Pues siguiendo con la recuperación de clásicos, el otro día volví a ver (otra vez más...), la que para mí, es la mejor película española de todo los tiempos: "Viridana" del maestro Luis Buñuel, en la que al parecer, (ya que no la he leido) adapta parcialmente la novela "Halma" de Benito Perez Galdós.
Para los que no la hayan visto un pequeño resumen.
La película tiene dos partes muy diferenciadas.
La primera viene a ser una versión reducida e ibérica del "Vértigo" de Hitchcock (película que seguramente pronto recuperaremos por aquí...) nos cuenta como un terrateniente Jaime (Fernando Rey), que vive retirado en un cortijo en la España de los 50, hace llamar a una sobrina, Viridiana (Silvia Pinal), que está a punto de ordenarse monja de clausura. Ella no tiene ningún interés en visitarle, pero sus superioras le animan a que vaya a despedirse, puesto que él ha sido muy generoso con ella y su congregación, y finalmente accede. Al llegar a la casa, su tío queda fascinado con ella, ya que es la viva imagen de su difunta mujer, que murió la noche de bodas sin llegar a consumar el matrimonio. La obsesión es tal, que intenta convencerla mediante todo tipo de manipulaciones para que se case con él y abandone el hábito, pero ella le rechaza, e intenta regresar al convento, pero Jaime urde una treta para hacer que se quede.
Es aquí donde empieza la segunda parte de la película. En ella se nos cuenta el intento de Viridiana de convertir el cortijo en un refugio para vagabundos, a la vez que hace acto de presencia su primo Jorge, (Paco Rabal), hecho llamar por su padre y del cual nunca se había hecho cargo. Este es un hombre moderno y liberado, que pretende modernizar la hacienda y sacar provecho a las tierras, casi abandonadas durante años. Mientras intenta llevar esto a cabo, a la finca llegan una banda de mendigos dispuestos a acogerse al santuario que les ofrece Viridiana y que no tienen ningún ánimo de trabajar. Como es previsible, esto acabará como el Rosario de la Aurora...
La película es simplemente una obra maestra. Si nadie conoce la obra del genio de Calanda, esta es la mejor forma de acercarse a ella, ya que esta cinta vendría a ser un compendió de toda su carrera, a siendo también un nexo entre su etapa mejicana y la francesa.
Por un lado, en toda la citada primera parte encontramos un Buñuel más cercano a sus orígenes surrealistas, con acciones a priori inexplicables y mucha simbología psicoanalítica y católica (cilicios, coronas de espinas, crucifijos que ocultan navajas...), tan del gusto del director, a pesar de su ateísmo. Llama la atención en toda esta parte, la fijación que tiene con los pies, estando un montón de planos centrados en ellos. Así, vemos varias escenas de paseos charlando en las que se enfocan los pies, en lo que se puede interpretar como interés del director por llevarnos a lo terrenal, a lo carnal, alejandonos de espirtualidad y los sentimientos que solemos llamar "elevados". También se les da un valor fetichista, como la escena en la que el personaje de Fernando Rey intenta calzarse los zapatos blancos de boda de su fallecida esposa. En esta parte hay que destacar la fotografía en blanco y negro de Jose Aguayo, que resalta el aspecto tenebroso y siniestro del caserón, y que por momentos parece una cinta de terror gótico. Mención especial para la niña y la comba con la que juega, que tendrá un papel importante en la trama, y que esta interpretada por Teresa Rabal (si, la que nos hizo cantar de pequeños con sus canciones y su circo....)
En cambio, en la segunda parte se da un cambio radical con la llegada del hijo y la aparición de los mendigos.
En cuanto al primero, su presencia cambia la sexualidad de la película, que hasta ese momento se había presentado como algo oculto y obsesivo, y a partir de este momento, se hace más explicita y carnal. Él es un hombre adelantado a su tiempo y que huye de todo tipo de compromisos, mostrandose en todo momento comprensivo con el abandono que sufrió por parte de su padre (lo que nos da a entender que el hubiese hecho lo mismo). Encima, vive con una mujer pero sin casarse con ella, algo escandaloso (no olvidarse que estamos en la España de los 50), rompe con ella para empezar una relación con la ama de llaves de la casa (atentos a la secuencia en el desván con metáfora sexual felina incluida...), y además despertará en Viridina el deseo sexual.
Los mendigos y la imagen que se da de ellos es lo que, a mi parecer, hace a esta película tan singular. Buñuel hace un retrato completamene despiadado de ellos, pintandolos en el mejor de los casos como enfermos físicos y psíquicos (aunque los mendigos no muestran ninguno tipo de compasión con el más desvalido), y en el peor de los casos como seres humanos sin ningun tipo de moral. Gente que da rienda suelta a lo peor que llevan dentro a la más mínima oportunidad (como demostrarán en cuanto se les deje solos) y que no aspiran de ninguna manera a cambiar su forma de vida, si esto supone trabajar, por supuesto. Impagable es la secuencia en la que la cándida Viridiana les pregunta que saben hacer para asignarles ocupaciones dentro de la hacienda, y lo que estos responden: pintar, tocar la guitarra, cocinar (pero solo natillas y cordero asado...), contar chistes... Vamos, todos ellos duros trabajos. En relación con esto, señalar también la irónica secuencia en la que se intercala a los vagabundos rezando el Angelus azuzados por Viridiana, con las acciones que realizan los trabajadores de la hacienda: segar, acarrear piedras, arar la tierra... dejando claro que el orar y la beateria no tienen ningún fruto. No voy a incidir en la cena de los mendigos para no estropearle la sorpresa a quien no la haya visto, pero es una escena de esas que no se olvidan. Es imposible pasar por alto la genial labor de los actores que los interpretan, que saben defender muy bien los diálogos más divertidos de toda la película, y entre los que sobresale la genial Lola Gaos, con esa pinta de bruja maravillosa que tenía.
Pero las puyas no van solo dirigidas a los mendigos, sino también a la acción benéfica que lleva Viridiana, que es mostrada desde el inicio como algun fútil, como señala el puñetero de Buñuel en varias metáforas visuales. Como por ejemplo, la secuencia en la cual el personaje de Paco Rabal, tras ver a un perro al cual su amo lleva atado a un carro a un ritmo que el pobre animal no puede seguir, se enternece y se lo compra al campesino, con la intención de que el animal lleve una vida más tranquila. Malevolamente, con el mismo movimiento de cámara que nos enseña la liberación del perrillo, nos muestra otro carro que viene en el otro sentido con otro desdichado can en la misma situación. Por mucho que liberemos a un perro, no vamos a conseguir mejorar la terrible situación en la que malviven muchos de estos animales. Pues así de inútil se demuestra el gesto de Viridiana con los mendigos: quizás tenga buena intención detrás, pero no va a conseguir cambiar nada.
No seguiré contando más cosas para no desvelaros las dos ultimas secuencias, que son lo mejor de una película de por si genial, pero si que voy a contar un poco todo lo que rodeo su producción y estreno, que contribuyó a hacerla aun más mítica.
Esta película supuso el regreso de Buñuel a España, permitido en parte por las alabanzas que por parte del clero había recibido su anterior obra "Nazarin" y sobre todo por cierta imagen aperturista que intentaba dar el régimen en aquel momento. Esto le granjeó no pocas críticas al director por parte de los exiliados políticos de la época, ya que fue visto como una claudicación ante el Franquismo (no olvidemos que era comunista y se vio obligado a exiliarse tras la Guerra Civil). Tras ser presentado el guión al comité de censura, fue vista como una obra casi clerical, protagonizada por una monja (no se imaginaban lo subersiva que iba ser la puesta en escena del maño...). Unicamente se le pidió que cambiase la última secuencia, en la que Viridiana se acostaba con su primo Jorge, lo que el realizador aprovechó para hacer algo más sutil, pero mucho más escandaloso, como insinuar un "menage a trois" entre Viridiana, la ama de llaves Ramona y Jorge, en la que probablemente sea la mejor secuencia de la historia del cine español para el que esto escribe.
Tras esto, el rodaje recibió el visto bueno para llevarse a cabo, transcurriendo sin muchos problemas, y eso que algunos localizaciones estaban muy cerca del Palacio del Pardo (¡!). El comité cinematográfico de la época selecionó la cinta para representar a España en el festival de Cannes de 1961, donde ganó el primer premio, que para más retranca, fue recogido por el Director General de Cinematografía del régimen (¿?), ya que Buñuel, en esos días, se encontraba enfermo en Parias. Hasta aquí todo más o menos bien, pero es que a los pocos días "L´Osservatore Romano" publicó un artículo en el que tachaba la película de "impiadosa y blasfema", lo que, a decir verdad, no andaba lejos de la realidad... Y entonces estalló todo. En primer lugar se destituyó fulminantemente al Director General de Cinematografía por haber permitido que semejante obra representase a la reserva moral de occidente que era España en aquellos años. La productora UNINCI, fue marginada por orden del régimen. La película fue prohibida en España y se destruyeron todas las copias que de ella se encontraron, hay incluso versiones que dicen que el hijo del propio director fue el que consiguió salvar una única copia de la película, sacandola desde España a Francia en una furgoneta entre capotes y muletas haciendose pasar por una cuadrilla de toreros (¿¿??) Pero ya se sabe, que en casos como este, a veces la leyenda se termina convirtiendo en realidad...
Lo que si que reconoce el propio director en sus excelentes memorias, "Mi último suspiro", con su ironía y mala leche características, es que gracias a este escandalo, el desliz de volver a España le fue "perdonado" por los republicanos exiliados en México (hay que joderse con esto...). Y también que Franco llegó a ver la película en dos ocasiones, y no la encontró particularmente ofensiva, pero después de la que se había montado, no se atrevió a levantar el veto a la cinta, veto que se mantuvo hasta mayo de 1977, 16 años después de su realización.
Descarnada, furiosa, divertida, provocadora, original, moderna... Todos los apelativos se quedan cortos para esta obra maestra. Cualquiera que ame el cine no debería permitirse no verla.
(Gracias a todos los que hayan leído esta entrada hasta aquí, que ya se que me ha quedado muy larga, pero me he dejado llevar por la admiración que le tengo a esta película, y gracias a todos los que nos leen en general, ya que ya hemos alcanzado...¡¡¡¡10000 VISITAS!!!! 10000 Gracias)
Como postre una canción de Sabina y Calamaro que comparte nombre con la película, e incluye un pequeño homenaje a ella.
Para los que no la hayan visto un pequeño resumen.
La película tiene dos partes muy diferenciadas.
La primera viene a ser una versión reducida e ibérica del "Vértigo" de Hitchcock (película que seguramente pronto recuperaremos por aquí...) nos cuenta como un terrateniente Jaime (Fernando Rey), que vive retirado en un cortijo en la España de los 50, hace llamar a una sobrina, Viridiana (Silvia Pinal), que está a punto de ordenarse monja de clausura. Ella no tiene ningún interés en visitarle, pero sus superioras le animan a que vaya a despedirse, puesto que él ha sido muy generoso con ella y su congregación, y finalmente accede. Al llegar a la casa, su tío queda fascinado con ella, ya que es la viva imagen de su difunta mujer, que murió la noche de bodas sin llegar a consumar el matrimonio. La obsesión es tal, que intenta convencerla mediante todo tipo de manipulaciones para que se case con él y abandone el hábito, pero ella le rechaza, e intenta regresar al convento, pero Jaime urde una treta para hacer que se quede.
Es aquí donde empieza la segunda parte de la película. En ella se nos cuenta el intento de Viridiana de convertir el cortijo en un refugio para vagabundos, a la vez que hace acto de presencia su primo Jorge, (Paco Rabal), hecho llamar por su padre y del cual nunca se había hecho cargo. Este es un hombre moderno y liberado, que pretende modernizar la hacienda y sacar provecho a las tierras, casi abandonadas durante años. Mientras intenta llevar esto a cabo, a la finca llegan una banda de mendigos dispuestos a acogerse al santuario que les ofrece Viridiana y que no tienen ningún ánimo de trabajar. Como es previsible, esto acabará como el Rosario de la Aurora...
La película es simplemente una obra maestra. Si nadie conoce la obra del genio de Calanda, esta es la mejor forma de acercarse a ella, ya que esta cinta vendría a ser un compendió de toda su carrera, a siendo también un nexo entre su etapa mejicana y la francesa.
Por un lado, en toda la citada primera parte encontramos un Buñuel más cercano a sus orígenes surrealistas, con acciones a priori inexplicables y mucha simbología psicoanalítica y católica (cilicios, coronas de espinas, crucifijos que ocultan navajas...), tan del gusto del director, a pesar de su ateísmo. Llama la atención en toda esta parte, la fijación que tiene con los pies, estando un montón de planos centrados en ellos. Así, vemos varias escenas de paseos charlando en las que se enfocan los pies, en lo que se puede interpretar como interés del director por llevarnos a lo terrenal, a lo carnal, alejandonos de espirtualidad y los sentimientos que solemos llamar "elevados". También se les da un valor fetichista, como la escena en la que el personaje de Fernando Rey intenta calzarse los zapatos blancos de boda de su fallecida esposa. En esta parte hay que destacar la fotografía en blanco y negro de Jose Aguayo, que resalta el aspecto tenebroso y siniestro del caserón, y que por momentos parece una cinta de terror gótico. Mención especial para la niña y la comba con la que juega, que tendrá un papel importante en la trama, y que esta interpretada por Teresa Rabal (si, la que nos hizo cantar de pequeños con sus canciones y su circo....)
En cambio, en la segunda parte se da un cambio radical con la llegada del hijo y la aparición de los mendigos.
En cuanto al primero, su presencia cambia la sexualidad de la película, que hasta ese momento se había presentado como algo oculto y obsesivo, y a partir de este momento, se hace más explicita y carnal. Él es un hombre adelantado a su tiempo y que huye de todo tipo de compromisos, mostrandose en todo momento comprensivo con el abandono que sufrió por parte de su padre (lo que nos da a entender que el hubiese hecho lo mismo). Encima, vive con una mujer pero sin casarse con ella, algo escandaloso (no olvidarse que estamos en la España de los 50), rompe con ella para empezar una relación con la ama de llaves de la casa (atentos a la secuencia en el desván con metáfora sexual felina incluida...), y además despertará en Viridina el deseo sexual.
Los mendigos y la imagen que se da de ellos es lo que, a mi parecer, hace a esta película tan singular. Buñuel hace un retrato completamene despiadado de ellos, pintandolos en el mejor de los casos como enfermos físicos y psíquicos (aunque los mendigos no muestran ninguno tipo de compasión con el más desvalido), y en el peor de los casos como seres humanos sin ningun tipo de moral. Gente que da rienda suelta a lo peor que llevan dentro a la más mínima oportunidad (como demostrarán en cuanto se les deje solos) y que no aspiran de ninguna manera a cambiar su forma de vida, si esto supone trabajar, por supuesto. Impagable es la secuencia en la que la cándida Viridiana les pregunta que saben hacer para asignarles ocupaciones dentro de la hacienda, y lo que estos responden: pintar, tocar la guitarra, cocinar (pero solo natillas y cordero asado...), contar chistes... Vamos, todos ellos duros trabajos. En relación con esto, señalar también la irónica secuencia en la que se intercala a los vagabundos rezando el Angelus azuzados por Viridiana, con las acciones que realizan los trabajadores de la hacienda: segar, acarrear piedras, arar la tierra... dejando claro que el orar y la beateria no tienen ningún fruto. No voy a incidir en la cena de los mendigos para no estropearle la sorpresa a quien no la haya visto, pero es una escena de esas que no se olvidan. Es imposible pasar por alto la genial labor de los actores que los interpretan, que saben defender muy bien los diálogos más divertidos de toda la película, y entre los que sobresale la genial Lola Gaos, con esa pinta de bruja maravillosa que tenía.
Pero las puyas no van solo dirigidas a los mendigos, sino también a la acción benéfica que lleva Viridiana, que es mostrada desde el inicio como algun fútil, como señala el puñetero de Buñuel en varias metáforas visuales. Como por ejemplo, la secuencia en la cual el personaje de Paco Rabal, tras ver a un perro al cual su amo lleva atado a un carro a un ritmo que el pobre animal no puede seguir, se enternece y se lo compra al campesino, con la intención de que el animal lleve una vida más tranquila. Malevolamente, con el mismo movimiento de cámara que nos enseña la liberación del perrillo, nos muestra otro carro que viene en el otro sentido con otro desdichado can en la misma situación. Por mucho que liberemos a un perro, no vamos a conseguir mejorar la terrible situación en la que malviven muchos de estos animales. Pues así de inútil se demuestra el gesto de Viridiana con los mendigos: quizás tenga buena intención detrás, pero no va a conseguir cambiar nada.
No seguiré contando más cosas para no desvelaros las dos ultimas secuencias, que son lo mejor de una película de por si genial, pero si que voy a contar un poco todo lo que rodeo su producción y estreno, que contribuyó a hacerla aun más mítica.
Esta película supuso el regreso de Buñuel a España, permitido en parte por las alabanzas que por parte del clero había recibido su anterior obra "Nazarin" y sobre todo por cierta imagen aperturista que intentaba dar el régimen en aquel momento. Esto le granjeó no pocas críticas al director por parte de los exiliados políticos de la época, ya que fue visto como una claudicación ante el Franquismo (no olvidemos que era comunista y se vio obligado a exiliarse tras la Guerra Civil). Tras ser presentado el guión al comité de censura, fue vista como una obra casi clerical, protagonizada por una monja (no se imaginaban lo subersiva que iba ser la puesta en escena del maño...). Unicamente se le pidió que cambiase la última secuencia, en la que Viridiana se acostaba con su primo Jorge, lo que el realizador aprovechó para hacer algo más sutil, pero mucho más escandaloso, como insinuar un "menage a trois" entre Viridiana, la ama de llaves Ramona y Jorge, en la que probablemente sea la mejor secuencia de la historia del cine español para el que esto escribe.
Tras esto, el rodaje recibió el visto bueno para llevarse a cabo, transcurriendo sin muchos problemas, y eso que algunos localizaciones estaban muy cerca del Palacio del Pardo (¡!). El comité cinematográfico de la época selecionó la cinta para representar a España en el festival de Cannes de 1961, donde ganó el primer premio, que para más retranca, fue recogido por el Director General de Cinematografía del régimen (¿?), ya que Buñuel, en esos días, se encontraba enfermo en Parias. Hasta aquí todo más o menos bien, pero es que a los pocos días "L´Osservatore Romano" publicó un artículo en el que tachaba la película de "impiadosa y blasfema", lo que, a decir verdad, no andaba lejos de la realidad... Y entonces estalló todo. En primer lugar se destituyó fulminantemente al Director General de Cinematografía por haber permitido que semejante obra representase a la reserva moral de occidente que era España en aquellos años. La productora UNINCI, fue marginada por orden del régimen. La película fue prohibida en España y se destruyeron todas las copias que de ella se encontraron, hay incluso versiones que dicen que el hijo del propio director fue el que consiguió salvar una única copia de la película, sacandola desde España a Francia en una furgoneta entre capotes y muletas haciendose pasar por una cuadrilla de toreros (¿¿??) Pero ya se sabe, que en casos como este, a veces la leyenda se termina convirtiendo en realidad...
Lo que si que reconoce el propio director en sus excelentes memorias, "Mi último suspiro", con su ironía y mala leche características, es que gracias a este escandalo, el desliz de volver a España le fue "perdonado" por los republicanos exiliados en México (hay que joderse con esto...). Y también que Franco llegó a ver la película en dos ocasiones, y no la encontró particularmente ofensiva, pero después de la que se había montado, no se atrevió a levantar el veto a la cinta, veto que se mantuvo hasta mayo de 1977, 16 años después de su realización.
Descarnada, furiosa, divertida, provocadora, original, moderna... Todos los apelativos se quedan cortos para esta obra maestra. Cualquiera que ame el cine no debería permitirse no verla.
(Gracias a todos los que hayan leído esta entrada hasta aquí, que ya se que me ha quedado muy larga, pero me he dejado llevar por la admiración que le tengo a esta película, y gracias a todos los que nos leen en general, ya que ya hemos alcanzado...¡¡¡¡10000 VISITAS!!!! 10000 Gracias)
Como postre una canción de Sabina y Calamaro que comparte nombre con la película, e incluye un pequeño homenaje a ella.
“Viridiana”, es una rara avis en eso que conocemos como cine español. Lo hizo el genio de Calanda (Teruel), que junto con Berlanga y Bardem han marcado un antes y un después en esto del cine patrio. Seré, más franco, Buñuel está un peldaño por encima de los segundos: sólo hay uno, él. D. Luis. “Viridiana”, es magistral en todos los sentidos, un lujo. Saludos
ResponderEliminarNo puedo estar más de acuerdo. Berlanga y Bardem tienen muchos aciertos y personalidad, pero Buñuel es un torbellino de energia, con películas que mejoran con los visionados. Yo creo que esta era la sexta o septima vez que la veía, y sigo descubriendo cosas.
ResponderEliminarUn saludo
Coincido contigo, también es mi película española favorita, aunque entiendo que, normalmente, se vea superada en los rankings por algunas de Erice, como El espíritu de la colmena, tal vez porque esta última es una cumbre del cine y Viridiana es una cumbre del arte.
ResponderEliminarDe la película podríamos hablar durante horas, y descubrir entre todos cosas nuevas. Fíjate que yo nunca había reparado en la ridiculez de las habilidades de los mendigos. Por cierto, que un artista que llegó a estar afiliado en alguna ocasión a partidos comunistas tenga esa visión tan terrible de la piedad humana y de la condición de los más desfavorecidos no hace sino enriquecer todavía más esta obra maestra.
Añadir que he disfrutado mucho leyendo tu entrada, pero yo le daría una vuelta a la maquetación de tu blog, empezando por el tipo de letra, un tanto incómodo para textos tan largos.
Un saludo.
Gracias por tu comentario. La película es simplemente infinita, y lo será siempre.
ResponderEliminarEn lo que refieres a la maquetación es algo que hay que someter a una negociación marital, pero lo tenemos en tareas pendientes...
Un saludo