viernes, 26 de septiembre de 2014

Jugando en el Estrecho.



El Niño es un joven que vive junto al Estrecho de Gibraltar, que con su capacidad para conducir lanchas cargadas de hachís a través logrará poner en jaque a la Policía de zona, además de convertirse en el objetivo de los mafiosos locales.


Cinco años le ha costado a Daniel Monzón estrenar su última película desde la exitosa y magistral "Celda 211". Y se ha hecho largo por el buen sabor de boca que dejó aquella cinta, que es para mí uno de los mejores thrillers carcelarios que he visto. ¿Ha merecido la pena la espera? En general, sí. Ya desde la misma concepción de "El Niño", el director ha buscado alejarse de su anterior trabajo. Ha huido del tono pesimista y claustrofóbico de aquella para ofrecer una propuesta más ligera, luminosa y más aventurera. Y eso es lo mejor y lo peor de la cinta.



¿Porque lo mejor? La película le ha quedado entretenida, sus algo más de dos horas no se hacen aburridas en ningún momento y en general las dos tramas de la película funcionan bastante bien. 
La de los policías adultos no es que sea muy innovadora (lo del traidor es un poco previsible...), pero mantiene el interés y la manera que tiene de mostrar como funciona Gibraltar, es fresca y a la vez algo perturbadora, y además se trata de algo que no recuerdo haber visto nunca en el cine. También esta bien contado todo lo relativo al modus operandi de la policía de aduanas en el Estrecho, que trae a la mente la segunda temporada de "The Wire", lo mejor de esa serie, (buena, pero algo sobrevalorada a mi parecer). Aunque también hay que decir que, Monzón y Gerrikaetxebarria, parece que confiando en los buenos actores que van a defender los personajes (llama la atención  Luis Tosar, que está tan excelente como siempre), no se esfuerzan mucho en darle profundidad a los personajes. Cuando uno ve la película, los interpretes logran que uno no se lo plantee, pero una vez vista, si se piensa un poco en ello, no tienen mucha chicha...
Y luego está la parte de los chavales, que era lo que más me hacía recelar desde la distancia ( daba miedo que fuera una mera concesión para atraer a las salas a los adolescentes y adolescentas ansiosos de aventuras cannabicas y guaperas con ojazos...), pero que por sorpresa, queda bastante bien. Y es que si los policías solo se sostenían por quien les daba vida, los personajes jóvenes resultan bastante creíbles, en gran parte gracias a los diálogos (sorprendentemente he leído de gente que criticaba la manera de hablar de los personajes... ¿Pero como van a hablar unos chavales malagueños?) y a la labor de los intérpretes, bastante auténticos y
carismáticos. Todos excepto el personaje que da título a la película, Jesus Castro, que será muy guapo y tendrá los ojos muy bonitos, pero que es de largo, el peor interprete de todos. El periplo por Marruecos en los campos de marihuana tienenmucha potencia visual y enseñan algo muy pocas veces visto, y las persecuciones entre las lanchas y los helicópteros quedan bastante intensas, sobre todo gracias a la fisicidad con la que están rodadas y a la ausencia de efectos digitales. Y el tono aventurero, al que contribuye no poco la excelente partitura de Roque Baños, que se le imprime a esta parte, hace que sea muy amena: no es tanto la ambición lo que les mueve, sino la camaradería y la adrenalina que genera.



Pero esta ligereza es curiosamente, la mayor pega de la película. Y lo es porque le resta algo que trascendencia al conjunto. Aunque hay momentos de violencia bastante contundentes y bien rodados, cuando la cinta acaba, el espectador no tiene sensación de que todo lo que han vivido les vaya a cambiar la vida a los personajes. A pesar de que se han visto envueltos en situaciones bastante serias, estas no parecen tener consecuencias reales en su vida. Y hace que la película quede entretenida, pero un poco intrascendente.



De todos modos, es una pelícual más que digna, y desde aquí no podemos más que desear que este hombre siga rodando. Y a ser posible thrillers y con más frecuencia...



jueves, 18 de septiembre de 2014

No somos policías. Somos espías.


Issa es un joven checheno, que tras pasar una temporada en una carcel rusa por colaboración con grupos yihaddistas, consigue llegar como polizón a Hamburgo, ciudad que está en el punto de mira de todos los servicios de espionaje tras haber sido uno de los lugares en los que se gestaron los atentados del 11-S. A su llegada, se convierte en el objetivo a seguir por parte de Gunter, un agente de los servicios secretos (y alegales) alemanes. En esta trama se verán también implicados banqueros corruptos, abogadas de ONGs, supuestos benefactores musulmanes y la CIA.

Esta película ha estado a punto de escaparseme, ya que no había tenido ninguna noticia de ella. Y es curioso, porque el trabajo del realizador Anton Corbijn tanto en sus videos musicales como en "El americano" (sorprendentemente aún no he visto "Control", su debut narrando la historia de Ian Curtis, que tiene muchos votos para gustarme...) me parece muy interesante. Y además la última película que vi basada en una novela de John Le Carré (otro autor al que no he leído, aunque estoy convencido de que me gustaría...), "El topo", me pareció una obra maestra. Pero bueno, uno anda disperso en ocasiones...


Las tramas de Le Carré, siempre muestran los intestinos de los gobiernos y de las multinacionales que controlan el destino del mundo. Y sus protagonistas son seres grises tanto emocional como moralmente, cuyo asidero vital es su trabajo. En este caso, el realizador se centra en hacer un retrato moral de sus personajes, y por extensión de la condición humana ¿Cuanta maldad puede tolerarse en una persona hasta considerarla malvada? ¿En que punto deja el fin de justificar los medios? El guión desarrolla todo esto muy bien, aunque quizás lo haga en base a dejar un poco de lado la parte de thriller.   La tristeza
vital de los personajes llega al espectador por medio de sus acciones: vagan por la gris ciudad de Hamburgo en tugurios de mala muerte, puertos y furgonetas de escucha; comen y duermen mal y beben demasiado; y la mejor demostración de su vacío emocional es que la única muestra de afecto que se da entre dos personajes, es un beso que tiene como objetivo el hacerles pasar inadvertidos mientras realizan un seguimiento. Los espías que nos presenta la historia han mentido tantas veces a sus informadores diciendoles que cuando traicionan o venden a alguien en verdad les están ayudando, que se lo han llegado a creer ellos mismos. Y luego están los poderes burocráticos y económicos que dirigen todo, manipuladores, ambiciosos y sin ningún tipo de lealtad hacia nada ni nadie.

Para mostrar esto, Corbijn opta por una realización sobria, que deja respirar a las secuencias para hacer creíbles a sus personajes. Al contrario de lo que puediera esperarse de una realizador procedente del mundo del videoclip, se huye en todo momento del esteticismo (algo que no lograba hacer del todo en "El americano"...) y la puesta en escena se pliega en todo momento al guión.  No hay ningún exceso y el tono de la cinta es seco y adulto: no hay forzados diálogos aclaratorios entre personajes ni flashbacks. Alguno pensará que esto es sinónimo de realización plana y sin chispa: ni por asomo. Hay muchos momentos muy bien resueltos. Hay está el plano inicial en el que vemos como el agua calmada del puerto de Hamburgo se ve de repente agitada por el barco en el que llega Issa de polizón, lo que es una metáfora visual de como la llegada de ese joven va a poner patas arriba la vida de mucha gente. O la secuencia del interrogatorio entre la abogada idealista y Gunter, en la que hace un estupendo uso del enfoque en planos repetidos para mostrarnos como los personajes van cambiando de parecer. Y el final, muy deprimente y de una tensión muy bien resuelta en el que el cazador se convierte en cazado.

Todos los actores, hasta Rachel McAddams, están muy bien, pero si alguien brilla con luz propia es el malogrado Phillip Seymour Hoffman. Sé que aun queda alguna que otra película suya por estrenar, pero creo que este es el mejor cierre que puede tener su carrera. Su personaje, que vendría a ser una versión más cínica y baqueteada por la vida del que interpreto en la fallida "La guerra de Charlie Wilson" (y que era lo mejor de aquello, con un monologo final de los que hacen época...), y lo compone a base de una mezcla entre profesionalidad, perspicacia, impulsividad, dejadez personal y mucha, mucha tristeza.

Una buena película que no conviene dejar escapar. No llega al nivel de "El topo", pero lo cierto es que pocas lo hacen. A ver si después de esto dejo atrás mi pereza y empiezo a leer a John Le Carré. Y una memorable despedida para Seymour Hoffman.


viernes, 12 de septiembre de 2014

Llevada al límite



Lucy es una chica americana que está estudiando en Taiwan. Pero lo que le gusta más es la fiesta. Así que un día, tras una noche de farra, su último ligue la obliga a hacer de correo en un chanchullo de drogas. La cosa se complica y finalmente la convierte en una mula obligada a la que injertan una nueva droga experimental. La bolsa se rompe y en lugar de morirse, Lucy empieza a desarrollar progresivamente su capacidad cerebral por encima del tan famoso 10% y empieza a adquirir habilidades inesperadas...

Esta película es curiosa por muchos motivos.
El primero es su relación con "Trascendence", otra propuesta de los últimos meses sobre la evolución de la mente humana. No tanto porque traten temas parecidos (eso no es nada nuevo hay: están las películas de estreno casi simultaneo sobre meteoritos, Robin Hood, volcanes o incluso peces animados...) sino por como evoluciona cada una de ellas. Si en "Trascendence", a pesar de su nombre y de venir apadrinada por el sobrio Christopher Nolan, encontrabamos al final una película algo hueca tanto en fondo como forma, ahora está en los cines "Lucy", que a pesar de ser vendida como el nuevo producto de acción del largamente disperso Luc Besson, acaba exprimiendo muchos más las posibilidades tanto visuales como narrativas que el tema ofrece y el género de acción le ofrecen, para terminar sobrepasándolo.
Luego está el hecho de que en las dos cintas esté Morgan Freeman, interpretando un papel similar. Esto no es nuevo, ya que a día de hoy Freeman es un actor encasillado. Pero es que además, este hombre está haciendo ultimamente unos documentales bastante curiosos que hablan sobre ciencia. Se ve que los documentales le han hecho que le pique el gusanillo de la ciencia extrema.
Y por último lo más anecdótico: la similaridad del personaje protagonista con el que viene interpretando Johansson en el universo Marvel, la Viuda Negra, ya que se puede ver esta película casí como el origen apócrifo de este personaje, lo cual no deja de tener cierta gracia...

Aunque siendo justos, la película tiene más interés, más allá de estas anecdotillas. Y lo es, por sorpresa, gracias a la labor de Besson tras la cámara.
Ya desde el principio el director opta por, tras un prólogo situado en los albores de la humanidad, ir llenando la secuencia en la que Lucy es forzada a servir de correo por su último ligue, con insertos de cacerias de depredadores animales. Esto, que podía haber sido un recurso un poco simplón para inyectar tensión en la trama, es bastante interesante, ya que el comportamiento animal y su evolución va a ser el tema principal de la película. Además, la secuencia explicatoria de rigor sobre el uso del cerebro humano está resuelta de manera bastante agil y nada perezosa: la conferencia a cargo del neurólogo al que da vida Morgan Freeman, está intercalada a través de montaje paralelo en los primeros compases de Lucy tras iniciar
el proceso de potenciación de sus capacidades mentales. Y no queda ahí la cosa, ya que Besson, se toma la molestia de adaptar la manera de filmar las secuencias de acción al momento del desarrollo en el que se encuentra la protagonista: en los primeros compases, cuando aun es una chica normal, el montaje es más sincopado y nervioso, aunque bien rodado; cuando se inician sus poderes se muestra algo exhibicionista, algo lógico, teniendo en cuenta que es lo más coherente comportarse así al descubrirse semejante capacidades; pero conforme va adquiriendo más control sobre su cerebro, las secuencias se van volviendo más desapasionadas y frías, para acabar dejando de lado la acción en los últimos cinco minutos y abrazando abiertamente la ciencia ficción más cerebral en los estupendos minutos finales. Probablemente esa giro progresivo a la ciencia ficción, es uno de los motivos que uno de los adolescentes de la panda que tenía detrás y que seguro esperaban una película de acción de principio a fin soltara "¡¡Vaya mierda de peli!!"

Se pasó un poco el muchacho. No es una obra maestra, pero, como ya he dicho, está bastante bien resuelta y es bastante menos convencional de lo que se puede esperar, así que se disfruta bastante. Y además del trailer, dejó la canción de los créditos, de Damon Alborn, que me moló bastante.



lunes, 8 de septiembre de 2014

Inmigrante.


Empezamos a sacudir las telarañas vacacionales de este humilde blog hablando de "El sueño de Ellis", aunque sea unos meses después de su estreno español.

Ewa llega a USA desde Polonia junto con su hermana Magda en 1921, tras haber perdido a sus padres y con la intención de huir de las consecuencias de la 1ª Guerra Mundial. Sin embargo, en la isla de Ellis, el centro de recepción de inmigrantes de Nueva York, ambas encontraran trabas con las que no contaban: a la hermana la obligan a guardar una cuarentena de 6 meses por una sospecha de tuberculosis; y a ella se le deniega el acceso por haber ejercido la prostitución en el barco que le trasladaba hasta allí. Sin embargo, cuando Ewa está a punto de ser deportada aparece Bruno, una mezcla entre proxeneta y empresario teatral, que la toma bajo su amparo. Pero la vida no será como ella lo ha imaginado. Y todo se complica aun más cuando aparezca Emil, primo de Bruno, con el que tiene una complicada relación.

Era esta una de esas películas que generan interés, por lo menos a mí. El tema no es que me enloquezca, pero hasta ahora lo que había visto de James Gray me había gustado bastante, sobre todo ese gran western contemporaneo que fue "La noche es nuestra". Además el plantel de actores era de esos que atraen.

Mucho me temo que a pesar de venir con tan buenas referencias la cosa le ha quedado bastante flojita. El principal problema es el guión, que es muy de andar por casa. Y es que si no fuera por que está protagonizada por estrellas y porque el diseño de producción es bastante lujoso, hay momentos en los que uno cree estar viendo un culebrón del tipo "El amar en los tiempos revueltos". Si bien la primera mitad de la película aguanta más o menos bien, a partir de que aparece en escena el personaje de Emil, la cosa pierde mucho interés. Y es que si hasta ese momento lo que habíamos visto tampoco inventaba la pólvora (todos hemos quedado subyugados cada vez que hemos visto el inicio de "El padrino II", el referente obvio de esta película), por lo menos mantenía el interés y estaba resuelto de manera aceptable, manteniendo la tensión y el drama de la situación del personaje de Ewa, con buenos momentos como el primer cliente, o la visita que realiza a sus tios. Pero a partir de que el director opta por generar, practicamente de la nada, un triangulo romántico sin mucho interés, la cosa baja mucho el nivel.



No se entiende muy bien la atracción que surge entre los personajes y sus sentimientos quedan forzados. Además cuestiones que se habían ido planteando desde el principio quedan sin explicar, lo que le resta potencia a la película. Con esto no quiero decir que no me basta con lo que dicen los personajes para entender su pasado, pero es que como mienten tanto y son tan ambiguos, uno no termina de creerselo y esto le quita mucha fuerza al conflicto dramático. Y la resolución de alguna escena termina cayendo en el rídiculo.


¿Que es lo logra que la película no sea un auténtico desastre? Pues principalmente la labor de los actores con Joaquim Phoenix y Marion Cotillard a la cabeza, que bordan sus papeles y logran credibilidad donde el guión no es capaz de darla. Jeremy Renner cumple aceptablemente, aunque su labor se resiente de tener que defender un personaje tan endeble. Otro aspecto que hace más llevadera la cinta es la estupenda labor de fotografía, que, como ya comentaba antes, marca las distancias respecto al culebrón de época en el que la película está a un paso de convertirse en muchos momentos.


Una oportunidad perdida. Habrá que seguir prestandole atención a James Gray, pero a la vez cruzaremos los dedos se deje llevar de nuevo por intrigas melodramáticas de folletín.