jueves, 21 de agosto de 2014

La galaxia está (muy) bien guardada


Peter Quills, alias Star Lord, vive de encontrar objetos en los confines del espacio y venderlos al mejor postor desde que fue abducido cuando era un niño en la Tierra por una banda de saqueadores espaciales. Tras robar el Orbe, un objeto cuya utilidad desconoce para venderlo, se verá envuelto en una trama que enfrenta que podría desembocar en la destrucción del Universo. Afortunadamente en su camino encontrara a otros inadaptados como él: Gamora, Groot, Drax y Rocket, con los que terminará formando, casi contra su voluntad, los Guardianes de la Galaxia, la última esperanza del Universo...

Había que ir a ver esta película con cierta precaución. Porque, a pesar de tenerle muchas ganas por los divertidos trailers con los que la habían adelantado y por los elogios que se oían por todas partes, podía ser una de esas películas que acaba siendo victima de un exceso de expectativas. Lo que a día de hoy ha dado en llamarse hype...
No hay que tener miedo: la película es una GOZADA. De principio a fin.

A pesar de llevar leyendo tebeos Marvel practicamente desde que se leer, no conocía a ninguno de los protagonistas, y como yo le pasa a mucha gente, así que, a priori parecía una apuesta arriesgada el dedicarles una superproducción a estos personaje. Pero Marvel, en una jugada inteligentísima, ha puesto al frente de la película a James Gunn, un hombre formado en la serie B (y también la Z, la Troma, para ser exactos...)) y le ha dado bastante libertad (siempre dentro de los márgenes de una producción Marvel). De sus trabajos previos conozco la serie de cortometrajes  "PG-porn", que, protagonizadas por actrices porno, son unos divertidos ejercicios de ironía y autoconciencia, al tratarse de delirantes piezas de porno, ¡¡sin porno!!. Sus otros trabajos son el guión de la mejor películas de zombies de los últimos 40 años, el remake de "Amanecer de los muertos" (que espero algún día caiga por aquí). Y la curiosísima "Super", una cinta que era a la vez vitriólica parodia y apasionada carta de amor al género superheroíco, todo desde una perspectiva netamente trash.

Pues con estos antecedentes Gunn construye lo que vendría a ver una versión superheroica y gamberra de "El mago de Oz": una serie de protagonistas con carencias por su triste pasado, trasladados a un mundo que no es el suyo, en el que se enfrentan a amenazas más grandes que la vida que les harán aprender sobre si mismos y sus capacidades. Nada nuevo bajo el Sol. Pero, claro el director lo llena de emoción, humor y autoconsciencia, logrando una de las mejores películas de superheroes que se han visto. ¿Y como lo hace?



Lo primero los actores están todos estupendos: Chris Pratt derrocha carisma encarnando a Peter Quill siempre pegado a su walkman como lazo de unión a la Tierra y a la madre de la que se vió desposeido; Zoe Saldanha dando vida a Gamora y convirtiendose en la musa de la ciencia ficción, solo igualada por Sigourney Weaver; Dave Batista más que aceptable como un Drax; y como no los Han Solo y Chewbaca del siglo XXI, Groot y Rocket, que roban todas sus secuencias. Los secundarios (quitando Michael Rooker haciendo de Michael Rooker) y el villano (ese Ronan el Acusador es quizás el punto más flojo del conjunto...) quedan un poco deslucidos eso sí. Sobre todo me da pena en el caso de Benicio de Toro dando vida a El Coleccionista, un personaje que desde aquellos enfrentamientos entre heroes que organizaba, siempre me ha fascinado. A ver que hacen con él en las siguientes películas, porque el actor y el personaje tienen potencial y aquí se queda la cosa casi en un cameo desaprovechado.






Luego está el guión, que rebosa unos diálogos simpatiquísimos, conscientes de que el terreno en el que se encuentran no puede ser tomado del todo en serio, pero sin caer en un exceso de ironía que podría hacer que nos desentendieramos de los personajes. Y la verdad es que hay ratos que pueden llegar a emocionarnos si nos encuentran con la guardia baja... No solo eso, sino que hay momentos en el que el sentido de la maravilla  (ese polen fluoresecente que segrega Groot) y la aventura poseen el relato, sin que le hagan a uno arquear la ceja... Además vamos conociendo cosas de su pasado que a la vez hacen avanzar la trama sin caer en flashbacks mil veces vistos. Y luego está el tramo final, que funciona a las mil maravillas, sin quedar como una mera traca final.

Las secuencias de acción están muy bien rodadas. Y eso que la película transita géneros muy distintos: empieza como una película de aventuras, para pasar a convertirse en un thriller carcelario y acabar en una epopeya sideral. Además están llenas de detalles surrealistas (el momento empalamiento de Groot, y no digo más...) que les dan un puntito distinto.

El diseño de producción es otro de los puntos fuertes. Se ha apostado por el color, que llena la pantalla en todo momento y le da un tono pop de tebeo añejo (de cuatricromia, vamos) delicioso.Y dentro de ese diseño pop metería de lleno la selección musical del walkman de Star Lord (una idea deudora de Tarantino en un 100%), que (cor)rompe el tono épico que acompaña a este tipo de películas logrando darle al conjunto un tono desenfado.




Una gozada que todo amante del buen cine de entretenimiento debería ver. Es un delito dejar pasar cintas como estas, que ennoblecen el noble arte de entretener y hacer soñar a la platea.
"Nosotros somos Groot"


viernes, 15 de agosto de 2014

Para el chatarrero...


Como uno tiene sus bajas pasiones, y un punto masoca, y hay que cumplir lo prometido, llegó el momento de ver este "Transformers: La era de la extinción". Ha sido una mala idea.

Han pasado varios años de la batalla de Chicago que mostró "Transformers: La cara oculta de la Luna". A consecuencia de los devastadores efectos de aquella, todos los Transformers, Decepticons y Autobots, están siendo perseguidos y aniquilados por la CIA. Así que los robots sobreviven ocultandose. Así un inventor de Texas medio arruinado, dará con Optimus Prime en pésimo estado, que tras un poco de chapa y pintura, intentará reunir a los Autobots para desenmascarar los intereses que hay tras su persecución...

Menudo argumento ¿eh? Bien, pues la película es así de mala. Algunos me dirán que a ver que me iba esperar viniendo de quien viene y siendo la cuarta entrega de una serie y que merecido me lo tengo. Pues como ya reconocí en su día, yo disfruté bastante de la tercera entrega, que ofreció uno de los climax más espectaculares que he visto en pantalla. Además, Mark Wahlberg puede se un actor más que solvente, la colaboración con Michael Bay que presentó el año pasado fue su mejor película y una de las que a mi más me gustaron. Así que uno, iluso que es, esperaba sacar de aquí un rato delirante, entretenido y (sé que esto va a sonar bisoño, pero así lo pensaba) más maduro. Va a ser que no...

Si algo no se podía negar hasta ahora es que las películas de Transformers daban lo que prometían: muchas secuencias de acción de robots gigantes dandose para el pelo. Y es que por lo menos la mitad del metraje estaba ocupado por secuencias de batallas. Pues en esta película, que la más larga de la saga (y se nota...), se echa a faltar acción. A pesar de que la secuencia de apertura no está mal del todo, es muy corta, y el resto de las secuencias de acción son bastante repetitivas, incluso la breve batalla final, en la que aparecen los Dinobots, que manda huevos meter robots dinosaurios en una película y que resulten anodinos... Bay parece empeñado en meter secuencias explicativas para intentar aclarar una trama que tiene la curiosa virtud de ser a la vez simple y enrevesada, cuando lo que de verdad quiere ver el espectador es ver a Optimus Prime repartiendo estopa. Y eso que sobre el papel hay algunas (escasa) buenas ideas, como que los Transformers se vean perseguidos y ejecutados por el gobierno estadounidense después de haber salvado el mundo, o que se relacione la extinción de los dinosaurios con la primera llegada de los Transformers a la Tierra. Pero se quedan en nada.

El humor que intenta meter solo funciona cuando es Stanley Tucci (el único actor que parece saber de que va la cosa...), dando vida a una suerte de Steve Jobs venido a más, el que suelta las frases. El resto de bromas son tontas y sin gracia, por mucho que el pobre Mark Walhberg, que está aquí peor que en ninguna película en la que le haya visto, se comporte como un cromagnon y no pare de martirizar al novio de su hija... Espeluznante. Y el resto de los actores, pues peor aun, con especial mención para la actriz que interpreta a la hija de Walhberg (ni el nombre me voy a molestar en buscar) que hace que uno eche de menos las capacidades interpretativas de Megan Fox. Con eso lo digo todo...

Sé que esto dejará a alguno con el culo torcido, pero a Bay se le ve desganado. Me explico. Sigue teniendo los mismos tics: siempre está atardeciendo; todas las mujeres son potenciales modelos de Victoria´s Secret (a no ser que sean gorditas graciosas); la bandera americana está por todas partes; y la vida trascurre a cámara lenta y en contrapicado. Pero en este caso, no logra trasmitir la pasión que, se compartiera o no, conseguían  desprender sus películas. Se siente forzado y sin ganas. Hay una secuencia de la película en la que un personaje, en un antiguo cine abandonando dice, ante un poster de ¡¡¡"Rio Bravo"!!! que el cine ya no es lo que era, y que todos son secuelas, remakes y adaptaciones de cosas ya conocidas. ¿¿WTF?? Y si uno piensa que en un principio, el director de Los Angeles dio su participación en la saga por terminada con la anterior entrega, y que ahora afirma que no volverá para la quinta entrega (que la habrá: más de 1000 millones de dolares lo aseguran...), pues queda todo más claro.

Este plano resume el cine de Michael Bay a la perfección...
Una pérdida de tiempo. Solo espero que de verdad sea la última, o que por lo menos Bay se dedique a hacer otras cosas. El tema es si habrá más historias sobre criminales culturistas oligofrénicos ambiciosos o similares en las que pueda dar lo mejor de sí mismo...


domingo, 10 de agosto de 2014

Recuperando clásicos (XIV): "Centauros del desierto"


Pues así como sin darme cuenta voy a analizar por aquí la tercera obra maestra de John Ford. Con este hombre me pasa algo curioso: sus películas siempre me han gustado, pero es que conforme pasa el tiempo, me voy dando cuenta de que tras la aparente sencillez  y entretenimiento con las que se ven, hay un lenguaje cinematográfico muy trabajado y depurado. Serán cosas de la edad...

Ethan regresa al rancho de su hermano tras 8 años sin verle. En este tiempo ha luchado en la guerra civil en el bando de los confederados (aunque el dice no haberse rendido nunca...). Al poco de su regreso los Comanches atacan el rancho acabando con toda la familia excepto las dos hijas, a las que secuestran. Ethan consagrará los próximos años de su vida a buscarlas por todo el Oeste...

Pocas películas generan tanto consenso entre cinefilia y cineastas como esta para ser considerada una obra maestra. Y es que el entramado que construye Ford sobre un andamiaje a priori tan simple es fascinante. Desde el primer plano hasta el último. Y esta expresión no es una frase hecha, porque los dos iguales, marcando a fuego el destino del protagonista.





La primera imagen que vemos es la silueta del Ethan recortándose en la distancia sobre Monument Valley a través de la puerta abierta del rancho. No será la primera vez que veamos un plano tomado desde el interior a través de una puerta. Y esto que se convierte en una constante en la película es una manera muy sutil y elegante de mostrar la inadapatación del personaje de Ethan a la civilización: él ya no forma parte de ese mundo, por decisión propia probablemente, y nunca formará parte de él. Pero es que en las secuencias en las que está dentro de casas, la manera de mostrarlo deja patente su incomodidad y extrañeza. Esto se ve muy bien los pasajes que trascurren en el interior de la casa del hermano, en los que Ford pone la cámara en un ligero contrapicado, que parece mostrar al personaje aprisionado por el techo de la construcción.

Y es que ese es otro de los puntos que llaman la atención de la película: convertir en protagonista a un personaje racista, violento y amargado. Nada más lejos de lo que entonces era habitual en John Wayne, la mayor estrella del momento, famosa por haber dado vida a héroes míticos. Eso sí, todos estos atributos van siendo matizados a lo largo de la cinta. Aunque siente un odio tremendo hacía los indios (llega a disparar al cadáver de uno de ellos para obligarle a vagar como alma en pena según sus tradiciones…), la molestia que se ha tomado en conocer su idioma y su forma de vida, no dejan de ser una manera de respetarlos (además de gestos como la actitud ante la muerte de cierta india o su propio testamento), lo que les confiere más entidad que la de salvajes de una sola pieza. Su violencia viene marcada por sus vivencias en la Guerra Civil. Y su amargura viene dada por tener el corazón roto a consecuencia del amor no correspondido.

La manera de que tiene el realizador tuerto de mostrar todo esto es mediante sugerencias. La ya citada primera secuencia es ejemplar a ese respecto. En base a la manera de mostrar la llegada de Ethan al rancho de su hermano y la actitud respecto a este y a su mujer, y sin casi diálogos, se hace al espectador consciente de que Ethan estuvo (y está) enamorado de su cuñada, y se establecen dudas sobre la paternidad de la sobrina de 8 años, que es justo el tiempo que Ethan ha estado fuera… Pero no es este el único momento: ahí están la mirada que se dedican en un funeral Laurie y  Martin, que hace intuir la incipiente historia de amor entre ambos; o la inquietante mirada que dedica Ethan hacia el inalcanzable rancho de su familia, sabiendo que puede estar siendo atacado por los indios. Y más que guardo para no destripar la película para aquellos que haya cometido el error de no haberla visto aun.

El uso de las elipsis también es fascinante. Practicamente todas las secuencias violentas suceden fuera campo: el ataque de los indios al rancho familiar, el ataque suicida de Brad, el hallazgo del cadaver de Lucy por parte de Ethan. Pero el efecto que logra así, al dejarlo a la imaginación, es mucho más potente. Otra muestra de maestría narrativa es la idea de narrar gran parte de la película a traves de una carta, que sirve para concentrar varios años de busqueda en unas pocas secuencias.




La fotografía es otro de los puntos fuertes de la película. Rodada en Vistavision, la manera que tiene Winton C. Hoch, que ya había ganado dos Oscars a las ordenes de Ford, de mostrar en pantalla Monument Valley es canónica y ha servido de inspiración (reconocida además) a David Lean o Steven Spielberg a la hora de fotografiar paisajes en "Lawrence de Arabia" o "Encuentros en la tercera fase". No busca un uso realista de la luz, sino que la utiliza como si fuera una paleta para reflejar los sentimientos de los personajes. Algunos de los momentos en los que mejor se puede ver esto es en el ataque al rancho con la puesta de sol, en el funeral o en la incursión en la poblado indio al amanecer.



También funciona muy bien la música. Si pasamos por alto la incursión un tanto forzada de la canción de turno (en "El hombre tranquilo" estaba justificada; aquí no tiene mucho sentido más allá de lo mucho que le gustaba el folk a Ford y de meter al cantante popular de turno en la película...) la banda sonora brilla tanto en los momentos de suspense como en los melancólicos. Algo que esperable contando que viene de la mano de Max Steiner, el hombre que puso música a "Casablanca", "Lo que el viento se llevó", "Al rojo vivo", "El tesoro de la Sierra Madre" o "El halcón y la flecha". Ahí es nada...

Esta película tiene muchas más cosas buenas, que me guardo para no aburrir al personal, como la labor de todo el reparto (atención a Natalie Wood en su primer papel), lo bien rodadas que están la secuencias de acción y la capacidad que tiene de tratar temas tan profundos como la religión con una ligereza pasmosa. Como nota curiosa, tengo que decir que el título que se le dió en su estreno español, es uno de esos escasos casos en los que la "creatividad" de los traductores enriquece la película, y es que el tono mitológico de "Centauros del desierto", es muy superior a "Los buscadores" que vendría a ser la traducción literal. Una feliz licencia.


Curiosamente esta película, al igual que tantas obras maestras del cine ("Vertigo", "Ciudadano Kane"...) fue recibida con bastante tibieza en el momento de su estreno y no se llevó ningún gran premio aquella temporada. Sin embargo el tiempo ha ido poniendola en su lugar y su legado e influencia a día de hoy es inmenso. Que cosas...
Por si no lo he dejado claro, todo el mundo debería verla, y el que no lo haya hecho que aproveche el verano y le eche un vistazo. No se arrepentirá.