miércoles, 13 de noviembre de 2013

Granujas con superpoderes


Mark Millar es un tío listo. Quizás demasiado. Triunfó con algunos de los mejores tebeos de la pasada década (los primeros volúmenes de “Ultimate X-Men” y “The Ultimates” y su arco en “The Authority”) y se hizo un nombre. Y como de tonto no tiene un pelo, anticipándose al boom de los superhéroes, se dio cuenta que el negocio estaba en tener la propiedad sobre los personajes, para venderlos para videojuegos, muñequitos, camisetas, caramelos, o la madre del cordero de la pasta, películas. El problema es que, a mí entender, y quitando “Chosen” y el primer “Kick Ass”, este hombre trabaja mejor sobre personajes ajenos que propios: ahí están sus citados primeros arcos en el universo Ultimate para corroborarlo, o también “El viejo Logan”, “The Authority”, “Superman. Hijo del pueblo”. También ha hecho churros trabajando para las grandes, como el decepcionante ultimo arco de “The Ultimates”, su(s) prescindible(s) etapa(s) en “Los cuatro fantásticos” (los ultimatizados, y los de toda la vida también), o la muy tramposa “Civil War”... Cuando se dedica a creaciones propias, el Millar buen escritor se va de parranda para dejar paso el Millar publicista, (otra faceta en la que es un auténtico fenómeno y es que este tío podría vender neveras a los esquimales…), que siempre está más interesado en llamar la atención de los estudios a base de lanzar nombres al aire como posibles directores o protagonistas de la futura adaptación cinematográfica y de provocaciones (pueriles en muchos casos). De esta vertiente mercantilista de Millar han salido el segundo Kick Ass (bastante mediocre), y “Nemesis”, en el que se dedicó a fusilar sin gracia y con muchas estridencias “El caballero oscuro” de Nolan.

Su antepenúltimo (después están los venideros “The secret service” y “Jupiter´s Legacy”…) invento ha sido ha sido fusilar la saga “Ocean´s Eleven”, pasándola por su particular matiz superheroico-gamberro. Y la verdad es que por lo menos en este caso le ha quedado una cosa simpática y entretenida, más interesada en contar una historia distraída que en llamar la atención. Como debería ser.

La premisa es simple pero efectiva. Un supervillano, Johnny Bolt, de nuevo en libertad tras pasar una larga temporada en el talego, se entera de que su mentor tiene una deuda enorme con un supervillano mafioso. Y una fecha límite para saldarla antes de pagar con su cabeza… Para ello recluta un grupo de supervillanos y urde un plan que consiste en dar el golpe fuera de USA, donde hay superhéroes a tutiplén. Mucho mejor hacerlo en un sitio donde no haya superheroes ¿Y que mejor país para dar el golpe que la vieja piel de toro, donde el único que tiene superpoderes parece ser Barcenas? Pues eso, a España que se vienen.


Queda claro, así, a un golpe de vista en que se ha inspirado el escocés para crear la trama: la saga de ladrones que creó Steven Soderbergh. El problema de todo es que no solo se ha inspirado, sino que se ha dedicado prácticamente a cambiar detalles sueltos. Algunos dirán que todas las películas de grupos presentan escenas de reclutamiento, pero es que aquí se ha apropiado de prácticamente todos los recovecos de la trama...  Y esto, claro, termina haciendo la historia bastante predecible. Aun así, tengo que reconocer que,como me encantan este tipo de historias, he disfrutado bastante el tebeo: se hace ameno, y se agradece que se prescindan de estridencias vacuas.

Del dibujo no he hablado hasta ahora, pero es que tampoco merece mucho comentario. Leinil Francis Yu ha mejorado bastante en su narrativa (aun me dan escalofríos de pensar en los primeros tebeos que leí de este hombre: no había manera de seguir la historia), pero yo nunca entenderé la fama de estrella de la que goza este dibujante. Aquí cumple profesionalmente. Y poco más.


Un tebeo divertido, que, si nada se tuerce, será adaptado al cine por el amiguete Nacho Vigalondo, otro tío que es puede acabar siendo brillante, pero que mientras nos lo termina de demostrar (y “Open Windows” pinta que puede ser su confirmación), nos ha ido dejando claro que, como publicista, nadie puede igualarle. Aquí os dejo con el simpático teaser que rodó el también amiguete Borja Cobeaga, que ojala consiga también levantar un proyecto pronto.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Ahora si que si.


En mi escala personal e intransferible relativa a las adaptaciones del Universo Vengador, “Thor” se encontraba en un la parte baja-media (solo por encima de la insufrible “Iron Man 2”) del escalafón . Era entretenida y tenía algún buen momento, pero a pesar de tener a un director de renombre (el mismísimo Kenneth Brannagh), el resultado final quedaba bastante descafeinado. Uno no ardía en deseos de ver la continuación, pero como uno es bastante marvelita, y se ha pasado toda la niñez (¿la niñez? ¡¡¡Toda la vida!!) esperando que hicieran películas de superheroes, no puedo pasar sin verlas. Y menos mal, por que termina siendo una experiencia muy agradable.

Los Elfos Oscuros, una raza que estuvo a punto imponer la oscuridad en todo el universo, y que lleva milenios desterrada tras ser vencida in extremis por Bor, padre de Odín, regresa ahora comandada por Malekith, con la intención de hacerse la dueña del Universo, valiéndose para ello del Eter, una fuente de poder prácticamente infinita, que ya intentaron manejar y que está protegida en los muros de Asgard. Por estas casualidades de la vida, la novieta terrícola de Thor, la científica Jane Foster, acaba enredándose con el citado Eter, lo que hará que se vea complicada en una trama que puede acabar con todo el universo conocido.

No soy un gran lector de Thor, pero eso no quita para que reconozca que la etapa de Walter Simonson en la serie, es una de las mejores etapas que ha tenido una serie Marvel: amenazas más grandes que la vida, ciencia ficción, seres alucinantes, y peleas que te dejaban con la boca abierta (es inolvidable el uso narrativo que hizo de las onomatopeyas). Pues todas estas cosas se echaban a faltar en la primera película. Pero sus creadores se han puesto las pilas y han logrado meter (casi) todo eso en la película.

Todo es mejor que la anterior entrega. Aunque el inicio se hace un pesado, poco a poco la película va ganando en emoción y ritmo, planteando situaciones que si bien no son la repanocha de la originalidad, si que hacen que el espectador se vaya metiendo poco a poco en la historia. No sé si el mérito de que el conjunto funcione  bien es de Alan Taylor (un artesano curtido en practicamente todas las series que ha realizado la HBO, que al parecer tuvo muchos problemas durante el rodaje) o del estudio que tiene detrás, aunque todo indica que se trata más de los segundo, como viene siendo tónica habitual en todas las películas provenientes del estudio.

Los personajes están mucho más trabajados, lo que hace que personajes como Heimdall (defendido con su habitual fuerza por Idris Elba), se sientan más creibles y jueguen un papel importante en la trama. La relación entre Thor y Foster está también mejor tratada, y si hasta ahora parecía la típica historia de amor impuesta por el guión, ahora tenga más sustancia. A esto también ayuda que Portman se muestra menos constreñida (que es la actitud más habitual de esta actriz…) en el papel de la científica, defendiendo algunos chistes con
bastante gracia incluso. Mr. Pataki sigue igual de cachas e igual de guapo (según la gata con gafas), pero también sigue igual de limitado como actor… El resto de los actores (Rene Russo, Anthony Hopkins, Ray Stevenson…) cumplen, pero tampoco se dejan la piel en el empeño. Pero si hay un actor que roba la función ese es Tom Hiddleston en su papel de Loki, que realiza aquí su mejor caracterización del Dios de la Mentira, capaz de inspirar igualmente terror y lástima.

La ambientación también es una mejora importante respecto a la anterior entrega. Han tenido la feliz ocurrencia de hacer que la parte que transcurra en la Tierra ocurra en Londrés, lugar que a mí entender le sienta mucho mejor a Thor que el desierto de Nuevo México de la anterior entrega. Pero también la presentación que hacen de Asgard tiene mucho más sentido de la maravilla y espectacularidad que la anterior entrega: las edificaciones mitólogicas condicionan el desarrollo de la acción (la cárcel, el asedio por las naves espaciales…) y se quitan de encima ese tufo a cartón-piedra que desprendían en la anterior aventura del rubiales.

Pero si algo impacta de la película son esas batallas que se suceden en la segunda mitad de la película (de las que hay en la primer acto mejor olvidarse, porque son rutinarias a más no poder…) que ¡¡¡son puro Simonson!!! El asedio a Asgard, la recuperación del Eter y la batalla final a saltos entre Londres y otros planetas ya están por derecho propio entre las mejores batallas que ha dado el universo Vengador.

La primera escena post-créditos es todo un delirio freakie. Y la segunda es un alivio romántico para las novias de los marvelitas que se han quedado esperando pacientemente diez minutos a que pasen los infinitos créditos por imposición…

Una película que si bien no alcanza el nivel de “Iron Man 3”, lo roza. Va de más a menos y se disfruta mucho. Y lo que es más importante, deja con ganas de más… Si hubieran aligerado la primera hora y hubieran entrado antes en el meollo, estaríamos ante una de las mejores película de Marvel. Seguro que Walt Simonson, salió con una sonrisa de oreja a oreja de verla. Solo falta que en la próxima salga Bill Rayo Beta...


sábado, 2 de noviembre de 2013

No disparen al pianista


El otro día entre la variada oferta cinematográfica, cuando fuimos al cine con los amigos tuvimos a bien decidirnos por ver “Grand Piano”, que vino a ser una película de consenso, a la que nadie vetaba de primeras. Y resulta que esa es la fortaleza y a la vez la debilidad de la película: su corrección.

Tom Selznick (Elijah Wood) es el pianista más brillante de su generación, que tras intentar acometer la partitura más complicada compuesta y acabar en un desastre, se alejó de la música durante 5 años. Ahora y con motivo de rendir homenaje al que fue su mentor, vuelve a dar un concierto, que genera tremenda expectativa por ver que ha sido del antaño prodigio. Justo antes de iniciar el concierto, recibe una llamada en la que le amenazan con matarle en el acto si no ejecuta de manera perfecta la pieza con la que fracasó tan estrepitosamente.

Viendo el argumento cuesta no acordarse de la(s) genial(es) “El hombre que sabía demasiado” del gran Alfredo. Pero cuando uno ve la película, el que viene a la mente no este, sino De Palma. Aunque claro, De Palma solo hay uno…

Como ya he comentado en la introducción, lo peor de esta película es su tibieza, que le impide elevar el vuelo. Hay en ella buenos momentos, sobre todo en sus dos primeros actos, y se nota que está realizada por alguien que ama el cine. Hay momentos de buen cine, con la cámara moviéndose de manera sinuosa por ese decorado cerrado que es el auditorio donde se celebra el concierto. Y el suspense está aceptablemente bien llevado (sin pasarse tampoco: que nadie se tome sumial para ir a ver esta película...), con secuencias simpáticas, como aquella en la que el pianista se dedica a enviar un sms sin dejar de tocar el piano y todo lo que esto genera (hay otro divertido guiño a De Palma relativo al uso de la pantalla partida). Además hay que agradecerle al autor que sea capaz de narrarnos el trauma del pianista sin caer en los tan manidos flashbacks-que-explican-el-origen-de-un-trauma.

Pero eso no termina por ser suficiente. Y es que si hasta el final la puesta en escena ha podido sostener el endeble guión,  cuando la historia enfila su último tramo, la edificación se viene abajo… El final queda forzado y un poco absurdo, sin añadir algunas explicaciones que se hubieran agredecido para aclarar un poco todo el asunto. Pero peor que el final es aun esa suerte de epílogo que cierra la película. Un servidor esperaba encontrarse con una broma perversa tipo “Carrie”, y lo que hay es una secuencia irrisoria que no afea todo el conjunto.

Elijah Wood cumple bien con su ya típico papel de joven en apuros, y el villano encarnado con John Cusack se te olvida en cuanto abandonas la sala. No se ha esforzado mucho, la verdad...





Una propuesta parcialmente fallida que se deja ver sin aburrir, sobre todo por su escaso metraje,pero que daba para más. Eso sí, hay que reconocerle la valentía de realizar un cine de género, comercial y exportable, que es uno de los caminos que la maltrecha cinematografía española debería seguir. Cuantas más películas se realicen aquí, se producirán más bodrios, pero también más maravillas. Para despedirnos, "Daniel", del disco de Elton John "Don´t Shoot Me, I´m Only the Piano Man", que viene al pelo para cerrar esta entrada...