lunes, 6 de marzo de 2017

El camino hacia los sueños.


Mia Dolan es una  camarera aspirante a actriz que vive en Los Angeles, acumulando castings fallidos. Sebastian Wilder es un músico de jazz que ansía con abrir su propio local de jazz, pero al que su desmedido amor por esta música pone siempre en dificultades para llegar a fin de mes. El destino les juntará para convertirles en una pareja con el destino marcado por la música y el cine.

El musical es un género tozudo, mil veces enterrado y otras tantas resucitado, que cada cierto tiempo desde que dejó de ser la estrella de la taquilla mundial (es decir desde los 60), da un puñetazo en la mesa demostrando que aun tiene algo que aportar.  En cada década ha habido, al menos, una película de este género  que recibe todas las bendiciones de crítica y premios y/o arrasa en taquilla: en los 70 fueron "Cabaret", "Grease" y "Fiebre del sábado noche"; en los 80 "Dirty Dancing", "Corazonada",  "Flashdance" y "Footloose"; en los 90 "El Rey León" y "La Bella y la Bestia"; y en los 2000 "Moulin Rouge" y "Chicago". A la década actual le faltaba su musical de cabecera y ese va a ser "La La Land. La ciudad de las estrellas".

A primera vista (aunque conforme avanza la película se verá solo que parcialmente), la película es todo un homenaje a esos musicales canónicos de los años 40 y 50. Ya desde los primeros compases presume de estar rodada en el formato hollywoodiense por excelencia, el Cinemascope. El guión sigue la estructura típica de las películas: chico conoce chica, chico seduce a chica cantando, chico pierde chica... El diseño de producción y las localizaciones rememoran en todo momento a estas películas de la época dorada, cuando nadie había mostrado aun el lado oscuro del sueño de triunfar en el Cine. Y la realización de bastantes de los números sigue, aparentemente, las normas de aquella época: estilizadas, clásicas y bucólicas. Pero como he dicho, este sumisión a los cánones del musical clásico es solo aparente. Y es que al contrario de aquellos, en los que el montaje afinaba todo para que no hubiera lugar a la más mínima imperfección, aquí el realizador opta por un estilo totalmente
  opuesto: el plano secuencia para representar todo el número musical. Y no lo hace solo por afán exhibicionista del realizador y del director de fotografía, sino que esta absoluta ausencia de cortes hace que los números sean más espontáneos y orgánicos, lo que les da una autenticidad que va alejando la propuesta de los citados musicales clásicos. A este distanciamiento ayuda también el hecho de que la pareja de  protagonistas, aunque cumplidores (más Emma Stone que Ryan Gosling, que hace lo que puede...), esta bastante lejos de ser virtuosos, lo que les da una pátina de realismo, un poco como pasaba con "Todos dicen I Love You" de Woody Allen, que lo aparta también de la perfección de aquellos musicales.

Y es que es cuando la historia deja de ser tan bucólica y se plantea el conflicto entre la realidad y los anhelos de sus protagonistas, la citada época dorada del musical deja de ser la referencia, y "La la land" se acerca más a las obras de Bob Fosse.  Al igual que en la obra de este hombre,  los números musicales pasan a ser fugas del subconsciente que representan los sentimientos/miedos más íntimos de los personajes. A partir de este momento es cuando la trama toma un tono menos optimista, y más, por decirlo alguna manera, introvertido. El espectáculo queda de lado:  las coreografías se hacen muchos menos vistosas o desaparecen, y las canciones tienen un trasfondo más triste.
Y así se mantiene la película hasta el momento final que es el que estas dos tendencias eclosionan para ofrecernos una bellísima secuencia optimista que no lo es, ya que lo que nos narra no es lo que realmente sucedió, sino como hubiera sido si todo hubiera sido tan perfecto como en, efectivamente, los musicales del Hollywood. Así el realizador rinde pleitesía a los musicales pretéritos, pero le da un vuelco magistral para mostrar que todo tiene un coste en esta vida, y que nunca nada es tan perfecto como nos gustaría. Vuelco, que por una de esas casualidades cósmicas de la vida, ha tenido su reflejo en los resultados de los Oscars, con sorpresa delirante y sabor agridulce, como la película.

La labor de Chazelle como ya he ido comentando, es más que estimable, ya que logra amalgamar toda la tradición musical previa para a la vez darle su propia personalidad y relevancia. En cuanto al guión demuestra valor a la hora de ser capaz de corromper los cánones marcados y dejar de lado (un poco) el final feliz. Los números musicales funcionan bastante bien, sobre todo el primero (que queda inscrito desde ya en la historia del cine musical) y el último que funciona como espejo deformado de este. El hecho de que se trate de un musical no significa que se descuiden las secuencias no musicales, con momentos de comedia (la fiesta ochentera) y drama (la tensa discusión durante la cena) bastante bien resueltos. Además el realizador tiene el cuidado de seguir mostrando la importancia de la música en estas secuencias, salvandolas de ser meros ensambles entres las secuencias musicales. Quizás en lo que si que se podría haber esforzado más en la elaboración de las canciones, dignas en general y con alguna melodía destaca, pero incapaces de trascender más allá de la película, como pasa con los mejores musicales. O por lo menos con lo que más me gustan.

De cualquier manera una estupenda película, que sabe invocar a sus referentes sin caer en el mimetismo y agradar sin caer en la complacencia servil. No es poco.



2 comentarios:

  1. León,
    me sorprendió mucho La la Land para bien,siendo como soy a priori reacia a los musicales.
    Te dejo enlace de la doble entrada que le acabo de dedicar junto a Moonlight,por si tienes curiosidad:
    http://zinefilaz.blogspot.com.es/2017/03/la-la-land-y-moonlight.html
    Saludoss!

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    1. Yo tengo que reconocer que soy bastante de musicales, así que de primeras me tenía ganado. Pero aun así, me sorprendió gratamente su manera de combinar tantas cosas y a la par ofrecer algo inteligente y entretenido.
      En cuanto pueda me paso por tu entrada.
      Saludos

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