Pues así como sin darme cuenta voy a analizar por aquí la tercera
obra maestra de John Ford. Con este hombre me pasa algo curioso: sus películas
siempre me han gustado, pero es que conforme pasa el tiempo, me voy dando
cuenta de que tras la aparente sencillez
y entretenimiento con las que se ven, hay un lenguaje cinematográfico
muy trabajado y depurado. Serán cosas de la edad...

Ethan regresa al rancho de su hermano tras 8 años sin verle.
En este tiempo ha luchado en la guerra civil en el bando de los confederados
(aunque el dice no haberse rendido nunca...). Al poco de su regreso los
Comanches atacan el rancho acabando con toda la familia excepto las dos hijas,
a las que secuestran. Ethan consagrará los próximos años de su vida a buscarlas
por todo el Oeste...
Pocas películas generan tanto consenso entre cinefilia y
cineastas como esta para ser considerada una obra maestra. Y es que el
entramado que construye Ford sobre un andamiaje a priori tan simple es
fascinante. Desde el primer plano hasta el último. Y esta expresión no es una
frase hecha, porque los dos iguales, marcando a fuego el destino del
protagonista.
La primera imagen que vemos es la silueta del Ethan recortándose
en la distancia sobre Monument Valley a través de la puerta abierta del rancho.
No será la primera vez que veamos un plano tomado desde el interior a través de
una puerta. Y esto que se convierte en una constante en la película es una
manera muy sutil y elegante de mostrar la inadapatación del personaje de Ethan
a la civilización: él ya no forma parte de ese mundo, por decisión propia
probablemente, y nunca formará parte de él. Pero es que en las secuencias en
las que está dentro de casas, la manera de mostrarlo deja patente su incomodidad
y extrañeza. Esto se ve muy bien los pasajes que trascurren en el interior de
la casa del hermano, en los que Ford pone la cámara en un ligero contrapicado,
que parece mostrar al personaje aprisionado por el techo de la construcción.
Y es que ese es otro de los puntos que llaman la atención de
la película: convertir en protagonista a un personaje racista, violento y
amargado. Nada más lejos de lo que entonces era habitual en John Wayne, la
mayor estrella del momento, famosa por haber dado vida a héroes míticos. Eso sí, todos estos atributos van siendo matizados a lo largo de la cinta. Aunque
siente un odio tremendo hacía los indios (llega a disparar al cadáver de uno de
ellos para obligarle a vagar como alma en pena según sus tradiciones…), la
molestia que se ha tomado en conocer su idioma y su forma de vida, no dejan de
ser una manera de respetarlos (además de gestos como la actitud ante la muerte
de cierta india o su propio testamento), lo que les confiere más entidad que la
de salvajes de una sola pieza. Su violencia viene marcada por sus vivencias en
la Guerra Civil. Y su amargura viene dada por tener el corazón roto a
consecuencia del amor no correspondido.

La manera de que tiene el realizador tuerto de mostrar todo
esto es mediante sugerencias. La ya citada primera secuencia es ejemplar a ese
respecto. En base a la manera de mostrar la llegada de Ethan al rancho de su
hermano y la actitud respecto a este y a su mujer, y sin casi diálogos, se hace
al espectador consciente de que Ethan estuvo (y está) enamorado de su cuñada, y
se establecen dudas sobre la paternidad de la sobrina de 8 años, que es justo
el tiempo que Ethan ha estado fuera… Pero no es este el único momento: ahí
están la mirada que se dedican en un funeral Laurie y Martin, que hace intuir la incipiente historia
de amor entre ambos; o la inquietante mirada que dedica Ethan hacia el inalcanzable rancho de su familia, sabiendo que puede estar siendo atacado por los indios. Y más que guardo para no destripar la película para
aquellos que haya cometido el error de no haberla visto aun.
El uso de las elipsis también es fascinante. Practicamente
todas las secuencias violentas suceden fuera campo: el ataque de los indios al
rancho familiar, el ataque suicida de Brad, el hallazgo del cadaver de Lucy por parte de
Ethan. Pero el efecto que logra así, al dejarlo a la imaginación, es mucho más
potente. Otra muestra de maestría narrativa es la idea de narrar gran parte de
la película a traves de una carta, que sirve para concentrar varios años de
busqueda en unas pocas secuencias.
La fotografía es otro de los puntos fuertes de la película. Rodada en Vistavision, la manera que tiene Winton C. Hoch, que ya había ganado dos Oscars a las ordenes de Ford, de mostrar en pantalla Monument Valley es canónica y ha
servido de inspiración (reconocida además) a David Lean o Steven Spielberg a la
hora de fotografiar paisajes en "Lawrence de Arabia" o "Encuentros
en la tercera fase". No busca un uso realista de la luz, sino que la
utiliza como si fuera una paleta para reflejar los sentimientos de los
personajes. Algunos de los momentos en los que mejor se puede ver esto es en el
ataque al rancho con la puesta de sol, en el funeral o en la incursión en la
poblado indio al amanecer.

También funciona muy bien la música. Si pasamos por alto la
incursión un tanto forzada de la canción de turno (en "El hombre
tranquilo" estaba justificada; aquí no tiene mucho sentido más allá de lo mucho que le gustaba el folk a Ford y de meter al cantante popular de turno en la película...) la banda
sonora brilla tanto en los momentos de suspense como en los melancólicos. Algo que esperable contando que viene de la mano de Max Steiner, el hombre que puso música a "Casablanca", "Lo que el viento se llevó", "Al rojo vivo",
"El tesoro de la Sierra Madre" o "El halcón y la flecha". Ahí es nada...
Esta película tiene muchas más cosas buenas, que me guardo para no aburrir al personal, como la labor de todo el reparto (atención a Natalie Wood en su primer papel), lo bien rodadas que están la secuencias de acción y la capacidad que tiene de tratar temas tan profundos como la religión con una ligereza pasmosa. Como nota curiosa, tengo que decir que el título que se le dió en su estreno español, es uno de esos escasos casos en los que la "creatividad" de los traductores enriquece la película, y es que el tono mitológico de "Centauros del desierto", es muy superior a "Los buscadores" que vendría a ser la traducción literal. Una feliz licencia.
Curiosamente esta película, al igual que tantas obras maestras del cine ("Vertigo", "Ciudadano Kane"...) fue recibida con bastante tibieza en el momento de su estreno y no se llevó ningún gran premio aquella temporada. Sin embargo el tiempo ha ido poniendola en su lugar y su legado e influencia a día de hoy es inmenso. Que cosas...
Por si no lo he dejado claro, todo el mundo debería verla, y el que no lo haya hecho que aproveche el verano y le eche un vistazo. No se arrepentirá.