domingo, 28 de febrero de 2016

Nuestra quiniela 2016


Por aquello de mantener las tradiciones vamos a seguir con nuestra ¡quinta! quiniela sobre los Oscars. El que gane le tendrá que pagar una cena/comida (que ya nuestras noches han cambiado mucho...) al derrotado. Alla vamos:

Mejor Película
"El renacido" (León)
"Spotlight" (Gata)

Mejor Director 
George Miller por "Mad Max. Furia en la carretera" (León)
Iñarritu por "El renacido" (Gata)

Mejor Actriz
Brie Larson por "La habitación" (León)
Brie Larson por "La habitación" (Gata)

Mejor Actor
Leonardo Di Caprio por "El renacido" (León)
Leonardo Di Caprio por "El renacido" (Gata)

Mejor Actriz de reparto
Alicia Vikander por "La chica danesa" (León)
Kate Winslet por "Steve  Jobs"(Gata)

Mejor Actor de reparto
Sylverter Stallone por "Creed" (León)
Sylverter Stallone por "Creed" (Gata)

Mejor Guión Original 
Tom McCarthy y Josh Singer por "Spotlight" (León)
Tom McCarthy y Josh Singer por "Spotlight" (Gata)

Mejor Guión Adaptado
Adam McKay y Charles Rudolph por "La Gran Apuesta" (León)
Adam McKay y Charles Rudolph por "La Gran Apuesta" (Gata)


Mejor Película Extranjera
"El hijo de Saul" (León)
"El hijo de Saul" (Gata)

Mejor Película de animación
"Anomalissa" (León)
"Del revés" (Gata)


Esta es nuestra apuesta. No dudeis en dejar las vuestras


ACTUALIZADO 29/02/2016 Este año la Gata lo ha petado y se ha ganado la cena, así que me tocará rascarme el bolsillo. En cuanto a los premios, a falta de haber visto "Spotlight" algo que intentaré arreglar lo antes posible un reparto de premios bastante curioso. No recuerdo nunca una ganadora a mejor película que unicamente hubiera recibido otro premio más. Iñarritu ha hecho historia de manera para mi harto inmerecido, no tanto por "El renacido" que es una buena película, sino sobre todo por haberlo ganado el año pasado. Y encima ha pasado por encima de George Miller y su "Mad Max. Furia de la carretera" muy superior a esta película y que se ha tenido que conformar con merecidísimos premios técnicos. Así son la cosas.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Resurreciones.


En el siglo XVIII el cazador de pieles Philip Glass, durante una campaña de cacería, fue atacado por un osa, y abandonado por su compañeros. A pesar de todo, logró sobrevivir e inicia un viaje lleno de penurias para vengarse por lo sufrido.

Tras barrer en todas las entregas de premios con la sobrevaloradísima "Birdman", Gonzalez Iñarritu vuelve a la carga en su afán de llevar el cine a nuevos niveles. Y si en la anterior película todo lo que vendía era ruido sin nada de nueces, aquí hay bastantes nueces, aunque es la obra maestra que el cree.
Resulta curiosa la evolución del director mexicano: antes buscaba epatar por lo alambicado de sus guiones y ahora parece que está empeñado en llamar la atención a través del aspecto visual. Así "Biutiful", que no casualmente supuso la (amarga) ruptura con el que había sido el guionista de toda su obra hasta ese momento, Guillermo Arriaga, vendría a ser una película bisagra dentro de su filmografía, que sirvió de cierre a la previo y a la vez de presentación de lo que está por venir.

Al principio citaba "Biutiful", la estupenda película de Iñarritu protagonizada por Javier Bardem, y la cita no es gratuita, ya que esa cinta viene varias veces a la mente viendo "El renacido", sobre todo en los flashbacks, que al igual que en aquella representan vivencias previas del protagonista con un punto de ensoñación, a medio camino entre lo idílico y lo pesadillesco. La idea es buena, pero en la película que nos ocupa, a base de reincidir en ella se termina por hacer aburrida y lastra la evolución de la trama. En la genial "Las aventuras de Jeremiah Johnson", a la que "El renacido" debe mucho, no había necesidad de ningun flashback para ahondar en el pasado del protagonista. O sin ir más lejos en    "Gravity" de su amigo Alfonso Cuarón, que es otra película que también viene a la memoria viendo esta película, los flashbacks eran escrupulosamente obviados: bastaba con el poder del guión y el buen hacer de los interpretes (un esforzado DiCaprio que parece que por fin va lograr su ansiado Oscar y un estupendo Tom Hardy...) para conocer y sentir el traumático pasado de la protagonista. Iñarritu ha pensado que no era suficiente con eso...


Pues lo mismo pasa con el resto de la película: hay ideas brillantes que por repetición pierden efectividad.
Un ejemplo, la idea de renacimiento, que es fundamental en la película, como queda claro ya desde el título que ha recibido para su distribución en España. La catarsis del personaje y el renacimiento tienen sentido y son ideas poderosas, pero cuando se produce la visualización del renacer del personaje ¡por tercera vez!, por mucha imagen potente que lo represente, acaba resultando reiterativo y queda desposeído de su fuerza inicial.
Otra demostración de eso sería el uso de los planos-secuencia. Hay momentos francamente brillantes, como, por ejemplo, el primer ataque de los indios: resuelto con un plano secuencia (trucado, por supuesto), por una parte trabaja muy bien la trepidación y subjetividad (con la cámara alternando en su seguimiento de un personaje a otro) sin necesidad de recurrir a rodarlo en primera persona, y por otra, trabaja muy bien la tridimensionalidad sin recurrir al formato estereoscópico. Otro buena utilización es el ataque de la osa, violento y visceral, que a base de no cortar el plano consigue la sensación buscada: generar una sensación de tormento que no acaba nunca. Nada que añadir a estos. El problema es cuando se insisten en crear movimientos de cámara epatantes (como ese en el que la cámara se asoma a los recovecos de una catarata...), pero que no añaden nada a la trama, más allá de demostrar que Emmanuel Luzbeski es uno de los dos o tres mejores cinematografos de en activo.
Porque en esta película, el director de fotografía mexicano sigue superandose a si mismo, no solo en lo que a movimientos de cámara se refiere, sino también en lo relativo a la iluminación, ya que, al parecer, a excepción de una escena que ha recibido iluminación de apoyo, "El renacido" ha sido rodado exclusivamente con luz natural. Más allá del hito que supone a nivel técnico (que no debería importar mucho a nadie a la hora de valorar la cinta, más allá de los profesionales del tema...), esta iluminación consigue trasmitir una intimidad y una naturalidad que hacen que la película gane muchos enteros.
Y para acabar está el guión de "El renacido", que no es nada del otro mundo. En el aparecen constantes de su obra como es el peso de la azar y la casualidad, y en la visualización del sufrimiento físico. Uno no sabe si es por herencia cristiana o delectación sádica, pero todos los trabajos de Iñarritu se caracterizan por mostrar el sufrimiento físico como camino para la redención del alma. Más allá de eso presenta dos problemas para mí bastante importantes. Por un lado está el hecho de que se basa en exceso en casualidades y golpes de azar para hacer avanzar la trama. Esto, que, como ya he dicho, es una de las constantes del realizador y que no supone generalmente un problema para mí, si que lo es cuando se empeñan en venderme la trama como basada en hechos reales: si hay que inventarse cosas para lograr que la película funcione, inventemoslas lo suficientemente bien como para hacerlas creíbles. Y luego está el hecho de detalles que son ninguneados en un momento dado y luego cobran un importancia tremenda en la resolución de la historia, como todo lo relativo con la hija secuestrada del jefe indio, retratado con bastante torpeza y escasa honestidad.

Aunque leyendo la entrada pueda parecer que no me ha gustado la película, no es así. Se trata de una película correcta con algunas cosas sobresalientes, pero parcialmente fallida, y que está bastante lejos de ser la genialidad que se está pregonando. Y que además según apunta todo, va a triunfar en los Oscars, logrando el hito histórico de reportarle a Alejandro Gonzalez Iñarritu el segundo oscar consecutivo como director (solo Mankiewicz y Ford lo han logrado), y lo que es peor, pasando por encima de maravillas como "Mad Max. Furia de la carretera" o "La gran apuesta" que encierran mucho más cine en ellas...



martes, 16 de febrero de 2016

Cuando ganar es una mala noticia.



Unos años antes de la quiebra del Banco Lehman Brothers (que fue el desencadenante de la crisis en la que aun nos econtramos) a consecuencia del desplome de las hipotecas basura, algunas personas lograron preveerlo, e intentaron ganar dinero con ello apostando en contra de lo que todo el mundo daba por seguro. Esta es su historia.

A poco de haber empezado el año, ya he visto una película, que sin duda va a ser una va a estar en mi lista de los mejor de 2016  (ya sé que aun no he publicado la lista de lo mejor de 2015, pero llegará, que no me da la vida para todo...). Y eso que tengo que reconocer que guiándome, como casi siempre que suelo ir al cine, por el director (un hombre que viene de hacer comedias protagonizadas por Will Ferrell), nunca la hubiera dado una oportunidad. Sin embargo, el reparto (que, por cierto, cumple de maravilla, del primero al último...) y la temática, me animaron a ir al cine. Menos mal.

"La gran apuesta" ahonda en lo que ya planteaban interesantes propuestas como "Margin call" o el documental "The inside job", pero lo hace yendo un paso más allá. Con una estructura que recuerda a las cintas que encumbraron al guionista Stephen Ghagan la pasada época, como la interesante "Traffic" o la genial "Syriana" (en su afán por mostrar diferentes aspectos de un problema de escala global), y un estilo que rememora a los Fincher y Scorsese más procaces (integración de canciones en la trama, alternancia de formatos audiovisuales dentro de la narración, ruptura de cuarta pared...) esta película logra salir victoriosa del tripe salto mortal de:
a) explicar los hechos macroeconómicos que desencadenaron la actual crisis económica de manera didáctica y diáfana;
b) mostrar las consecuencias de las convulsiones macroeconómicas en la gente de a pie;
c) hacerlo de manera enormemente entretenida.

Par lograr esto, la película juega con el espectador, ya que empieza como una película de ladrones, o de mejor dicho de grandes golpes, con sus planificaciones y su presentación de personajes, para acabar como un relato demoledor de la crisis económica que tantas vidas arruinado, que da a los que previeron la crisis una amarguísima victoria.

Al igual que la situación económica que se vivía en la primera mitad de la década pasada, al inicio todo es furor, optimismo y derroche y la película se deja llevar por esto con un montaje lleno de ritmo y con los protagonistas que ven el colapso del sistema inmobiliario como una ocasión para ganar dinero. Pero no son ellos los únicos, ya que los bancos y las aseguradoras, que serán los que les hagan ganar dinero a estos visionarios, se prestan gustosas a entrar en el mercado de los swaps (o futuros, como se les conoce  por aquí), que en aquel momento era considerado como sólido como una roca, y ven el que haya clientes dispuestos a apostar contra ello como una oportunidad de oro para sablar a unos incautos paranoicos.
Sin embargo, a partir del momento en el que aparece el personaje interpretado por Brad Pitt, que da vida a un economista ya de vuelta de todo, que ha renunciado a trabajar en finanzas por motivos de conciencia, y que vendría a ser la voz de la conciencia del relato, el tono de la película empieza a virar en una crónica del desplome del capitalismo. A partir de ese instante es cuando comienzan a mostrarse, las consecuencias que tienen las recesiones económicas en la población.





Pero la película no se queda simplemente en atacar a los bancos y las calificadoras de deuda, sin duda principales responsables de la debacle económica con su actitud avariciosa y rastrera, sino que se extiende parte de la responsabilidad hacia la sociedad, que no nos preguntamos el porque ni el como de la situación que se estaba viviendo. Y para hacerlo recurre a dos ideas que parecen meros gags, pero que esconden veneno y reflexión.
En lo que atañe a las causas de la situación económica, se recurre a la genial idea de utilizar a celebridades, que rompen la cuarta pared y que (exceptuando la intervención de un economista ganador del Nobel), no tienen a priori conocimientos sobre economía, para que expliquen los conceptos económicos que desembocaron en la crisis de 2008. No solo es una manera original de aclarar ideas imprescindibles para entender lo ocurrido y permitir el desarrollo de la trama, sino que  sirve para ilustrar como nos creíamos lo que nos contaban, sin preguntarnos nada sobre los que no contaban. No hay nada más fácil que dejarse engañar cuando nos cuentan lo que nos queremos oir.
Y en lo relativo al modo en el que las inversiones de dudosa seguridad se iban infiltrando en todos los estamentos de la sociedad, la manera de reflejarlo, que es la de intercalar montajes con imágenes de lo que ocurría en el mundo en esos momentos, será menos vistosa, pero es igual de brillante. Y es que este es un recurso ya visto en infinitas ocasiones, pero aquí no se utiliza para mostrar el paso del tiempo, sino que sirve para reflejar que en toda esa vorágine económica, lo que en realidad acaparaba la atención era la última salida del tiesto de Britney Spears, el nuevo cacharro de Apple, o el campeón  del deporte de turno.

Y para acabar, la burla final, con esa ilusión de desenlace feliz hollywoodiense, que la propia película se encarga de sabotear demostrando que (casi) ningún culpable pagó por sus (inmorales) actos, y no solo eso, sino que como sociedad no aprendimos sobre ellos, y todo apunta a que se puede repetir. No hay esperanza para nuestra sociedad. Menos mal que si que la hay para el cine. Con algo nos tendrán que entretener mientras nos la clavan ¿no?


viernes, 5 de febrero de 2016

Demasiado(s) odio(sos).


En pleno invierno en Wyoming, unos años después de la Guerra Civil americana, el cazarecompensas John "La horca" Ruth, lleva a su prisionera Daisy Domergue (excelente Jennifer Jason Leigh) a bordo de una diligencia con la intención de que sea entregada para ser ajusticiada. Sin embargo una tremenda tormenta de nieve hará que tengan que refugiarse en la mercería de Minnie, una fonda en la que todo es mucho más complicado de lo que aparenta.

Pues tras muchas vueltas y amenazas de no llegar a materializarse nunca, llegó la 8ª película de Quentin Tarantino. Y como siempre en él, venía cargada de expectación. Aunque en este caso, Tarantino (re)cae en el que para mí es su mayor fallos: la autoindulgencia. En los peores momentos de su filmografía, queda tan extasiado con su trabajo, que es incapaz de desechar tramos de película que no añaden nada y que hacen que el ritmo se resienta. Aquí el problema esta en la primera mitad de la película.

Y eso que la cinta empieza bien, con ese estupendo y larguísimo plano inicial de una cruz de piedra con un Cristo crucificado, que, arropado por la tensa música de Morricone, tiene la doble función de adelantar el martirio que van a sufrir los protagonistas, y que también le sirve como hito para marcar el tiempo en los saltos en el tiempo que irán apareciendo en la narración. El viaje en la diligencia que se sucede a continuación resulta interesante, trayendo a la mente la magistral "La diligencia" (sin alcanzar su nivel, por supuesto...), ya que a la vez que permite presentar a los personajes, muestra la sociedad violenta, machista, rencorosa y racista en la que se va a desarrollar la historia.

El problema es cuando se produce la llegada a la mercería de Minnie, momento en el que la película se transforma en un whodunit al más puro estilo de "Los diez negritos" de Agatha Christie. Tarantino sigue aquí presentando el resto de los personajes de la función y el lugar en el que va a transcurrir toda la historia. Pero en su intención de generar suspense en el espectador, incluye secuencias y detalles que no conducen a nada (la fijación de las cuerdas entre las distintas edificaciones, la puerta que precisa ser apuntalada para que no sea abierta por la tormenta de nieve...), y en lugar de inquietud lo que llega a generar es tedio (yo llegué a cabecear de sueño...). La cocción a fuego lento es la mejor manera de crear suspense, pero cuando uno deja un plato demasiado tiempo al fuego, puede ponerse correoso e incomestible.

Afortunadamente el de Knoxville consigue reconducir la trama, y a partir del flashback que narra el personaje de Samuel L. Jackson (tan genial como siempre), el interés remonta y no decae hasta el final. A partir de este momento, el referente pasa a ser, al igual que lo fue en su primeriza "Reservoir dogs", "La cosa" de John Carpenter (no creo que la presencia de Kurt Russell se trate de algo casual...), y se desata la paranoia y la desconfianza. Lo que sigue de aquí hasta el final es un  ejercicio de suspense bien narrado, personajes que nunca son lo que dicen ser, cambios de puntos de vista, flashbacks marca de la casa y sangre, muchas sangre. Y eso que estamos hablando de Tarantino, que nunca se suele cortar con la hemoglobina... A la construcción del suspense contribuye en no poca medida la música de Ennio Morricone, que tras ver muchos de sus temas utilizados en las películas de el realizador, por fin ha accedido a componerle música original, que al parecer, utiliza en parte música no utilizada para ¡again! "La cosa" de John Carpenter (y aviso que no será la última vez que aparezca el maestro del terror en este entrada...)
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Un aspecto que me ha llamado mucho la atención es que Tarantino ha realizado su película más política. Esto es toda una sorpresa, porque el cine de este hombre nunca se ha caracterizado por su interés en retratar la sociedad que le rodea. Pero la verdad es que aquí ha andado bastante acertado en mostrar un país dividido y lleno de rencor. Es fácil ver en esos personajes racistas, desconfiados y violentos un reflejo de la Norteamérica actual, siempre al borde de la revuelta racial y condenada por su avaricia y esa violencia a punto de estallar ante el más mínimo suceso.

Mucho se ha hablado del rodaje en Ultra Panavisión y 70 mm. Aunque yo no he conseguido verla en ese formato (por aquí solo se ha estrenado en ese formato en un único cine en Barcelona...), no termino de ver la utilidad, más allá de lograr publicidad extra y reivindicar su amor por el celuloide y el cine a la antigua usanza. Por lo menos de la manera en la que está rodada. El manejo que hace de  la profundidad de campo, pudiera haber sido realizado en otro formato tranquilamente, como ha ndemostrado Tarantino y su inestimable colaborador el genial Robert Richardson (el mejor cinematografo de la actualidad para el que esto firma...) en otros trabajos previos. Pero es que tampoco se termina de aprovechar las capacidades del formato panorámico en lo que a composición del plano se refiere para generar suspense. Algo que si que ocurría en el uso que se daba al formato alargado en las magistrales "Lawrence de Arabia" y "La noche de Halloween" (otra vez Carpenter, aunque no preocuparse que ya va a ser la última que le nombro...), o sin ir más lejos en la reciente y genial "It follows".

En fin, que aunque "Los odiosos ocho" no se trata de una película despreciable, si que resulta decepcionante, sobre todo viniendo de realizar trabajos tan estupendos como "Malditos bastardos" o "Django desencadenado": si a estas películas vuelvo cada cierto tiempo y las disfruto tanto o más que la primera vez, ahora mismo no tengo ganas de volver a la mercería de Minnie.

lunes, 1 de febrero de 2016

Las canciones con las que dormimos a nuestra niña.

Pues aunque queda muy socorrido decirlo, parece que fue ayer, pero ya ha pasado un año de que colgaramos cierta entrada por aquí. Un año enriquecedor, que me enseñado entre otras muchas cosas, lo estupenda madre que es La gata con gafas. Y un año también distinto a todos los que hemos tenido, lleno de alegrías y algún que otro susto. Y de bastante sueño. Porque hemos pasado bastante sueño, ya que nuestra criatura tendrá muchas virtudes, pero entre ellas no está la de ser muy dormilona. Más bien al contrario: le cuesta bastante dormir. Así que nos hemos visto haciendo las típicas cosas que se hacen para intentar que duerman los bebes: sacarla a dar paseos, mecerla en la cuna, colgarla en la mochila, zarandearla en la hamaca... Y como no, le hemos cantado mucho. Y con esto llegamos al motivo de este post, y es que me gustaría compartir las canciones que con más éxito le hemos tarareado para que caiga en brazos de Morfeo , porque son bastante curiosas. Vamos allá:

"Under the Bridge" de Red Hot Chili Peppers: Esta es bastante lógica si se piensa, ya que, a pesar de que se ha escuchado hasta la saciedad, se trata de uno de los medios tiempos más emotivos que ha parido el rock. Los acordes de guitarra del genial y complicado John Frusciante son inconfundibles y la canción te abraza con la sentida voz de Anthony Kiedis. Pues con esta hemos dormido a nuestra hija en muchas ocasiones. Además no solo tarareandola, sino que al ponerla en el coche (porque la afición que mi hija sintió por ella hizo que desempolvara mi viejo cd de "Blood sugar sex magic"...), el citado inicio hacía que la pequeña se calmara inmediatamente. Otro asunto es que esta canción es la que compusieron los angelinos como homenaje a su antiguo miembro Hillel Slovak, muerto de una sobredosis de caballo... 



"Rebel waltz/Matxinatu vals-a" de The Clash/Negu Gorriak. De esta canción, que me fascina, ya hablé en su día en el blog. Y con esta canción el impulso de tararearsela fue algo más intuitivo y visceral, ya que me vino a la mente ya en el hospital, para intentar calmarle el llanto mientras le acunaba en las primeras horas de vida. Y he seguido haciendolo todo este año. Eso sí, no sé cual es la versión que le tarareo, si la de de The Clash, o la  estupenda versión que le hicieron Negu Gorriak en su disco de despedida (que además tengo que reconocer que fue la que me hizo conocer la canción original, hace ya casi 20 años).




Y esto es. Me apetecía compartir esto con vosotros. Esperamos seguir tarareandolas por mucho tiempo, aunque tenemos los dedos cruzados para que la pequeña vaya durmiendo mejor. De las consecuencias de dormir a un bebe con canciones que hablan de un músico que murió de sobredosis, y con un vals escrito por el grupo de punk combativo por antonomasia, ya iremos sabiendo con el paso de los años. Porque parece que si que va a seguir con los gustos de sus progenitores...