viernes, 24 de julio de 2020

Cine en random XIX: "J. Edgar"


Ultimamente tenía bastante olvidado a Clint Eastwood por ningún motivo en especial, así que hace poco he intentado remediar eso, y lo he hecho con la biografía del justamente infame creador y director del FBI durante casi 40 años, J. Edgar Hoover, realizada en 2011 con el título de "J. Edgar". Y la verdad es que me alegro bastante de haberlo hecho con esta película, que me ha parecido con, con sus irregularidades, bastante interesante, y superior a otras cintas biográficas de Eastwood que han gozado de más prédica, como, por ejemplo, "Invictus".

Eastwood ha articulado esta última etapa de su carrera, con el excepción de la magistral "Gran Torino", alrededor de fíguras reales más o menos importantes, con las que parece estar dejando como legado una radiografía de su país en base a diferentes retratos de personajes, que de una manera más o menos notoria, bien han constituido o bien son el reflejo de la realidad de su país. Y en este caso, al contrario que en otras ocasiones no optó por figuras cuasi anónimas, sino que se atrevió a narrar la biografía de uno de las personas que más condicionó la realidad norteamericana del siglo XX, desde el periodo de entreguerras hasta los años setenta. Este hombre consiguió gracias a los secretos que fue acumulando desde su posición de director del FBI, levantar y hundir gobiernos, y también lanzar como hundir carreras de periodistas, artistas y empresarios, Tanto poder y miedo logró, que a partir de su muerte, se cambió el reglamento para limitar el tiempo de mandato de los directores del Bureau para evitar que se volviera a dar la misma situación. Tan siniestro personaje, añadía además a su compleja personalidad una homosexualidad que le atormentaba, una compleja relación con su madre, y hay que reconocerlo, una capacidad de innovar la investigación criminal nunca vista, redimensionando la importancia de los registros y archivos, y lo que es más importante, estableciendo como método infalible de identificación el estudio de las huellas dactilares. Como se puede ver, un personaje con mucha miga, cuyo abordaje el director californiano acomete con bastante arrojo, sin cargar las tintas en los puntos más críticos, pero tampoco pasando de puntillas por ellos, retratandolo como el racista, anticomunista, reaccionario y megalomano que era (si alguien se queda con ganas de más, que se lea la exhaustiva y magnítica trilogía de los Angeles del gran James Ellroy...), pero mostrándolo como un ser humano a fin de cuentas.

El guión de partida me ha parecido bastante interesante, no ya tanto por la premisa de partida para rememorar su vida, que ha sido vista varias veces de una manera u otra (el que una recapitulación vital por el motivo que sea le haga rememorar su vida), sino por la capacidad que presenta de jugar con los distintos tiempos en los que transcurre la historia, y sobre todo por la reflexión que plantea sobre la memoria y la imagen que tenemos de nosotros mismos. Así, a partir de ciertas revelaciones que se producen en los últimos compases de la película, el espectador se tiene que replantear todo lo que ha visto, quedando los momentos más épicos, tanto los heroicos como los románticos, reducidos a meras fantasías de alguien con ansias de reconocimiento, e incapaz de asumir sus propios temores y equívocos. ¿Está mintiendo a todos los que le rodean? O lo que es peor, ¿Se está engañando a si mismo incapaz de reconocer su auténtica naturaleza y sus obras? Y si se engaña él ¿no se engaña a sí mismo el pueblo norteamericano con su propia Historia?

Además el guión le sirve a Eastwood para plantear una interesante estructura narrativa, en la que los flashbacks se insertan de manera súbita, pero no abrupta, buscando cierta rima narrativa y visual. Es decir, por un lado, no tenemos en todo momento, a veces sí, una voz en off que nos avise de que lo que viene en ese momento es el pasado por miedo a que el espectador se pierda. Y por otrao tenemos a Eastwood jugando a repetir situaciones en dos tiempos bien distintos para mostrar como han ido evolucionando los personajes. Pienso en  momentos que me parecieron particularmente brillantes, como la secuencia en la que los dos protagonistas suben al ascensor como ancianos, pero en cambio al salir de él se muestran en su juventud, las dos secuencias en las que están en el hipodromo, o los dos momentos en los que Hoover sale a saludar a un desfile al balcón de sus despacho. Momentos como este, me trajeron a la mente "Dos en la carretera", la obra maestra de Stanley Donen, y no solo
por la estructura, sin llegar "J. Edgar" a alcanzar la alambicada estructura de la cinta protagonizada por Audery Hepburn y Albert Finney, sino también por la narración que Eastwood hace de la evolución de las relaciones de pareja a través de los años. Porque uno de los ejes de la película es la relación amorosa (aunque se podría llegar a llamar marital) entre J. Edgar y su hombre de confianza Clyde Tolson (ambos muy bien defendidos por Di Caprio, con esa mezcla de vulnerabilidad y carisma que tan bien sabe manejar, y por Armie Hammer, respectivamente), retratada con bastante respeto y de una manera llana que huye de todo efectismo. De hecho, es la relación entre los dos la que reporta los momentos más interesantes de la película, tanto románticos (como el momento en que se conocen, o el final) como dramáticos (vease la pelea, o la crueldad que Hoover exhibe con Tolson en las que el muestra secuelas físicas de su enfermedad...)

Si bien, el reflejo de la relación de pareja funciona bastante bien (lo que no debería sorprendernos, dado la maestría que demostró Eastwood en "Los puentes de Madison", que miedo da lo que pudiera haber sido en manos de otro realizador....),  bastante peor funciona en un registro en el que el realizador ha demostrado una gran valía en múltiples ocasiones, como es el thriller: toda la trama de la resolución del secuestro no genera tensión, lo que se puede entender ya que esto no fuera probablemente el principal objetivo a la hora de concebirla, pero es que, además está, sorprendentemente mal rodada en los momentos que buscan generar suspense, quedando farragosos e ininteligibles. Todo una decepcionante sorpresa en un realizador tan pulcro como Eastwood. Eso sí, fuera de esta secuencias el realizador sigue haciendo ese gran uso de esas masas de oscuridad que ocupan sus planos que tanto caracteriza su cine, que brinda escenas tan interesantes, como aquella en la Hoover se traviste tras la muerte de su madre.

Por último no quería acabar la entrada sin hablar de uno de los temas que más polémica despertaron
en su día, como es el uso de los maquillajes, que fueron calificados por algunos de cómicos. A mi parecer son bastante logrados, y me sacan menos de la narración que el rejuvenecimiento digital que se marcó Scorsese en "El irlandes", técnicamente irreprochable, pero incapaz de hacernos olvidar que era alguíen de 75 años, con la cara perfecta de alguien de 40, pero absolutamente incapaz de moverse con la soltura que esperaríamos de una persona de esa edad. Si me tengo que quedar con una de las dos opciones, me quedó con la que eligió Eastwood.

Y poco más, una película con sus irregularidades, pero con mucho intereses, que merece mejor recuerdo del que goza.





lunes, 6 de julio de 2020

Por fin el cine: Cinema paradiso


Por fin nos hemos estrenado en el cine post -covid y lo mejor de todo que nos hemos estrenado con todo un clásico, Cinema Paradiso.

Quien nos iba a decir que íbamos a poder verla en pantalla grande y sin gente, para nosotros solos, pues si, no todo va a ser malo...
Ganadora del Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1989 y dirigida por Giussepe Tornatore, es todo un homenaje al cine. 





La historia de amistad entre Salvatore y Alfredo que no solo le enseña a amar el cine y una profesión, sino que también le da las lecciones de vida que no le pudo dar su padre muerto, es sin duda lo más emotivo de este largometraje.
Por aquel entonces el único entretenimiento del pueblo era el cine, todo giraba en torno a esas películas con cortes, censuradas por el párraco, era en el cine donde se fraguaban parejas, amistades, enemistades, y todo bajo la antenta mirada de un Salvatore niño, curioso y travieso.


La llegada a la edad adulta de Salvatore, su primer amor y los buenos consejos de su amigo Alfredo, la marcha del pueblo a la gran ciudad para alcanzar un sueño y la vuelta al pueblo después de  30 años reencotrandose con los fantasmas del pasado y los recuerdos, todo bajo la atmósfera de una BSO muy especial firmada por nuestro querido Ennio Morricone (DEP), hacen que esta película te lleve a dar rienda suelta a tus emociones ( a ver quien no se resiste a  llorar).
Una película contada a base de anécdotas como la vida misma. Magnífica.

Nada más que decir, solo que merece la pena volver a verla en el cine, os la recomiendo si todavía no la habéis hecho.

Os dejo la BSO de Cinema Paradiso con el gran Ennio Morricone, que hoy nos ha dejado pero siempre nos quedará su música.