jueves, 27 de diciembre de 2012

Hombres (des)armados


Hace unos días vimos "Una pistola en cada mano", la nueva obra de Cesc Gay, un director a tener en cuenta, como dejaron claro "Ficción" y, sobre todo, esa comedía tan desoladora que es "En la ciudad".

Esta cinta busca establecer un retrato de los hombres en los 30-40 de hoy en día. Y para hacerlo, Gay se vale de una serie de conversaciones a dos, bien entre hombres o bien entre hombre y mujeres, en las que los hombres hablan a tumba abierta, algo que según plantea la película (y algo de razón no le falta) no es una cosa frecuente.

Nada más ver la trama se ve, que, al igual que sus anteriores trabajos, se trata de una cinta de corte teatral, dicho sea esto sin ningún ánimo peyorativo. Si la película funciona es por la buena labor de sus interpretes (entre los que destacan, como casi siempre, Luis Tosar, Eduard Fernandez y Javier Cámara) y los muy cuidados diálogos, que logran que la función quede bastante entretenida. La puesta en escena y el montaje no hacen grandes alardes, remarcando los sentimientos que se se expresan, pero sobre todo, dejando que las secuencias reposen y que no se pierda nada de la labor de los actores.

El retrato que realiza la película de los hombres, aunque se haga desde la comedia, es bastante certero (por lo menos, en lo que yo conozco) ya que refleja muy bien la dificultad para expresar los sentimientos y para compartir con amigos cosas íntimas, que casi todo el genero masculino padece(mos) en mayor o menor grado. El retrato que establece no escatima en mostrar los aspectos más negativos de la masculinidad, y lo hace sin paños calientes, pero, a la vez, logra que, en muchos casos por su patetismo (ver la desoladora declaración que realiza Javier Cámara…), las actitudes y los comportamientos de los protagonistas resulten, aunque censurables, comprensibles. Y es aquí donde más se diferencia de “En la ciudad”, la que para mí es hasta ahora su mejor película. Si bien “Una pistola en cada mano” se podría ver como una continuación espiritual de aquella, dado que comparten la ubicación geográfica (Barcelona), el tema de fondo (retrato generacional de los que están entre los 30-40), y, hasta cierto punto, la manera de contarla (la estructura de historias cruzadas), la actitud del director con respecto a los personajes no es la misma. Aquí, como ya se ha comentado, demuestra cierta comprensión hacia los personajes, y esto estaba ausente en “En la ciudad”, donde mostraba abiertamente su desprecio respecto hacia la actitud cobarde y caprichosa de los protagonistas. No hay más que recordar esa divertidísima y descorazonadora comida final, en la que confluían amigablemente profesores conquista alumnas, homosexuales reprimidas, lolitas y matrimonios adictos a la infidelidad, todos ellos dispuestos a degustar una paella. Impagable.

En fín, una película entretenida, que nos retrata a los hombres de manera incisiva, honesta, pero también compasiva. Aquí tenéis el trailer:



domingo, 23 de diciembre de 2012

Un viaje estirado


El otro día estrenaron "El hobbit: Una viaje inesperado" y había que ir a verla. En primer lugar, porque a pesar de no ser un fan de la fantasía heroica y la épica, hay que reconocer que la trilogía original estuvo muy bien y ocupa un más que merecido lugar en la historia del cine. Y luego estaba el tan comentado tema de estar rodada a 48 fotogramas por segundo, técnica con la que Peter Jackson pretende revolucionar el cine.

Para empezar hablaré un poco de la película en sí misma. Como casi todo el mundo sabe ya esta cinta es la primera de las tres partes en las que se ha adaptado "El hobbit", novela de J.R.R. Tolkien con la que iniciaba el universo de la Tierra Media, y en la que presentaba personajes y situaciones que luego desarrollaría en su obra magna, "El señor de los anillos". Y aquí está el primer problema: que se ha estirado demasiado la trama. Si en el caso de la trilogía original era lógico hacerlo así dada la magnitud de la obra original (más de 1000 paginas), en este caso no tiene razón de ser, ya que la novela ronda las 300 y para sacar de ahí tres películas de dos horas y medía, hay que estirar mucho la cosa. Y claro, el conjunto se resiente.
La película tiene importantes altibajos de ritmo, ya que hay secuencias que han sido alargadas hasta lograr que el espectador (o por lo menos yo), se desentienda. Sirva como ejemplo la secuencia en la que los trece enanos llegan a casa de Bilbo Bolsón: se hace eterna y además, no logra su propósito, que es el de presentar a cada enano de manera tal que quede definida su personalidad para el resto de la historia. Bueno, pues desde aquí reto a alguien a que recuerde el nombre de más de dos enanos una vez acabada la proyección. Media hora de película derrochada. Otro momento que se hace pesado es el concilio en Rivendel: por más que quieran evocar la maravillosa secuencia en la que se constituía la Comunidad del Anillo en la primera de las películas de la saga, no lo logran ni por asomo, con unos diálogos bastante tontos y enrevesados, que son tan liosos que tienen que volver a ser explicados mediante una conversación telepática entre dos de los personajes. Un pena.
Algunos han criticado el tono del relato por ser demasiado infantil. Para mi eso no supuso ningún problema. Aunque lo leí hace un montón de años, el tono de "El hobbit", es bastante más distendido que el de "El señor de los anillos", que puede resultar más plomizo (yo tengo que reconocer que no pude pasar del primer libro...). Bueno, pues ese tono más infantil se mantiene en "El hobbit: Un viaje inesperado": hay chistes escatológicos para niños y hasta canciones (que ya estaban en la novela) y ambos resultan bastante simpáticos. De hecho, la mejor secuencia es  una de las (a primera vista) más infantiles: el juego de adivinanzas entre Bilbo y Smeagol (para mí, el mejor personaje de toda la saga), que consigue resultar divertida a la par que tensa. Además hay que tener en cuenta que esta historia transcurre 60 años que "El señor de los anillos", y por tanto se trata de un mundo más luminoso que el que encontraremos más tarde.
Más allá de las adivinanzas, hay secuencias estupendas, como el prólogo que explica la conquista de la montaña por parte del dragón Smaug, en la cual, al solo ver partes aisladas de la bestia (una pata, un ojo, el morro) se aumenta su carácter legendario. O la secuencia en la que se inicia la narración de la historia en flashback y que enlaza con lo visto en las primeras secuencias de "La comunidad del anillo" de manera entrañable. O la espectacular aparición de los gigantes de piedra.
Otro de los aspectos en los que Peter Jackson demuestra no haber perdido el pulso es en las secuencias de acción, todas ellas bastante bien ejecutadas, aunque la manera que utilizan en ocasiones para resolver situaciones limite con intervención externa cuasi-divina puede resultar un poco molesta.



En cuanto a los actores, hay dos que destacan sobre el resto. El primero de ellos Martin Freeman, que interpreta un Bilbo Bolsón estupendo que logra hacer que funcionen secuencias que con otro seguramente hubieran sido infumables. Y el otro sería Ian McKellen, que con su habitual buen hacer, interprete a un Gandalf bastante alejado del que nos encontramos en la saga del anillo, es más joven, despreocupado y con más sentido del humor.




Y ahora los 48 fotogramas por segundo, o HFR, o 48 fps, o como más gusté. A pesar de que había leído por ahí que le daba un aspecto cutre, y que parecía televisiva o grabada con una cámara casera, me picaba bastante la curiosidad y me decidí a verla en este formato. Y la verdad es que fue una experiencia curiosa.
Empecemos por lo positivo, que lo hay y bastante. El 3D luce como nunca en este formato. Es el mejor 3D que se puede ver. Me parece que nadie puede discutir esto. Con 48 fps se logra una nitidez que nunca se había visto en formato tridimensional. La mayor velocidad de proyección hace que sea posible disfrutar del relieve de un modo inconcebible hasta ahora. Algunos dirán que ha habido 3D estupendos como "Tintin y el secreto del Unicornio", "La invención de Hugo", o "El asombroso Spiderman". Y bien cierto es que estas películas sacaban un partido narrativo (incluso  superior al que presenta "El hobbit") como ninguna otra lo ha hecho a este formato, pero de cara a ser disfrutado por el espectador, la nitidez del HFR es inigualable.
Pero no todo iba a ser positivo, y es que este aumento de la nitidez, hace que lo que vemos en pantalla resulte demasiado cristalino, tanto que parece menos "cine" que lo que estamos habituados.  Y esto llama aún más si cabe la atención en una película como esta, que evoca un universo fantástico, que además nos había sido presentado con una luz muy de cuento en las entregas previas de la saga.
Creo que los 48 fps pueden ser un avance, pero dudo que sea algo que se vaya a imponer como estandar, por lo menos a corto plazo. Quizás en un futuro, cuando se conozca más la técnica y los directores de fotografía estén más acostumbrados a ella, se pueda lograr que la ilumición en este formato vaya más allá del realismo.  Por eso, veo el HFR como una herramienta narrativa más con la que pueden contar los cineastas, y que puede ser estupenda en películas que busquen un look más realista, como por ejemplo podría ser una cinta de acción contemporanea, una de animación, o algo relacionado con la ciencia-ficción. Pero como me decía el otro día un amigo, no va a ser una cosa sencilla,  porque a pesar de que se ruede pensando en HFR, luego nunca va a ser exhibida solo en ese formato, lo que dificultara ver la película de manera adecuada...

En fín, que "El Hobbit: Un viaje inesperado" es una película de aventuras bastante disfrutable, a la que le hubiese sentado estupendamente durar media hora menos, pero de la que es fácil salir contento. Además se agradece volver a la Tierra Media después de tantos años, y sobre todo, reencontrarse con el pobre Smeagol, un personaje fascinante, capaz de ser repulsivo, tierno y peligroso a la vez. Y si se va a ver en 3D, mejor hacerlo en 48 fps. Es un salto importante.




jueves, 20 de diciembre de 2012

Películas para ocasiones (II): "El día de mañana"


Mañana se acaba el mundo, y por si acaso a alguien le apetece perder el tiempo mis divagaciones, voy a hablar de una de mis películas de catástrofes favoritas de los últimos años "El día de mañana", dirigida por el tío que con mayor numero de gente ha acabado (en la ficción, por supuesto), Roland Emmerich. Sé que "2012" pega más para este día, pero la que hoy nos ocupa me gusta más.

¿Es Emmerich el destructor del cine?
Este alemán no va a pasar a la historia por ser un gran director, pero a día de hoy nadie la hace sombra en cuanto a destrucción a gran escala a se refiere (si acaso Michael Bay, que también tiene mucho salero en esto de destrozar cosas...): "Soldado Universal", "Stargate", "Indepence Day", "Godzilla", "El dia de mañana" y "2012". Este hombre es la pesadilla de cualquier aseguradora.




Por si alguien no la ha visto, la película parte de la teoría que dice que el calentamiento global podría llegar a precipitar una nueva glaciación. A pesar de que pueda parecer descabellada, este teoría tiene bastantes científicos que la defienden. A partir de que se produce el desastre, con unas secuencias de destrucción bastante logradas, quedan aislados los diferentes personajes que se nos han ido presentando y que intentarán sobrevivir a la situación en que se encuentran. Las situaciones y personajes son los típicos en el cine de catástrofes: los jóvenes que se van enamorando en medio de la tragedia; el anciano que se inmola; el heroe descarriado que se redime; el insolidario que pagará con su vida por el egoísmo.... Vamos, nada nuevo bajo el sol, pero por lo menos aquí se evitó caer en lo lacrimógeno, algo que hundió en la miseria "2012", con supuestas secuencias emotivas que acabaron siendo sonrojantes... Lo que que hay que reconocerle a esta cinta, es que parte de una situación bastante pesimista e inevitable: no hay manera de evitar que ocurra el desastre, no va a haber ningún héroe que salve al mundo. La única opción posible es la de intentar hacer frente a la tragedia y luchar para mantenerse con vida.


Lo mejor de la cinta es que está contada con bastante "clasicismo", con un estilo cercano a las películas fundacionales del genero: "El coloso en llamas" y "La aventura del Poseidon". Las secuencias de destrucción no se retrasan mucho, y ocurren más o menos a la media hora de metraje, lo que hace que la cosa gane en agilidad. Hay alguna secuencia (aunque irrisoria si se piensa detenidamente) bastante original, como aquella en la que el frio va avanzando a través del edificio en el que se encuentran refugiados como si fuese un espíritu implacable que acaba con todo a su paso, pero no os preocupeis, que nuestros héroes logran detenerlo ¡¡¡cerrando una puerta!!! Parece una chorrada, y lo es, pero tal y como está contada la secuencia funciona. También esta bien la visita al barco encallado en la Quinta Avenida de Nueva York, en la que se las tienen que ver con una manada de lobos hambrientos. Y por supuesto, como todas las películas de catastrofes, tenemos imagenes que generan a la par belleza e inquietud, como la ola de huracanes que asola Los Angeles, o la de la Estatua de la Libertad cubierta completamente por hielo, y de la que solo se ve la antorcha plagada de carámbanos.

Los actores están dignos: Dennis Quaid es padre divorciado madura que se redime atravesando los glaciares para salvar a su hijo; Ian Holm es el científico vejete resignado y entrañable; Jake Gyllenhal es un post adolescente nerd de la ciencia, que aún así es atlético y capaz de seducir a la chica de la película (Emily Rossum ¿os acordais de cuando parecía que se iba a comer el mundo?

Y siguiendo un poco con el tema del cine catastrófico, es curioso observar como este genero, con sus intermitencias lleva levantando pasiones (por lo menos en la taquilla) desde prácticamente los inicios del cine. ¿Que tendrá la destrucción a gran escala que nos resulta tan atractivo?


Resumiendo, una película de catástrofes de lo más entretenida, que viene bien tanto para prepararnos para el  Apocalípsis (que de suceder espero que sea tan espectacular como el que presenta esta peli, por que si no vaya bajón...), como para desfogarnos si finalmente no sucede. Para despedirnos, la mejor canción que se ha hecho sobre inundaciones y derrumbes de civilizaciones:


domingo, 16 de diciembre de 2012

Naufragué con un tigre


En primer lugar, tengo que decir que he esperado unos cuantos días tras ver "La vida de Pi" para ponerme a escribir sobre ella, ya que su visión me dejo un tanto sobrecogido y tenía que dejar reposar un poco las cosas.

Esta película adapta un best-seller del mismo nombre, escrito por Yann Martel, que desconozco, y que tengo que reconocer que no hubiese leído nunca, ya que a mi las cosas con tufillo new age no es que me atraigan mucho. La historia que se nos cuenta es la narración que hace a un escritor en crisis de ideas Pi, un hombre indio afincado en Canadá. Se narran su niñez y adolescencia, pero, sobre todo, sobre un naufragio que sufrió en el que se vio obligado a convivir durante más de 200 días en un bote salvavidas con un tigre de Bengala.

Voy a soltarlo ya, y así no hay confusiones: aunque como relato de aventuras funcione a la perfección, esta película es una parábola. Con esto no quiero decir que sea una película religiosa (o por lo menos no únicamente), sino que se sirve de una historia simple y colorista para hablarnos de cosas profundas y complejas de manera sencilla y clara, y a ser posible, amena. De lo que este trabajo habla no es de la religión, si no de la Fe, entendiendo como Fe la manera de tenemos cada uno de entender la vida (que puede ser religiosa o no) y en la que intentamos apoyarnos en los momentos duros que se nos van presentando. El creer en algo, a pesar de que ese algo sea inexplicable e increíble, puede ayudar mucho a afrontar las dificultades que uno se va encontrando por el camino. Puede ser una creencia religiosa, pero también puede ser cualquier cosa que nos inspire (una persona, un libro....) y nos haga entender el mundo (como demuestra la hipnótica secuencia en la que vemos el universo a través de los ojos del tigre). Pero la visión que da de la Fe no es que nos va proteger de todo mal y que nos va a librar de todo sufrimiento. Nada más lejos de la verdad. El ser fiel a las cosas en las que creemos e intentar hacer el bien nos pueden hacer sufrir y mucho, como bien representa el tigre, que vendría a representar a la Fe en la película, y que en varias ocasiones se muestra caprichosos y despiadado. Además una revelación casi al final de le película hace que nos tengamos que volver a plantear lo que nos han contado, y logra que los ateos crean en lo que no han visto y que los creyentes crean en lo que han visto. Esto no deja de ser una hábil treta por parte de Ang Lee para sacar al espectador de la zona confortable en la que está cada uno con nuestras creencias, e invita a replantearse y relativizar bastante las creencias y verlas como algo que una a la gente y no que separe.

Aunque el tema es interesante, si toda esto estaría contada de manera plana, no llegaría a ninguna parte. Por suerte, la película es tremendamente imaginativa. Ya desde los primeros momentos, cuando se cuenta la infancia de Pi (que toma un tono cercano a "Amelie", del que afortunadamente pronto se libra y que recuerda que Jeunet estuvo a punto de realizar esta adaptación), hay un montón de escenas deslumbrantes, montadas además con el estilo que Lee ensayó en la vistosa aunque fallida "Hulk", insertando a los personajes dentro de las escenas como si fuesen viñetas de un tebeo, lo que de da un aire de ensoñación fascinante. Por cierto, ahora que salen los tebeos (temática que el director también utilizó como trasfondo en la interesante "La tormenta de hielo"), hay una bonita secuencia en la que tras oír una fabula hindú narrada por su madre, Pi la observa en un tebeo, para demostrar que las historias, sean religiosas o no, pueden tener una capacidad de inspiración tremenda, que es a fin de cuentas es de lo que trata esta película. De cualquier manera, tenga un tono de relato maravilloso, no quita para que se vea a los protagonistas sangrar, pasar hambre y sed y llorar, y no se escatiman secuencias desgarradoras.

Volviendo a la puesta en escena, además del citado montaje, que mantiene muy bien el ritmo de la cinta y hace que todo se entienda fácilmente pese a estar narrada en dos tiempos,  el resto de los apartados son sobresalientes: la luz, es, de manera coherente con el tono de fabula de lo que se narra, bastante preciosista, con planos que parecen casi cuadros, sobre todo los que transcurren en el mar, cuando el cielo y el agua se funden, dando la sensación que la barca se encuentra perdida en el infinito; también la música de Michael Danna se ajusta a la perfección; y por supuesto, los efectos especiales, que logran integrar de manera perfecta al tigre en la narración sin que en ningún momento nos cuestionemos su veracidad. Nosotros la vimos en 2D, pero me arrepiento bastante de no haberlo hecho en 3D, ya que tiene pinta de tener una capacidad de inmersión alucinante. Y por último no hay que olvidar al actor Suraj Sharma, un actor novel que lleva sobre sus hombros el peso de la función con mucha dignidad.


No quiero revelar más cosas del argumento para evitar que se pierda la sorpresa, ya que me parecería un delito arruinar cualquiera de los hallazgos de esta película. Aunque pueda parecer obvio, me recordó bastante a la genial "Naufrago" de Zemeckis, pero no por los motivos obvios (ambas hablan de un personaje en soledad sobreviviendo a un desastre), si no por la manera de contarlo, y como ambas hacen participe al espectador de la odisea física, pero sobre todo, del desafío emocional que sufren los protagonistas.



Por si no se ha notado, recomiendo a todo el mundo que la vea, y que nadie la rechace por miedo al misticismo que desprende: se estaría perdiendo una de las mejores y más emocionantes películas del año (y a ser posible en 3D, que con las gafas oscuras puestas nadie os vera llorar...). Ahí queda el trailer.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

La madre Rus(i)a


En plena campaña recuperación, el otro día le tocó el turno a "Elena", interesante película rusa dirigida por Andrey Zvyagintsev, que tras leer unas cuantas críticas elogiosas, tenía bastantes ganas de ver. Y la verdad es que, a pesar de no ser una película fácil, si que me ha resultado interesante.

La película nos cuenta la historia de Elena, una mujer de unos 50 años de origen proletario en el Moscú de hoy en día. En su día fue enfermera, pero lo dejo para casarse en segundas nupcias con Vladimir. Él, por lo que se sobreentiende al observar su nivel de vida y su actitud, es un antiguo alto cargo del partido comunista, que vivía mejor que nadie en los tiempos en que "todos eran iguales, aunque unos más iguales que otro", como dijo Orwell, y que ahora sigue llevando una vida más que acomodada. Ambos tienen hijos de matrimonios previos. El hijo de Elena, Sergei, vive en un suburbio, y es un desocupado que únicamente se dedica a beber cerveza y que vive del dinero que le va sableando a su madre. Por otra parte, Vladimir tiene una hija, Katya, con la que tiene mala relación, a la que nunca le ha faltado nada, y que se ha convertido en una niña mimada que ha llevado una vida cuyo único objetivo era salir, drogarse y follar. En un momento dado, Elena le pedirá dinero a Vladimir para que su nieto pueda ir a la universidad, pero este se negará diciendo que el propio Sergei es el que se tiene que hacer cargo de eso. En el momento en el que Vladimir sufra un infarto mientras está en el gimnasio, todo se precipitará.

Esta obra aunque tiene ciertos apuntes de thriller, es basicamente un retrato de la sociedad rusa contemporánea. Para ello, y aquí esta el mayor mérito de la película, en lugar de tirar por el modelo discursivo, que es algo que tristemente suele ocurrir en este tipo de cine, opta por narrarnos la historia mediante imágenes, metáforas visuales y asociaciones del montaje.

 Ya al principio la película empieza con una secuencia en la que se nos describe el nivel de vida y la relación matrimonial que gastan Elena y Vladimir: la casa donde viven es un prodigio de orden, espacio, minimalismo y lujo; además duermen en distintas habitaciones, y antes de que él se levante, ella ha madrugado y se ha encargado de tener todo a su gusto. Mas que una esposa, parece una asistenta. Nunca estarán igualados, ni en a nivel económico ni social. La presentación de la casa de el hijo de Elena choca abiertamente con esta: si al salir de su casa la protagonista saluda al portero, al llegar a casa de su hijo, a quienes saluda en la entrada es a unos adolescentes emborrachándose (entre los que más tarde veremos a su nieto, al que no parece que le importe mucho que su abuela luche por llevar a la universidad), y la casa es pequeña y practicamente no cabe nada más aparte de él, su mujer, el hijo adolescente y un bebe. Otros interesantes apuntes visuales son el viaje al gimnasio de Vladimir a bordo de su lujoso coche y su actitud una vez allí, lanzando miradas furtivas de deseo a un mujer madura pero atractiva; lujuria que posteriormente marcara su destino de manera fatal. O como tras abandonar Vladimir la habitación de un hospital, que segun se nos dice es la más lujosa de todo el complejo, se  muestra durante unos segundos la labor de una enfermera recociendo toda su habitación. Da igual donde se encuentre Vladimir, su dinero y poder siempre van a lograr que haya alguien encargado de que el no tenga nada que hacer. Mención aparte merece la secuencia del crimen, larga y tensa, mostrando los preparativos, la ejecución y las consecuencias.

Como ya he comentado antes, dado que la película quiere ser un reflejo de la realidad rusa actual, cada personaje vendría a simbolizar una de sus etapas de su vida reciente: Vladimir, antiguo alto cargo comunista, que tras la caída del socialismo ha seguido ocupando una posición de privilegio, en la que se permite opinar y decidir sobre la vida de los que le rodean, sin que esto le suponga ningún quebradero de cabeza, ya que lleva toda la vida haciendolo; Elena vendría a simbolizar la clase trabajadora a la que la Perestroika prometió una mejor vida, promesa que no se ha cumplido, ya que el poder sigue estando en manos de los mismos que lo tenían, dedicandose la clase obrera como ella a hacerles la vida más facil; los hijos Sergei y Katya muestran la Rusia actual, descreida, y sin compromiso alguno con nada, que busca vivir haciendo lo mínimo posible (y a ser posible a costa de otros); y por último, los nietos de Elena, con el mayor de ellos, que representa el esfuerzo de ella para que la familia mejore, sin más interes que colocarse y pelearse con gente, y con el pequeño, que no recibe la atención necesaria para intentar cambiar esta sociedad viciada que parece perpetuarse. Pocas veces he visto una visión tan demoledera de la sociedad moderna.


En definitiva, una película, que gano entre otros premios en Cannes el pasado año, un tanto ardua y que exige implicación e interés del espectador, pero llena de ideas interesantes (por si alguien quiere leer más sobre ella, que se pase por la excelente entrada que le dedicó Manué en su muy interesante blog el cine que me gusta). Os dejo con el trailer:


domingo, 9 de diciembre de 2012

El hombre de ninguna parte


Continuando con la recuperación de  que se nos escaparon (en este caso porque a los exhibidores de mi ciudad no quisieron estrenarla...), el otro día vimos la coreana "The man from nowhere" o "아저씨" o "El hombres sin pasado", que es como se llamó por aquí.

La historia es 100% típica del cine coreano. Un hombre misterioso y callado que regenta una tienda de empeños, y cuya única relación es aquella que mantiene con una niña vecina suya, que es la única persona que se siente tan sola como él, ya que su madre es una bailarina de striptease heroinamana que no le hace mucho caso. Pero todo esto se complica un día que la madre toma parte en un golpe para robar a unos narcotraficantes. Como es lógico, tras el robo, los narcos deciden recuperar lo que es suyo y darles un escarmiento. Así que secuestrarán a la madre y a la hija, y el misterioso vecino decidirá rescatarlas cueste lo que cueste, demostrando por el camino una tremenda habilidad para pelear, disparar, acuchillar, torturar, y demás habilidades que, según parece por su cine, todos los coreanos aprenden en la escuela... A partir de aquí la trama se complicará con explotación infantil, tráfico de organos, mafiosos chinos y todo lo que se quiera.

E n primer lugar tenemos que decir que en la gata con gafas, el cine coreano es una de nuestras debilidades. Quede eso claro desde el principio, para que luego no haya reclamaciones.

Esta película tiene clara vocación comercial y popular, y no es de extrañar que haya logrado su cometido, ya que fue uno de los éxitos del pasado año en Corea, y en Asia en general. Con esto no quiero decir que estemos ante la típica producción comercial que suaviza sus contenidos para alcanzar a más público. Nada más lejos de la realidad. Aquí, aunque no llega a los niveles de otras producciones coreanas, no se escatima ni violencia, ni corrupción, ni perversidad, ni, por supuesto (estamos en un thriller coreano), venganza. Pero, en cambio, el espectador si que encuentra personajes con los que es más fácil empatizar y  cuyas acciones resultan más aceptables, que, por ejemplo, los de "Old Boy" o "Memories of a murder", dos de las grandes películas que el cine coreano nos brindó la pasada década. Y con un final, que, aunque agridulce, no resulta tan desolador como el de esas dos obras.

En cuanto a la realización, no esta mal, tiene buenas secuencias de suspense, pero se echa en falta un montaje más reposado en las secuencias de pelea, que, aunque espectaculares, resultan un poco confusas con tanto cambio de plano.  Por lo demás, no se le pueden poner muchas pegas. Lo que si que hubiese estado bien, como en tantas otras cintas coreanas, hubiese sido que hubiesen acortadado la película. Aunque no resulta larga, si que se hubiese beneficiado de algo menos de metraje. En esto si que tienen una asignatura pendiente los coreanos.

Los actores están bastante bien, con mención especial a la niña y al protagonista, que resultan bastante emotivos en sus secuencias juntos. Se nota mucho la influencia del cine de Jean Pierre Meville a la hora de definirlos.



Resumiendo una película muy entretenida y disfrutable, siempre que se asuma el gusto por la exageración y el melodrama que tienen los coreanos (que a nosotros nos encanta), y con la que se pasa un buen rato. Os dejo con el trailer:


martes, 4 de diciembre de 2012

Refugiate


Ahora que por fin tengo más tiempo, voy a intentar ir recuperando las películas que me quedé con ganas de ver en el cine, y la primera de ellas ha sido este "Take shelter". Y la verdad, es que ha sido bastante interesante.
Esta cinta nos cuenta la historia de un hombre normal (Michael Shannon), con trabajo, mujer (Jessica Chastain) y una hija sordomuda, que de repente empieza a vivir una serie de visiones y pesadillas, que solo se presentan para él y que auguran un apocalipsis. Como haríamos cualquiera, el hombre se asusta bastante y se va desquiciando, pero por si esto no fuera suficiente desazón, tiene antecedentes de esquizofrenia en su familia. Su madre fue diagnosticada de esa enfermedad a una edad similar a la que el tiene ahora, dejandole a él con diez años al cuidado de su padre y hermano, algo que el se juró a sí mismo que no haría nunca. ¿Esta recibiendo el señales de lo que viene? ¿O simplemente está debutando con la misma enfermedad que su madre?

Pues esta es la premisa que nos plantea el director Jeff Nichols en su segunda película. La historia comienza con un tono de drama psicológico, que demuestra muy bien la inquietud que sufre el protagonista, ya que si el sufrir visiones fatalistas es suficiente para crisparnos a cualquiera, en su caso la angustia es doble, ya que es consciente de la posibilidad que tiene de padecer esquizofrenía. Es por eso que sus búsquedas en la biblioteca para informarse sobre enfermedades mentales, sus consultas con el doctor y sobre todo la  visita que realiza a su madre para que intentar saber cual fue la situación que vivió ella cuando debutó con la enfermedad, resultan muy emotivas e inquietantes. Son también bastante sobrecogedoras las secuencias en las que vemos como su comportamiento se va convirtiendo cada vez más extravagante e incomprensible, y como su entorno (esposa, compañeros de trabajo) reacciona ante ello, sin entender su comportamiento ni como ayudarle.

Pero la película no se queda en esa premisa dramática, sino que conforme avanza la historia y el protagonista va perdiendo el control, el ambiente se va enrareciendo progresivamente, adentrándose cada vez más en el genero fantástico, hasta que llega un momento en el que como espectador dejamos de encontrarnos sobre terreno seguro, y no sabemos si lo que ocurre es fruto de las alucionaciones, o en realidad se acerca algo aun más aterrador.


La puesta en escena es ajustada a lo que se esta contando. Es decir, no tiene grandes alardes pero es capaz de ir introduciendote en la historia a base de un ritmo pausado y encuadres que progresivamente se van haciendo más claustrofícos, introduciendonos en la mente atormentada del protagonista, para desembocar en un final estupendo. A mi me ha recordado bastante en este aspecto a las mejores obras del Polanski de los 60 y 70 ("El quimérico inquilino", "La semilla del diablo", "Repulsión") y al Peter Weir de "Picnic en Hanging Rock" y sobre todo al de "La última ola", con la que además comparte la base argumental. Además de esto, otro de los factores que hacen que el espectador se sumerja en la trama es la excelente labor de los actores. Michael Shannon esta tan fascinante como siempre (si alguien aún no ve "Boardwalk Empire", que le dedique un rato y alucine con el personaje al que da vida) y la bellísima Jessica Chastain tampoco esta nada mal, en el papel de esposa que asiste al progresivo derrumbe de su marido.

Resumiendo, una película bastante recomendable, capaz de hablar simultaneamente del miedo a lo externo (un desastre imprevisible e inevitable) y a lo más intimo (la posibilidad de estar perdiendo la cabeza), Aquí tenéis el trailer: