martes, 21 de abril de 2020

Recuperando clásicos (XVII): "¡Jo, qué noche!"


Pues siguiendo con el aprovechamiento del tiempo para ver películas, e intentando mejorar el regustó amargo que deja la última castaña que comenté en este blog, pues me fui a alguien que pocas veces defrauda: Martin Scorsese. Pero en lugar de volver a una de sus vacas sagradas, me decidí por una película un tanto olvidada de su carrera que hacia unos 20 años que no veía, pese a que en su día recuerdo que me gustó, y que se confirma a día de hoy como una de mis favoritas del maestro: "¡Jo, que noche!" terrible título que recibió en este país en lugar del mucho menos chistoso y más sugerente "After hours".

Paul Hackett es un gris oficinista de una editorial de Manhattan, que una noche de entre semana decide salir a tomar un café. Mientras está tomando café se encuentra con una atractiva muchacha que se muestra sugerente y receptiva a sus lances, y que le cita en casa de una amiga en el Soho. Nuestro protagonista no se lo piensa ante la perspectiva de poder lograr hacer el coito esa noche, y allá que va. A partir de ahí comienza la noche más delirante y peligrosa de la vida de este hombre.

Como ya comentaba en la introducción, esta película está considerada una obra menor de Scorsese, y la gente la despacha como una comedia resultona y poco más. Quizás esto se deba a que esta obra surgió de la frustración que le generó que le paralizaran el rodaje de "La última tentación de Cristo", un proyecto que persiguió durante muchos años, a pocas semanas de iniciarlo. Ante semejante situación, y con unas ganas locas de rodar, al neoyorkino le llegó este guión  cuando el director que se iba a encargar de ella era, curiosamente, Tim Burton. Entre los productores se encontraba el que acabaría siendo el protagonista de la película Griffin Dunne, que está estupendo, por cierto. A Scorsese le gustó, y aunque se tratara de un encargo, decidió hacerlo para sacar toda las ganas de rodar que tenía. Y vaya si las puso. Tanto es así, que llegó a ganar el premio al mejor director en el Festival de Cannes de aquel 1986.

Lo primero que llama la atención es el tono de la película, una combinación de terror y comedia, que no se queda en la estructura típica de este tipo de película dar sustos y luego desengrasarlos con momentos cómicos sino que están intrínsecos al desarrollo de la trama. El cine de Scorsese siempre se ve muy fácil con ese ritmo endiablado que le imprime a muchos de sus trabajos, pero eso no significa que no deje un poso, siempre bastante amargo, en su espectador, al oponernos a nuestros rincones más oscuros. En todas sus obras nos fascina, y por que no, divierte con sus personajes al filo del abismo, pero lo que siembra en nosotros es que eso que les pasa a esos protagonistas con una moralidad, cuando menos, ambigua, es que el espectador nos convertiríamos en uno de ellos si viviéramos esas mismas circunstancias: en el fondo todos tenemos dentro a un Travis Brinckle ("Taxi Driver"), a un Henry Hill ("Uno de los nuestros"), o a un Jordan Belfort ("El lobo de Wall Street", con ese inquietante plano cerca del final en el que vemos a los asistentes al seminario que acaba impartiendo, es decir a nosotros mismos, mirando con embeleso y admiración al protagonista...). Y es por eso que su cine nos marca tanto.


Aquí mientras vamos siguiendo a la retahíla de situaciones pesadillescas (porque la película tiene la misma lógica alucinada y retorcida de las pesadillas) que le suceden al protagonista, vamos viendo que es una víctima, pero desde luego no una inocente, ya que se va mostrando como alguien con muchas más dobleces que los esperables en un anodino oficinista: en la medida de lo posible se va revelando como una persona egoísta y desagradable, que cuando se encuentra a alguien a quien manipulable, no duda en hacerlo para sacar provecho (sexual, económico, o, a partir de un momento dado, lograr simplemente que le den refugio su odisea de pesadilla). Hay un momento que resulta particularmente turbador, en el que el protagonista, tras ver una joven muerta, de primeras empieza acariciar el cadaver con cierto afán de mostrar piedad por la joven, después al ver que está desnuda bajo la sábana que la cubre, sigue mirándola, pero ya no tanto compadeciendose de su situación, como con curiosidad, pero es que al ver el bello cuerpo desnudo de la joven fallecida, lo que detectamos en su actitud es ya ¡excitación sexual! Afortunadamente, algo le interrumpe y no vemos en que podría haber acabado semejante tesitura. Situaciones como está se repiten a lo largo de la película, además casi siempre con las mujeres como objetivo, lo que revela la misoginia latente en el personaje

Antes me refería a lo que sufre el protagonista como odisea, y es que tiene mucho del viaje mitológico de Ulises. En primer lugar la sarta de situaciones límite que vive: le rapan parte de la cabeza, le persigue una turba enloquecida (con clara reminiscencias a Frankestein, puesto que Scorsese no hace ascos a homenajear ningún genero), le engañan, propicia un suicidio, tiene propuestas de se confiesa a un desconocida, presencia varios crímenes, le agreden, se convierte en una obra de arte...  Y claro, los personajes que se encuentra no desemerecen de cíclopes y sirenas del clásico de Homero: vendedoras de helados ambulantes que devienen en implacables cazadoras de delincuentes; artistas sadomasoquistas; ingenuas camareras que devienen en máquinas de rencor; camareros confiados; ancianas artistas que viven en almacenes de pubs; ladrones porromanos; taxistas adictos a la velocidad y al flamenco...Y luego está la estructura circular que presenta la historia, que encuentra su fin en el mismo punto de la partida, y que no detallaré para no arruinar la experiencia a los afortunados que la disfruten por primera vez, pero que le da un cierre y perdón por el chiste, redondo.


Y sería un crimen cerrar la entrada sin reseñar la estupenda labor de Scorsese tras las cámaras. En esta ocasión, consciente del material, llamemoslo con todas las comillas que se quiera, ligero, con el que está tratando, el realizador se vuelca en darle un tono visual juguetón, con la cámara haciendose notar mucho: ese justamente célebre plano subjetivo en el que la cámara toma el punto de vista de las llaves que le han sido lanzadas al protagonista desde un balcón, y cuya realización, al parecer, casi le cuesta la vida Griffin Dunne...; los virtuosos planos con steadycam que cierran y abren la película, a ritmo de Mozart; las secuencias de la discoteca, en la que el director hace uno de sus habituales cameos manejando un foco.... Todo ello excelentemente arropado por la labor del los siempre excelentes Michael Ballhaus en la fotografía, que le da un tono de pesadilla al Soho neoyorkino, y de Thelma Shoemaker, la montadora oficial del Scorsese en el grueso de su carrera, imprimiendo un ritmo perfecto.

He estado a punto de ponerla en el apartado películas para ocasiones, ya que al final lo que muestra la película es lo que te puede pasar si te dedicas a salir de tu casa cuando no toca, pero al final me he contenido.... En fín, i con todo lo que he contado no os han entrado ganas de verla, o revisarla, algo he hecho mal, porque se trata de una de las grandes películas del maestro (y eso que es díficil hacer un ranking con la cantidad de genialidades que este hombre nos ha brindado a lo largo de 50 años...). Así que ya sabéis.

6 comentarios:

  1. Una buena comedia con trama cíclica que vi hará al menos 30 años (entonces no se conocía la palabra "After Hours") justo después de otra comedia incomprendida de Scorsese: "El rey de la comedia".
    Saludos!
    Borgo.

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    1. Como ya digo en la entrada yo también hacía mucho que no le veía, y eso que en su día me gustó bastante. Pero es que creo que el paso del tiempo la ha tratado muy bien.
      "El rey de la comedia" también la he recuperado en estos días, y aunque creo que son películas con intenciones muy distintas, prefiero con mucho la Odisea de Griffin Dunne.
      Un saludo

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  2. Una divertida comdedia que siempre que la veo, me lo paso en grande.

    Un abrazo!

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    1. La verdad es que es una película muy disfruto a, y el paso del tiempo le ha sentado de maravilla.
      Un abrazo

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  3. Excelente comedia muy negra (para nada menor), que viene de otra comedia igual de negra de Scorsese, "El rey de la comedia" (entre ambas me quedo con "¡Jo, qué noche!"). Me gusta la sencillez de su propuesta, el viaje de un pobre diablo durante una noche, donde tiene que vencer todo tipo de obstáculos para volver a casa. Muy paranoica y rodada de lujo por Scorsese.

    Pd: Buena reseña.

    Saludos.

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    1. Difícil es elegir siempre entre lo mejor de Scorsese, pero para mí esta si que entra en su podio. Yo también le prefiero con mucho a "el rey de la comedia", que me hace sufrir aún más que esta, pero si reírme nada. Esta, en cambio, se sufre pero se disfruta.
      Un saludo y gracias por los elogios

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