este trabajo, que se desarrolla casi en su totalidad en la naturaleza, alcanza casi su grado máximo para elaborar un alegato ecologista libre de moralinas y paternalismos: pocas veces se ha conseguido capturar con la cámara con esta intensidad el frío, el sol, el hielo, o el viento. Pero si bien su virtuosismo con la
cámara y la iluminación estaba fuera de toda duda, en este visionado, me llamo la atención el uso que hace del sonido para transmitir esas sensaciones: el crepitar del fuego, el silbido del viento, el crujido de la nieve al ser pisada, el rumor del fluir del agua... Pocas veces he experimentado esa sensación de inmersión a través de los sonidos viendo una película.

Y no por más conocido, tampoco es menos fascinante el manejo del plano que demuestra el director. Hay en esta película varios momentos en los que la composición de planos llama la atención por su capacidad expresiva dentro de su aparente sencillez. Me viene a la mente el momento en el que, en los primeros compases de la película, mediante un alero del tejado de un tejado, Kurosawa separa en el mismo plano, por un lado, a los soldados rusos, y por otro, a Dersu Uzala y al capitán, demostrando de manera imperceptible pero a la vez elegantísima como, a pesar de compartir espacio, se encuentran en realidades completamente diferentes. Posteriormente cerca del final se repetirá esta misma técnica para demostrar otra vez separación: por
medio de una tubería que asciende por una pared de una habitación, el que esta solo en un universo aparte es ahora Dersu Uzala, totalmente alejado del capitán y su familia, incapaz de adaptarse a la ciudad, a pesar de haber sido en su hogar por sus achaques de salud. Igualmente, es reseñable el uso que hace del montaje dentro del plano, algo que entre otros reconoce haber aprendido Spielberg de Kurosawa, con secuencias contadas en un mismo plano sin necesidad de espectaculares travelling, sino cambiando fluidamente de un plano general a un
plano detalle, para volver a otro plano general y acabar en un plano medio. Hay varias de estas secuencias en la cinta, pero me parece particularmente reseñable esa en la que seguimos a la expedición avanzando por esos frondosos bosques, sencillas y directas sin que el virtuosismo que esconden detrás (hay que recordar que esta cinta tiene 45 años y entonces no había stedadycams, si no pesadas cámaras y raíles, que no quiero ni imaginar lo que tenía que costar montar en la selva...).

Todo este virtuosismo que comento, sería vacío si la película no estuviera llena de emotividad, sentimiento, un ecologismo profundo y sincero, y hasta en momentos, puntuales, humor. La última secuencia es particularmente emotiva, con Kurosawa, rescatando la imagen que cerraba "Los siete samurais", y que deja claro cual es el único destino que les espera a aquellos que viven, guiados por sus propios valores, al margen de la sociedad: cuando entran en contacto con ella, siempre es el mismo el vencido. Solo que aquí además de acabar con ellos, el progreso y la industrialización se encargan de que ni siquiera quede huella de los que han vivido en comunión con la naturaleza.
Y a pesar de que tal y como he comentado se trata de una película que tiene mucho de contemplación, hay que reconocer que cuando el director quiere crear tensión, lo hace de manera magistral, con secuencia como aquella que transcurre en el anochecer del páramo helado, o el rescate en el río, rodadas con pulso maestro, que hacen que una secuencia de dos hombres cortando hierba, se convierta en un momento de suspense.

Tengo que decir, que viendo a Dersu Uzala, el personaje que más me venía a la mente era mi favorito de la saga "Star Wars", Yoda. Ambos, no solo son la representación última de la bondad y tienen la misma actitud vital y viven como ermitaños el último tramo de su vida, sino que además son pequeños, pero esconden un inmenso potencial dentro de ellos. Lucas siempre reconoció a Kurosawa como un maestro, y a "La fortaleza escondida como una de las principales inspiraciones a la hora de concebir "La guerra de las galaxias", así que no cuesta nada atar cabos y ver al cazador como una modelo para el pequeño gran maestro Jedi de color verde. De hecho la manera que tiene Dersu Uzala de referirse a todo lo que forma la Naturaleza: el Sol, el agua, las plantas, los animales... como "gente" con voluntad y sentimientos, es fácil verlo como un precedente de la Fuerza que fluye por todo en la saga galáctica. Ahí lo dejo...

Por último una reflexión extracinematográfica a la que no me puedo resistir. Si hace 5 meses alguien me dice que voy a ver con la Gata en una sala de cine comercial una película del año 1975 ¿? soviética ¿¿?? dirigida por un japones ¿¿¿??? y con una mascarilla ¿¿¿¿????, no lo hubiera creído jamás, pero como cantaba Ruben Blades, "La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida..."


viernes, 24 de julio de 2020

Cine en random XIX: "J. Edgar"


Ultimamente tenía bastante olvidado a Clint Eastwood por ningún motivo en especial, así que hace poco he intentado remediar eso, y lo he hecho con la biografía del justamente infame creador y director del FBI durante casi 40 años, J. Edgar Hoover, realizada en 2011 con el título de "J. Edgar". Y la verdad es que me alegro bastante de haberlo hecho con esta película, que me ha parecido con, con sus irregularidades, bastante interesante, y superior a otras cintas biográficas de Eastwood que han gozado de más prédica, como, por ejemplo, "Invictus".

Eastwood ha articulado esta última etapa de su carrera, con el excepción de la magistral "Gran Torino", alrededor de fíguras reales más o menos importantes, con las que parece estar dejando como legado una radiografía de su país en base a diferentes retratos de personajes, que de una manera más o menos notoria, bien han constituido o bien son el reflejo de la realidad de su país. Y en este caso, al contrario que en otras ocasiones no optó por figuras cuasi anónimas, sino que se atrevió a narrar la biografía de uno de las personas que más condicionó la realidad norteamericana del siglo XX, desde el periodo de entreguerras hasta los años setenta. Este hombre consiguió gracias a los secretos que fue acumulando desde su posición de director del FBI, levantar y hundir gobiernos, y también lanzar como hundir carreras de periodistas, artistas y empresarios, Tanto poder y miedo logró, que a partir de su muerte, se cambió el reglamento para limitar el tiempo de mandato de los directores del Bureau para evitar que se volviera a dar la misma situación. Tan siniestro personaje, añadía además a su compleja personalidad una homosexualidad que le atormentaba, una compleja relación con su madre, y hay que reconocerlo, una capacidad de innovar la investigación criminal nunca vista, redimensionando la importancia de los registros y archivos, y lo que es más importante, estableciendo como método infalible de identificación el estudio de las huellas dactilares. Como se puede ver, un personaje con mucha miga, cuyo abordaje el director californiano acomete con bastante arrojo, sin cargar las tintas en los puntos más críticos, pero tampoco pasando de puntillas por ellos, retratandolo como el racista, anticomunista, reaccionario y megalomano que era (si alguien se queda con ganas de más, que se lea la exhaustiva y magnítica trilogía de los Angeles del gran James Ellroy...), pero mostrándolo como un ser humano a fin de cuentas.

El guión de partida me ha parecido bastante interesante, no ya tanto por la premisa de partida para rememorar su vida, que ha sido vista varias veces de una manera u otra (el que una recapitulación vital por el motivo que sea le haga rememorar su vida), sino por la capacidad que presenta de jugar con los distintos tiempos en los que transcurre la historia, y sobre todo por la reflexión que plantea sobre la memoria y la imagen que tenemos de nosotros mismos. Así, a partir de ciertas revelaciones que se producen en los últimos compases de la película, el espectador se tiene que replantear todo lo que ha visto, quedando los momentos más épicos, tanto los heroicos como los románticos, reducidos a meras fantasías de alguien con ansias de reconocimiento, e incapaz de asumir sus propios temores y equívocos. ¿Está mintiendo a todos los que le rodean? O lo que es peor, ¿Se está engañando a si mismo incapaz de reconocer su auténtica naturaleza y sus obras? Y si se engaña él ¿no se engaña a sí mismo el pueblo norteamericano con su propia Historia?

Además el guión le sirve a Eastwood para plantear una interesante estructura narrativa, en la que los flashbacks se insertan de manera súbita, pero no abrupta, buscando cierta rima narrativa y visual. Es decir, por un lado, no tenemos en todo momento, a veces sí, una voz en off que nos avise de que lo que viene en ese momento es el pasado por miedo a que el espectador se pierda. Y por otrao tenemos a Eastwood jugando a repetir situaciones en dos tiempos bien distintos para mostrar como han ido evolucionando los personajes. Pienso en  momentos que me parecieron particularmente brillantes, como la secuencia en la que los dos protagonistas suben al ascensor como ancianos, pero en cambio al salir de él se muestran en su juventud, las dos secuencias en las que están en el hipodromo, o los dos momentos en los que Hoover sale a saludar a un desfile al balcón de sus despacho. Momentos como este, me trajeron a la mente "Dos en la carretera", la obra maestra de Stanley Donen, y no solo
por la estructura, sin llegar "J. Edgar" a alcanzar la alambicada estructura de la cinta protagonizada por Audery Hepburn y Albert Finney, sino también por la narración que Eastwood hace de la evolución de las relaciones de pareja a través de los años. Porque uno de los ejes de la película es la relación amorosa (aunque se podría llegar a llamar marital) entre J. Edgar y su hombre de confianza Clyde Tolson (ambos muy bien defendidos por Di Caprio, con esa mezcla de vulnerabilidad y carisma que tan bien sabe manejar, y por Armie Hammer, respectivamente), retratada con bastante respeto y de una manera llana que huye de todo efectismo. De hecho, es la relación entre los dos la que reporta los momentos más interesantes de la película, tanto románticos (como el momento en que se conocen, o el final) como dramáticos (vease la pelea, o la crueldad que Hoover exhibe con Tolson en las que el muestra secuelas físicas de su enfermedad...)

Si bien, el reflejo de la relación de pareja funciona bastante bien (lo que no debería sorprendernos, dado la maestría que demostró Eastwood en "Los puentes de Madison", que miedo da lo que pudiera haber sido en manos de otro realizador....),  bastante peor funciona en un registro en el que el realizador ha demostrado una gran valía en múltiples ocasiones, como es el thriller: toda la trama de la resolución del secuestro no genera tensión, lo que se puede entender ya que esto no fuera probablemente el principal objetivo a la hora de concebirla, pero es que, además está, sorprendentemente mal rodada en los momentos que buscan generar suspense, quedando farragosos e ininteligibles. Todo una decepcionante sorpresa en un realizador tan pulcro como Eastwood. Eso sí, fuera de esta secuencias el realizador sigue haciendo ese gran uso de esas masas de oscuridad que ocupan sus planos que tanto caracteriza su cine, que brinda escenas tan interesantes, como aquella en la Hoover se traviste tras la muerte de su madre.

Por último no quería acabar la entrada sin hablar de uno de los temas que más polémica despertaron
en su día, como es el uso de los maquillajes, que fueron calificados por algunos de cómicos. A mi parecer son bastante logrados, y me sacan menos de la narración que el rejuvenecimiento digital que se marcó Scorsese en "El irlandes", técnicamente irreprochable, pero incapaz de hacernos olvidar que era alguíen de 75 años, con la cara perfecta de alguien de 40, pero absolutamente incapaz de moverse con la soltura que esperaríamos de una persona de esa edad. Si me tengo que quedar con una de las dos opciones, me quedó con la que eligió Eastwood.

Y poco más, una película con sus irregularidades, pero con mucho intereses, que merece mejor recuerdo del que goza.





lunes, 6 de julio de 2020

Por fin el cine: Cinema paradiso


Por fin nos hemos estrenado en el cine post -covid y lo mejor de todo que nos hemos estrenado con todo un clásico, Cinema Paradiso.

Quien nos iba a decir que íbamos a poder verla en pantalla grande y sin gente, para nosotros solos, pues si, no todo va a ser malo...
Ganadora del Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1989 y dirigida por Giussepe Tornatore, es todo un homenaje al cine. 





La historia de amistad entre Salvatore y Alfredo que no solo le enseña a amar el cine y una profesión, sino que también le da las lecciones de vida que no le pudo dar su padre muerto, es sin duda lo más emotivo de este largometraje.
Por aquel entonces el único entretenimiento del pueblo era el cine, todo giraba en torno a esas películas con cortes, censuradas por el párraco, era en el cine donde se fraguaban parejas, amistades, enemistades, y todo bajo la antenta mirada de un Salvatore niño, curioso y travieso.


La llegada a la edad adulta de Salvatore, su primer amor y los buenos consejos de su amigo Alfredo, la marcha del pueblo a la gran ciudad para alcanzar un sueño y la vuelta al pueblo después de  30 años reencotrandose con los fantasmas del pasado y los recuerdos, todo bajo la atmósfera de una BSO muy especial firmada por nuestro querido Ennio Morricone (DEP), hacen que esta película te lleve a dar rienda suelta a tus emociones ( a ver quien no se resiste a  llorar).
Una película contada a base de anécdotas como la vida misma. Magnífica.

Nada más que decir, solo que merece la pena volver a verla en el cine, os la recomiendo si todavía no la habéis hecho.

Os dejo la BSO de Cinema Paradiso con el gran Ennio Morricone, que hoy nos ha dejado pero siempre nos quedará su música.



miércoles, 24 de junio de 2020

Recuperando clásicos (XIX): "Vaiana"


Esta entrada va dedicada a mis hijas, por su bondad, valentía, paciencia y buen humor durante el confinamiento.

Vaiana es la hija del jefe de una isla de la Polinesia. En dicha isla tienen un miedo atávico al mar, porque consideran que desde que Maui, un semidios, robará el corazón de la diosa de la Naturaleza Te Fiti, este se volvió en una zona pelígrosa, llena de monstruos y peligros. Sin embargo, Vaiana, que ya de bebé fue elegida por el propio oceáno como la persona digna de devolver el corazón de Te Fiti y restaurar el equilibrio, siempre ha sentido una enorme atracción por el mar, y empujada por la maldición que se empieza a apoderar de su isla, se lanzará al mar para encontrar a Maui, devolver el corazón e intentar salvar al mundo.

Esta película se estrenó en 2016, y como ya entonces no tenía la disponibilidad de tiempo de otros momentos, y además arrastraba cierto perjuicio contra Disney que me hacía preferir por esa época las producciones de su hermana Pixar por encima de las originales de la Casa del Ratón, la dejé escapar. Afortunadamente el tener de hijas pequeñas me hizo verla hace unos dos años y resarcirme, porque lo digo ya, esta obra maestra está sin dudarlo entra mis 10 películas favoritas de la pasada década. 

Empezaré hablando por su nivel de técnica, para quitarmelo de encima, no porque sea lo menos interesante, sino porque es lo más obvio. El nivel de animación de esta película que ya ha cumplido casi cinco años, sigue a mi parecer sin haber sido superado todavía por películas posteriores ni de Pixar, ni de Disney ni de ningún otro estudio. La expresividad que logran en los personajes es de una sutilidad y finura absoluta, y el manejo que demuestran de cosas tan complicadas de animar como el agua, la lava o el fuego es hipnótico.
Además los autores Musker y Clements, que en esta cinta se embarcaron por primera vez en un proyecto animado del todo por ordenador, no pudieron dejar de incluir un guiño a la animación en dos dimensiones, y utilizaron esta técnica para el personaje de Mini-Maui. Otro cosa llamativa, que estos autores ya habían ensayado en otras cintas interesantes como "Aladdin" o "Tiana y el sapo", es como intercalan secuencia animadas con un estilo totalmente distinto al de la pelicula, como ocurre en el prólogo, que ya atrapa al espectador desde el minuto cero, o en el que es mi número musical favorito de la cinta, "De nada".

Una vez que ya hemos dejado clara su excelencia a nivel técnico, vamos con lo que de verdad hace esta cinta la maravilla que es: el guión y la puesta en escena.

El guión no es alambicado ni incluye nada que no se haya visto antes en cientos de historias desde Budha a "Matrix" cumpliendo con todas las paradas (separación, iluminación por un mentor, momento de oscuridad, triunfo, vuelta a su sociedad...) del viaje del héroe que tan bien describió Campbell. Lo que no han hecho todas esas películas es tener la precisión que presenta esta obra maestra. No hay un detalle superfluo que sea añadido para el mero chiste o porque quede bonito: todo engrana a la perfección y suma algo a la trama, y hasta el más mínimo detalle es recuperado más tarde, demostrando que no ha sido
gratuito: vease el personaje de Hei-hei, el gallo que acompaña a la protagonista. Es un personaje hilarante, que tiene a su cargo los mejores gags de la película, pero no se queda en mero alivio cómico y/o adorable, tal y como ocurre en algunas cintas animadas (en varias de la propia Disney, de hecho) y acaba deviniendo en un personaje vital en la resolución del climax. Y lo mismo vale para el resto de los personajes, todos genialmente definidos e integrados, con una pareja protagonista que exuda carisma (sin caer en el típico romance de cinta Disney, que a veces funciona, pero otras lastra a la película...) desde el momento que se juntan en pantalla. Igualmente es  sobresaliente la integración que hace de las canciones, todas ellas maravillosas, en la trama, que lejos de entorpecer el ritmo, lo aceleran, aumentando también la emoción de esas escenas.

Y por último, pero no menos importante, sino más bien lo contrario, está la maravillosa puesta en escena. Hay en esta película más cine que en la mayoría de las cintas que vi la pasada década. Del ya citado prólogo, que se sigue con el momento simplemente mágico en el que el Oceano, excelentemente visualizado como ser con entidad propia y que lleva a un paso más allá la visualización que llevo a cabo James Cameron en su magistral "Abyss", escoge a Vaiana como la elegida para restaurar el equilibrio de la Naturaleza. A partir de ahí la cinta va a bascular maravillosamente entre lo aventurero, lo
fantástico, lo dramático y lo cómico. Con momentos brillantes en todos esos registros. En lo aventurero tiene tres set pieces geniales, pero si me tengo que quedar con una de ellas, me quedo, por una debilidad personal con la que involucra a los fascinantes cocos malvados, los Kakamora, que parece la versión salidos de la muy reivindicable "Waterworld", con un barco a medio camino entre Leonardo Da Vinci y el Steampunk. En lo fantástico tiene visualizaciones de mundos desbordantes de imaginación y belleza, pero lo que más delata que Musker y Clemens (recordar que ellos fueron los artífices de la resurrección de Disney de
sus momentos más bajos con "La Sirenita") son cineastas de raza, es el tono ambiguo que preside las escenas en las que Vaiana sufre una epifanía, como el descubrimiento de los barcos escondidos, la salida del arrecife, o la aparición final de la abuela; en ellas los directores juegan, con mucho acierto, a dejar en el aire si se tratan de verdad de apariciones sobrenaturales, o son la interpretación que hace Vaiana de las revelaciones que sufre. En lo dramático, destaca la crudeza de la revelación del triste origen de
Maui, narrada a través de los tatuajes vivientes que recubren su cuerpo, y que en último instancia explica su necesidad de sentirse adorado por el ser humano. Y en lo cómico, pues ya he comentado los excelentes gags que propicia el gallo Hei-hei, pero tampoco el personaje de Maui se queda atrás en su capacidad de generar momentos cómicos, con su arrogancia y sus maneras de marinero resabiado, cercano a marineros cascarrabias célebres como Long John Silver o Quint.

Por si no lo he dejado claro una de las mejores películas que he visto en mi vida, que con las múltiples revisiones, no hace más que crecer. Si alguien no la ha visto que lo haga ya mismo para reir, llorar, emocionarse y aprender, tanto de la vida como del Cine.