domingo, 9 de agosto de 2020

Recuperando clásicos (XX): "Dersu Uzala"



A principios del pasado siglo, un grupo de soldados rusos son enviados a explorar y mapear la taiga siberiana, por entonces todavía muy desconocida. Al poco de iniciar su expedición conoceran a Dersu Uzala, un cazador trashumante, que conoce la taiga como nadie. Entre Dersu Uzala y el capitán de la expedición se establecerá una emotiva relación de amistad.

Si es que algo bueno ha traído la terrible situación que estamos viviendo, es que se están reestrenando muchas películas interesantes que varias generaciones no hemos podido disfrutar nunca en pantalla grande, lo cual, más allá de lo desdichado del motivo, es algo a celebrar.



Existe la creencia extendida de que el cine es el lugar idóneo para ver películas espectaculares, con muchos efectos especiales y paisajes vistosos, y que el resto de las películas se pueden disfrutar igual de bien en casa. No puedo estar más en desacuerdo con esa afirmación: primero porque el cine es el lugar idóneo para ver cualquier tipo de películas; y segundo por que si hay algún tipo de películas que se beneficien de las salas cinematográficas son, por una parte, la comedia y el terror (porque buscan generar sentimientos que son contagiosos, y en los que el ambiente que te rodea hace mucho), y, por otra, el cine más contemplativo o si se quiere llamar así, de arte y ensayo, ya que la inmersión y la atención que suele precisar este tipo de películas es muy difícil de alcanzar en el domicilio. Bueno pues ver "Dersu Uzala" fue una cara demostración de esto último. Esos planos fijos largos, esos silencios que terminan por contagiar al espectador la quietud que preside la película, y esa bellísima fotografía, nunca puede ser sentida por igual viendola en casa.

Yo tenía el recuerdo de haber visto esta cinta en casa con mi padre, hace probablemente más de 30 años, siendo un niño, y aunque se podía temer que un niño no iba a aguantar una película como esta, pese a haberla olvidado en gran parte, aun guardaba recuerdos de las sensaciones que me generó y de algunas de sus fascinantes imágenes. La revisión de esta película en pantalla grande ha reafirmado todas esas sensaciones de belleza, quietud y emoción, y me ha recordado todo el Cine que guarda dentro esta película.


Kurosawa siempre se ha considerado el maestro de (entre otras cosas) el uso de la climatología en el cine, (celebre es la anécdota en la que coincidió con su admirado John Ford y el del parche le dijo al japonés "-Sí que le gusta a usted la lluvia", a lo que Kurosawa respondió "Sí que ha visto usted mis película"...), y en este trabajo, que se desarrolla casi en su totalidad en la naturaleza, alcanza casi su grado máximo para elaborar un alegato ecologista libre de moralinas y paternalismos: pocas veces se ha conseguido capturar con la cámara con esta intensidad el frío, el sol, el hielo, o el viento. Pero si bien su virtuosismo con la
cámara y la iluminación estaba fuera de toda duda, en este visionado, me llamo la atención el uso que hace del sonido para transmitir esas sensaciones: el crepitar del fuego, el silbido del viento, el crujido de la nieve al ser pisada, el rumor del fluir del agua... Pocas veces he experimentado esa sensación de inmersión a través de los sonidos viendo una película.

Y no por más conocido, tampoco es menos fascinante el manejo del plano que demuestra el director. Hay en esta película varios momentos en los que la composición de planos llama la atención por su capacidad expresiva dentro de su aparente sencillez. Me viene a la mente el momento en el que, en los primeros compases de la película, mediante un alero del tejado de un tejado, Kurosawa separa en el mismo plano, por un lado, a los soldados rusos, y por otro, a Dersu Uzala y al capitán, demostrando de manera imperceptible pero a la vez elegantísima como, a pesar de compartir espacio, se encuentran en realidades completamente diferentes. Posteriormente cerca del final se repetirá esta misma técnica para demostrar otra vez separación: por
medio de una tubería que asciende por una pared de una habitación, el que esta solo en un universo aparte es ahora Dersu Uzala, totalmente alejado del capitán y su familia, incapaz de adaptarse a la ciudad, a pesar de haber sido en su hogar por sus achaques de salud. Igualmente, es reseñable el uso que hace del montaje dentro del plano, algo que entre otros reconoce haber aprendido Spielberg de Kurosawa, con secuencias contadas en un mismo plano sin necesidad de espectaculares travelling, sino cambiando fluidamente de un plano general a un
plano detalle, para volver a otro plano general y acabar en un plano medio. Hay varias de estas secuencias en la cinta, pero me parece particularmente reseñable esa en la que seguimos a la expedición avanzando por esos frondosos bosques, sencillas y directas sin que el virtuosismo que esconden detrás (hay que recordar que esta cinta tiene 45 años y entonces no había stedadycams, si no pesadas cámaras y raíles, que no quiero ni imaginar lo que tenía que costar montar en la selva...).

Todo este virtuosismo que comento, sería vacío si la película no estuviera llena de emotividad, sentimiento, un ecologismo profundo y sincero, y hasta en momentos, puntuales, humor. La última secuencia es particularmente emotiva, con Kurosawa, rescatando la imagen que cerraba "Los siete samurais", y que deja claro cual es el único destino que les espera a aquellos que viven, guiados por sus propios valores, al margen de la sociedad: cuando entran en contacto con ella, siempre es el mismo el vencido. Solo que aquí además de acabar con ellos, el progreso y la industrialización se encargan de que ni siquiera quede huella de los que han vivido en comunión con la naturaleza.
Y a pesar de que tal y como he comentado se trata de una película que tiene mucho de contemplación, hay que reconocer que cuando el director quiere crear tensión, lo hace de manera magistral, con secuencia como aquella que transcurre en el anochecer del páramo helado, o el rescate en el río, rodadas con pulso maestro, que hacen que una secuencia de dos hombres cortando hierba, se convierta en un momento de suspense.

Tengo que decir, que viendo a Dersu Uzala, el personaje que más me venía a la mente era mi favorito de la saga "Star Wars", Yoda. Ambos, no solo son la representación última de la bondad y tienen la misma actitud vital y viven como ermitaños el último tramo de su vida, sino que además son pequeños, pero esconden un inmenso potencial dentro de ellos. Lucas siempre reconoció a Kurosawa como un maestro, y a "La fortaleza escondida como una de las principales inspiraciones a la hora de concebir "La guerra de las galaxias", así que no cuesta nada atar cabos y ver al cazador como una modelo para el pequeño gran maestro Jedi de color verde. De hecho la manera que tiene Dersu Uzala de referirse a todo lo que forma la Naturaleza: el Sol, el agua, las plantas, los animales... como "gente" con voluntad y sentimientos, es fácil verlo como un precedente de la Fuerza que fluye por todo en la saga galáctica. Ahí lo dejo...

Por último una reflexión extracinematográfica a la que no me puedo resistir. Si hace 5 meses alguien me dice que voy a ver con la Gata en una sala de cine comercial una película del año 1975 ¿? soviética ¿¿?? dirigida por un japones ¿¿¿??? y con una mascarilla ¿¿¿¿????, no lo hubiera creído jamás, pero como cantaba Ruben Blades, "La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida..."


4 comentarios:

  1. ¡Bonito cartel! Debe ser curioso estar en una sala con todo el público portando mascarilla. Bueno, como la primera vez que vi una película en 3-D con los espectadores llevando aquellas gafas blancas con cristales rojo y azul.
    Hermosa película que hay que ver en pantalla grande sí o sí. Aunque soy un urbanita consumado me afligía con Dersu cuando éste no se adaptaba a la ciudad. Inolvidable la escena en la que se enfrenta al vendedor de agua.
    Saludos, León!
    Borgo.

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    1. Como ya comento, ver la película en pantalla grande fue toda una experiencia que difícilmente igualaré cuando la vea en casa. Lo del agua es una secuencia muy reveladora, al igual que todo lo relativo a la maldición del tigre, que queda muy misterioso. O el encuentro con el chino asceta, muy perturbador también.
      Ir al cine con mascarilla es un poco coñazo, pero si es el precio a pagar por volver a las salas, que cuenten conmigo. Como bien comentas, con gafas 3d la cosa se pondrá más difícil...
      El cartel más gusto mucho cuando lo envíe y sabía que si alguien podría apreciarlo serías tú, jejeje
      Un saludo y gracias por tus comentarios, Miquel

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