jueves, 23 de mayo de 2013

Crónica de un reencuentro



Al fin he podido agenciarme el documental del que todos los medios especializados en cine y música estaban hablando, “Searching for Sugar Man”. Y no sé si será por las expectativas tan altas que me había hecho, pero, aunque me ha gustado, después de tanto halago, esperaba más.

Rodriguez es un cantautor de Detroit que a inicios de los 70 sacó dos discos que tuvieron críticas estupendas, pero que no lograron el éxito comercial que merecían. Excepto en un sitio, Sudafrica, país en el que su mensaje caló profundamente entre la juventud que acabaría derrocando el Apartheid, llegando a un nivel de popularidad digno de los Beatles o Dylan, a pesar de la rígida censura y bloqueo internacional al que los sudafricanos se vieron sometidos en aquellos años. Pero él solo fue consciente de su fracaso, lo que hizo que  se retirara, desatando todo tipo de teorías sobre su situación. ¿Estaba vivo? ¿Se quitó la vida sobre un escenario? ¿Se prendió fuego ante sus fans? Durante mucho tiempo nadie supo de él, hasta que desde Sudafrica se puso en marcha una investigación para saber que había sido de él…

En lo que a ruido mediático se refiere, es indudable que estamos ante el documental de la temporada. Y aunque la historia que cuenta es interesante y por momentos emociona, yo la encuentro algo falta de garra. Si alguien nos dijera que este documental ha sido rodado hace 50 años, nos lo creeríamos. Desde luego que es una opción lícita y respetable por parte del director, pero yo echo de menos algo más de arrojo en la puesta en escena. Casi todo el metraje se compone de gente hablando a cámara e imágenes de archivo. Solo en las secuencias en las que vemos a Rodriguez caminando solo por las calles nevadas (que se convierten prácticamente en un videoclip para la canción que suena en ese momento), hay cierto afán por dotar de vida a la película más allá de la bonita historia que nos están contando.
Otra cosa que he leído por ahí, es que en la película se obvia el éxito (moderado) que Rodriguez tuvo en países como Australia o Nueva Zelanda, en los que llegó a girar a finales de los 70 y principios de los 80. No es que nos tengan que contar absolutamente todo lo que ha hecho en la vida este hombre, pero podrían haber nombrado, aunque fuera por encima, que hubo sitios en los que si que recibió cierto reconocimiento y realizó giras. Pero claro, esto restaría épica al relato…

Todo esto no quita para que el documental se vea con interés, y no se haga aburrido. Es reconfortante encontrar a un artista realmente comprometido con su obra, y que se ha mantenido fiel a sí mismo, pero que no ha buscado labrarse una fama de proscrito ni convertirse en un icono: este hombre actuó durante toda su vida como el creía que tenía que hacerlo, sin darse importancia por ello, y lo que es más importante, sin sermonear a nadie. Esto es algo a alabar a día de hoy, cuando cualquier persona se dedica a esgrimir su ideología (que, además en muchas ocasiones se trata de una pose de cara a la galería…) y manera de vivir como si fueran el único modo, ético y estético, de hacerlo. En este aspecto resultan entrañables las secuencias en las que vemos a Rodriguez contar lo sucedido, momentos en los que percibimos su timidez y, lo que es aun más admirable, su total falta de rencor por lo que le ha tocado vivir. Se muestra satisfecho y disfruta de ello, sin lanzar veneno a cada comentario por no haber recibido el reconocimiento que probablemente merecía. También me gustan aquellas secuencias en las que entrevistas al dueño de la discográfica con la que editó sus álbumes, que niega con (risible) vehemencia haber recibido ningún dinero de las más que importantes ventas del disco en Sudáfrica. Y por supuesto, las imágenes de archivo de los multitudinarios conciertos que dio a principios del presente siglo en Sudafrica, en las que resulta palpable la emoción tanto del artista como del público.

Un documental interesante, y que permite conocer a un artista que de otra manera seguiría pasando desapercibido, pero en el que, paradójicamente para tratarse de una película sobre un músico, se echa de menos más Rock&Roll…

11 comentarios:

  1. A mi me ha impactado y he descubierto a un gran compositor!!! He escuchado sus dos LPs y son muy buenos!!
    Un documental totalmente recomendable tanto por lo que nos cuenta como por el modo en que lo hace!!
    Saludos.

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    1. A mi me hubiera gustado un poco más de chicha en la puesta en escena. Pero si que resulta reconfortante encontrar una persona así en los tiempos que corren.
      Gracias por pasarse y saludos

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  2. Vaya, pues yo aún no la he visto. También le he puesto el listón alto, a ver qué pasa...

    Un abrazo

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    1. Pues aunque esta bien no esperes un documental de esos que marcan época, como "Capturing the Friedmans" o "Exit through gift shop". Saludos

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  3. León, subrayo cada una de las líneas de tu lectura. Yo sabía de Silvio y su música, amigo.¿Necesario? Uff, tendré que decir sí con la boca pequeña. Tras un segundo visionado:excesivo. Altamente, trillado de cascabelería heroica... De grandes hazañas la vida anda repleta. Podría nombrar unos cuantos músicos que se han roto el culo tanto como él o más. Muchos, ya ni respiran. Era el año de este gran autor y nos lo han contado desde el país de “Los hombres que no amaban las mujeres”. Perfecto, le doy una nota; 6,2. Me quedo con el trabajo de mi adorado Marty y sus documentales, esencialmente, del blues puro. Las raíces musicales de todo lo que hemos ido devorando a posteri. Un abrazo

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  4. Perdón, por el lapsus linguae de Silvio y Sixto. Nada que ver, el norteamericano con el cantautor cubano. Sorry...

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    1. J.C. ¿O sea que eras uno de los pocos avezados que lo conocias? No se te escapa una. Yo la verdad es que no soy de cantautores, pero hay que reconocerle que su música sigue sonando bien. Pero de ahí a lo que han montado... El documental busca mitificar a un músico que nunca, y eso queda bien claro en el documental, ha querido convertirse en un heroe. Y eso es lo que más me ha gustado, la sencillez de este hombre. Pero claro, lo que más vende son las historias de superación, que hacen que la platea se vaya contenta para casa...
      Tengo que reconocer que no he visto ninguno de los documentales de Scorsese, ni siquiera "El último wals" (lo sé, me merezco unos cuantos latigazos...) Pero viniendo de quien viene, no dudo ni por un momento de su maestria
      Un abrazo

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  5. A mi me encantó esta película, me parece un documental portentoso.

    Un saludo

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    1. Pues yo, aunque la disfrute, esperaba que tuviera algo más de chicha, tanto en la forma como en el fondo... Queda en parte como una oportunidad perdida.
      Saludos

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  6. La parte visual no es nada del otro mundo, eso está claro, pero el guión (sí, sí, guión: documental que no reportaje, cine que no prensa: ya el primigenio "Nanuk el esquimal" estaba amañado) es excelente. Atrapa al espectador, despierta su interés. ¿Toda la verdad y nada más que la verdad? Ni loco. También la pobreza fotográfica haya estado motivado por un presupuesto escaso. No sé si leí por ahí que algunas partes fueran grabadas con un teléfono móvil. A falta de pan... Así que la alegría será doble: por que le vaya bien a Sixto Rodriguez y a Malik Bendjelloul. Seguro que sí.
    Saludos.

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    1. Toda narración de los hechos es subjetiva siempre. Pero hay maneras y maneras de hacerla. Y yo creó que había maneras más honestas de hacer esto. Eso no quita para que la historia tenga momentos francamente emotivos. Pero más allá del dinero, la puesta en escena podría ser más inventiva. Hay están dos ejemplos de documentales baratos como "Exit through the gift shop" o "Capturing the friedmans". No tienen grandes imágenes ni localizaciones fascinantes, pero innovadores y audaces. Y aunque yo no la ensalce tanto como tu, yo también les deseo que vaya bien al realizador y a Sixto Rodriguez, sobre todo a este último, que ha demostrado ser un hombre de principios.
      Saludos

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