viernes, 10 de julio de 2015

Un mundo infeliz

Año 2022. François es un catedrático de literatura en la Sorbona de París que vive en la más inmensa apatía, en soledad y sin ningún atisbo de mejora en el horizonte. Para su sorpresa, el Partido Musulman francés, verá incrementado su poder de manera harto sorprendente, hasta llegar a disputarse con el Frente Nacional de Marinne Le Pen el Eliseo. Todo esto supondrá un vuelco para su vida y para la de toda Francia.

Precedido del inmenso ruido mediático que genera cada novela de este autor, que en este caso, además se vió aumentado por coincidir su publicación con el día en el que se cometió la infame y trágica matanza en el semanario "Charlie Ebdo", Michel Houellebecq presenta su nueva novela, "Sumisión",  que ha hecho que haya terminado teniendo que tener un guardaespaldas las 24 horas del día por estar amenzado de muerte por integristas musulmanes.

A pesar de todo el revuelo montado (revuelo, que una vez leída la novela, no se termina de entender del todo, pero sobre escribiré luego..), cuando pase el tiempo y las aguas vuelvan a su cauce, lo único que quedará será el valor de la obra como tal. ¿Y es una obra que en realidad merezca la pena? Pues sin encontrarse entre sus mejores trabajos, para mí esos son "Plataforma" y "Las partículas elementales", si que se trata de un libro interesante, más que por su narrativa, por las reflexiones que plantea sobre la sociedad occidental moderna.

Porque a pesar de que Houellebecq es tachado, con demasiada ligereza, de provocador, en este caso el autor no busca tanto escandalizar, como ofrecer un retrato de la desorientación y tristeza vital del hombre occidental, y por añaduría, de la población occidental en general. Pero para hacerlo, lejos de los exabruptos que le aupan a las páginas de los diarios, opta por mostrar como un régimen, que significa un retroceso en los valores que tanto ha tardado en conquistar la sociedad moderna, es abrazado de manera voluntaria y democrática por la población francesa, cuna de las ideologías sobre los que se basa el sistema político y social actual. Para dejarlo más claro y acudiendo a las dos distopías políticas más celebres, Houellebecq, que aquí opta por acercarse más a "Un mundo feliz" de Aldous Huxley, que a "1984" de George Orwell. Y no deja de ser un acto lógico a nada que se piense, ya que si algo nos demuestra la historia es que los absolutismos más terribles que se han conocido, fueron  siempre, en primera instancia por lo menos, elegidos y auspiciados por los votantes, en general empujados por el descontento y la deriva vital, y las promesas de fraternidad y grandeza. Porque, como el propio autor cita en el libro, cuando una civilización se derrumba, es porque se había suicidado antes. Por eso, el panorama político que pinta, que empuja al electorado francés a elegir en segunda vuelta entre el Frente Nacional de Marine Le Pen y el Partido Musulman, no puede resultar más plausible en nuestro día a día, con unos políticos que solo se preocupan por ser reelegidos, siendo capaces de pactar con cualquiera para lograrlo y generando así el desencanto en la población. Población que ante una situación de incertidumbre y de ausencia de de valores, encuentra en la vuelta a ideologías retrógradas las certezas que necesita. Porque si otra cosa queda clara si se vuelve la vista atrás (o si leemos esa visionaria obra maestra que es "Alamut" de Vladimir Bartol...), es que las utopías son ideas muy poderosas y seductoras, que hacen que la sociedad pierda la capacidad crítica: la pureza y fraternidad de la nación aria, el compromiso de igualdad sobre el que se sustenta el comunismo, la promesa de vida eterna de las distintas religiones... Todas estas ideas, han calado en la Humanidad a lo largo de la Historia. Y dudo mucho que su fracaso haya servido como aprendizaje al Ser Humano: si vivimos lo suficiente veremos como se repiten.
El que el gobierno del Partido Musulmán sea logrado en las urnas es, a mi entender, todo un acierto. En lugar de optar por un golpe de estado lleno de violencia y sangre, el autor sacrifica el impacto que esto podría tener para construir algo menos llamativo pero mucho más perturbador. Vendría a ser lo mismo que aleja las ya citadas "1984" de "Un mundo feliz": donde la primera muestra un gobierno basado en el miedo y la represión, la segunda opta presentar por un sistema político que se apoya en el hedonismo y la ausencia de reflexión de al ciudadanía. Leer la obra de Orwell es terrorífico, pero la de Huxley terminando siendo una experiencia mucho más perturbadora, porque la situación que plantea es más perversa y creible, y las reflexiones que genera en el lector son más duraderas...
Todo esto es muy interesante y esta bien planteado, pero hay un problema: en lugar de haber optado por desarrollarlo a través del desarrollo de la trama, como si que logró hacer en su anterior trabajo "El mapa y el territorio", en este caso el escritor francés opta por hacerlo a través de conversaciones que mantiene el protagonista con otros personajes. Dichos diálogos son interesantes, pero muy discursivos, lo que hace que uno sienta por momentos que está leyendo un ensayo más que una novela.
Y ya para ir cerrando la polémica sobre la imagen que da del islamismo. A la vista de los comentarios encendidos que ha generado, uno no puede evitar pensar que la inmensa mayoría de la gente no se ha parado a leer la novela. Puede ser que a algunos les moleste que se recuerde que el Islam es una religión que permite la poligamia y que recorta la libertad de la mujer (como también la recorta el catolicismo más retrógrado, ojo), pero por lo demás, la imagen que da de esa religión es bastante respetuosa, y su manera de retratar a los musulmanes, y en especial al presidente de la nación no cae en ningún momento en la caricatura ni el maniqueísmo.

Como anécdota, no puedo cerrar la entrada sin llamar la atención sobre el hecho de que se ha recortado mucho la carga sexual respecto a las novelas previas: el follar no le sirve de alivio, ni siquiera momentáneo, del vacío existencial del protagonista. Lo único que parece hacerle disfrutar de la vida es la comida, a la que se dedican bastantes párrafos. ¿Será que Houellebecq ya ha dejado atrás el sexo en su vida y se ha volcado en la gastronomía como única fuente de deleite? Los años no perdonan ni a los más libidinosos...




Una novela interesante, pero en la que Houellebecq se ha preocupado más desplegar sus tesis que en contar una buena historia. De cualquier manera, seguiré esperando sus próximos trabajos como agua de mayo, porque este autor es muy necesario en nuestros días. Como despedida curiosa, una canción cantada (a medias) por el escritor.


2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho, y está claro que cualquiera que se rasgue las vestiduras por este libro lo hace porque no se lo ha leído. Pero eso es una constante en la mediocridad tertuliana moderna: se juzga por un detalle, por un titular, y se intenta ser implacable en el juicio para darle así rigor de infalibilidad a la opinión propia. Qué pena. A mí más que escándalo me produce risa, este agudo escritor francés, retratando tanta herrumbre y tanta hipocresía, un mazado a la situación política de su país. Has escrito un texto estupendo al que yo voy a enmendar el título. ¿Un mundo infeliz? El protagonista acaba por sumirse el mismo en los brazos sectarios de la religión, en una moral cerrada que se ocupa de resolver todas las preguntas. ¿Para qué tantos desvelos de ateísmo beligerante? ¡Muera la razón! El tonto es feliz.
    Saludos.

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    1. Me alegro de que te haya gustado el libro y el texto. Como comento, a mí no me parece el mejor de este gran escritor, pero si muy interesante. En cuanto al título de la entrada, tienes razón en lo que aseveras, pero mi intención al ponerlo, además de homenajear al gran Huxley, no era referirse al mundo en el que acaba la novela, sino al mundo en el que se inicia, y que no deja de ser un reflejo (escasamente) deformado del nuestro. Y desde luego que cuando se es tonto e irreflexivo se vive mucho más feliz.
      Saludos

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