martes, 26 de mayo de 2020

Recuperando clásicos (XVIII): "The Warriors. Los amos de la noche"


En el peligroso Nueva York de los finales de los años 70, un carismático lider llamado Cyrus ha convocado a todas las bandas de la ciudad para hacer que firmen una tregua, se alíen y así dominen la ciudad. Sin embargo en medio de la reunión, alguien asesina a Cyrus, acusando de ello a los Warriors, una de las bandas que habían acudido desde Coney Island. Perseguidos por las otras bandas y por la policía, los Warriors deberán atravesar toda la ciudad de Nueva York intentando conservar sus vidas...

Pues aprovechando que hace poco la han puesto en Netflix, aproveché para recuperar esta clásico del cine survival y de paso descubrirselo a la Gata, que en un principio no se mostraba muy dispuesta a verla...
Hacía bastante tiempo que no la veía y me daba un poco de miedo ver como habían tratado los años (tanto los que ha cumplido la película, como los que he vivido yo...) y la verdad es que la película ha envejecido de maravilla. Tiene un ritmo tremendo, que ya te atrapa desde los estupendo títulos de crédito, que van intercalando escenas que te ponen rapidamente en antecedentes de lo que vas a ver, con planos subjetivos del metro en el que van los Warriors, sobre los que superponen los títulos de crédito, en un agresivo rojo y con una tipografía que recuerda a las pintadas callejeras. Todo lo que va a definir la película está ahí: el viaje, el movimiento, la noche, y las bandas callejeras y su iconografía.

Aunque la película está hecha a caballo entre los 70 y 80, y ya adelanta el esteticismo y efectismo que presidiría el cine de esa última década (y que marcó la secuela espiritual de "The Warriors" que llevó a cabo unos años más  tarde Walter Hill, la simpática "Calles de Fuego"), en momentos como la fascinación con la que retrata la imaginería de las bandas de la época, que en ocasiones parecen retratados con una iconicidad digna de un buen tebeo de la época  (creo que todo el mundo que ha visto esta película recuerda la banda inspirada en el beisbol, las Furias...) o los insertos musicales; pero, sin embargo, también mantiene la aspereza del cine de los 70, directo y crudo en el retrato que hace de  los personajes. Los personajes
tiene un cierto código moral, pero no son caballeros andantes ni dulces princesas, sino supervivientes que buscan salir adelante en un entorno bastante complicado. Porque a la hora de ver esta película hay que tener presente que Estados Unidos, estaba pasando una época muy difícil tanto en lo económico (con las consecuencias de la crisis del petróleo aun sintiendose en la vida diaria de la gente) como en lo social (con una juventud desarraigada y el caballo a sus anchas...). Así, a pesar de tratarse de una película de acción, no desdeña un cierto comentario social, con momentos como la reveladora secuencia en la que se encuentran con las dos parejas pijas (ellos con camisas con
chorreras y ellas con vestidos brillantes, pero aun así bastante feos todos...) que miran con recelo a los Warriors, que con su belleza desnuda, sucia y salvaje, demuestran más categoría moral y elegancia. O el final, que desmitifica el barrio como la tierra prometida, y que finalmente es reconocido como una losa que les impide seguir crecer como personas.



Y sería injusto hablar de la cinta sin reseñar sus secuencias de acción. En algunos casos se basan en el suspense, como en la que involucra la banda que va en autobus, o la banda de las Ansiosas, y en otros en el enfrentamiento físico, con algo de influencia del cine de artes marciales tan de los 70, como el enfrentamiento con las Furias y sus bates, o la pelea final en el metro. Pero lo que si que llama la atención en todos ellos es lo bien que trabaja la geografía del escenario Walter Hill: siempre se encarga de definir bien los espacios para que el espectador no se pierda, y se pueda seguir la acción sin que se escape un detalle, quedando claro en todo momento donde y haciendo que está cada personaje involucrado. Y que decir del enfrentamiento final en la playa, rodado como si fuera el duelo de un espagueti-western, con una gran anticipación, y el personaje de David Patrick Kelly, (ese actor que nació para interpretar villanos desquiciados: "Twin Peaks", "La gran huida"...) repitiendo la que probablemente sea la frase más mítica de la película: -"¡Warriors! Vamos a jugar..." mientras entrechoca tres botellas de vidrio (por ahí se dice que el actor lo que quería entrechocar eran dos palomas muertas, pero a Hill le pareció demasiado...).
Viendo la película, no pude evitar pensar en que vista a día de hoy puede parecer a ojos de algunos misógina. ¿Lo es? Yo creo que no, sus protagonistas obviamente lo son, pero el tratamiento que se da de la mujer no lo es en absoluto. De hecho el personaje de Mercy me ha parecido uno de los mejor desarrollados en la película. Es retratado sin ninguna condescendencia, sino como una mujer independiente, que toma sus decisiones, aunque eso haga que la mayoría la considere, desde su posición machista, una furcia, y que lo que en definitiva busca es escapar del mismo destino al que están destinadas sus amigas: según sus propias palabras, quedarse
preñada y estar toda la vida sin salir del barrio rodeada de churumbeles, convertida en una ama de casa forzosa. Al final de la película, no sin armarse antes para el enfrentamiento final, como una miembro (o miembra) por derecho propio de la banda que ya es, se define en su conversación con el personaje de Swann: "Me gusta viajar. Nunca he salido del barrio pero se que me gusta". Este personaje femenino no desentonaría en una película de mi adorado Verhoeven...

Mientras seguía las peripecias de los Warriors, me vino a la mente la excelente "¡Jo, que noche!", que hace poco comenté por aquí, y no lo digo solo por la obvia importancia de la ambientación neoyorkina, sino también por el tono de de Odisea (la de Homero, así en mayúscula) que tiene. No solo por el viaje de retorno a casa, y las dificultades que tienen que encarar para lograrlo, sino sobre todo por lo que supone de crecimiento personal  y autoconocimiento para los protagonistas, que además descubren al final que les ha cambiado tanto el viaje que su lugar de
origen, ya no es a donde pertenecen. Hill, que de tonto no tiene nada, se encarga además de aumentar ese tono de teatro griego; los insertos de la banda de los Riffs, que devienen casi en dioses que manejan a los héroes desde su particular Olimpo (en este caso un almacén...); los insertos de la locutora de radio, que devienen casi en un coro griego; o la aparición de la banda de las Ansiosas, que devienen en las sirenas del relato, que en lugar de
cantos hipnóticos, se sirven de minifaldas, porros y magreos entre ellas para atraerles y anularles, y que en última instancia, son igual de letales. Y que decir del deux ex machina final, con la materialización de los dioses a ras de tierra.


Y para acabar un par de apuntes. Uno es el estupendo doblaje que tiene la película. Siempre que puedo veo cosas nuevas, pero con películas que ya he visto en muchas ocasiones y tengo grabadas en mi memoria con un doblaje, tengo que verlo así. Pero es que en este caso, además grácias al doblaje vemos la labor del añorado Constantino Romero, poniendo su voz al jefe de los Riffs,  Masai, lo que aumenta el tono de Odisea que comentaba en el párrafo anterior. Y por último, lamentar que, por estupenda que sea esta película y lo bien que lo está tratando el tiempo, nunca podremos saber como hubiera quedado el remake que planeaba el malogrado Tony Scott poco antes de su muerte...

Por si alguien quería saberlo comentar que a la Gata le gustó mucho la película, pese a sus reticencias iniciales. Así que no valen excusas para no verla. Os dejo con el trailer y con unos cortos en los que la revista Rolling Stone reunió al reparto 35 años después:














4 comentarios:

  1. Una de las películas míticas de mi adolescencia, con la garantía de calidad de Walter Hill. No sé si sabes que su argumento (del excelente escritor Sol Yurick) se basa en una obra griega del 300 A.C. "Anábasis" o La marcha de los 10.000, donde el militar y poeta Jenofonte describe el regreso de sus tropas a través de 4.000 kilómetros de territorio hostil en Persia hasta alcanzar sus naves que los esperaban en el Mar Negro para traerlos de regreso a Grecia.
    Saludos!
    Borgo.

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    1. Pues no conozco ni la novela ni que se basaba en esa obra griega, pero la verdad es que Hill lo deja traslucir, aunque de manera sutil, a lo largo de la cinta. Me apunto la novela.
      Un saludo

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  2. ¡Buena reseña! Y de una de mis películas preferidas, que la verdad sigue funcionando como un tiro. Una aventura urbana que engancha desde el minuto uno y no te suelta hasta el final. Siempre que pienso en el Nueva York de los 70 o en líneas de metro, es esta película la que me viene a la cabeza.

    Las referencias a mitos griegos son de lo más apropiadas, ya que el origen de la película viene de la historia de unos soldados de la antigua Grecia en su regreso a casa. Hill cogió esos elementos, los unió al western y al cine de acción, para crear una película inolvidable.

    Saludos.

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    1. Muchas gracias!Y estoy viendo que acerté con los de los griegos... Jejeje
      La película ha envejecido muy bien, y para mí también es icónica en la representación da NY. De hecho cuando estuve allí, visite Connery Island con esta cinta en mente.
      Un saludo

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