martes, 26 de mayo de 2015

Clases magistrales.


Un día en una librería me encontre este libro en un edición de bolsillo y di palmas con las orejas, ya que hasta entonces solo había encontrado por internet ediciones de lujo bastante caras, que se me iba de presupuesto.
Ahora un poco de contexto. Por si alguien no lo sabe hay que tener en cuenta el contexto en el cual se produjeron estas conversaciones. Hitchcock había sido visto hasta entonces como un mero artesano que realizaba películas de suspense, hasta que gracias sobre todo a la labor de Truffaut y Claude Chabrol cuando eran críticos en "Cahiers du cinema", se empezó a gestar el cambio en la valoración que se hacía de su trabajo, para llegar a ser reconocido a día de hoy como uno de los más, sino el más, importante creador de formas de la historia del cine.

Hitch se muestre muy severo con su cine, y no tiene problema en reconocer los fallos que el considera que tienen sus películas. Se explaya en todos los aspectos, tanto la construcción del guión y los actores, como los aspectos técnicos. Y no tiene ningún problema en asumir los fallos en todos ellos. A veces reconoce que los fallos se debieron a sí mismo: bien por su inexperiencia, en sus primeras películas inglesas, y también en sus primeras incursiones en el cine norteamericano: bien por su afán de lograr repercusión, lo que le llevo en ocasiones a luchar por conseguir a las estrellas más grandes del momento, como Paul Newman o Ingrid Bergman, como protagonistas, por más que no fueran los más apropiados para esos roles. En ocasiones acusa de esas deficiencias a la falta de medios, y en otras a las ingerencias del estudio o del productor, sobre todo a Selznick. Hay momentos  en los que esa dureza para consigo mismo me ha sorprendido especialmente, como lo duro que se muestra con películas como "La soga" o "Naufragos", dos de sus trabajos que más me gustan... Tendré que volver a revisarlas, a ver si tiene razón don Alfredo, o se pasó de exigente con su obra
Curiosamente nunca culpa al público de los fracasos: nunca sale de su boca un "esa película fue incomprendida" o un "el público no estaba preparado para esa película aun". Esto último llama la atención, cuando día sí, día también encontramos a advenenizos defendiendo sus fracasos a capa y espada y culpando a la audiencia de inmadura o de mal gusto (por más que esos sean dos males también frecuentes a día de hoy entre los espectadores). Aunque es cierto, que con libros como este, y corrientes de pensamientos auspiciadas por "Cahiers de cinema" y "Sight & Sound" se fue dando forma a lo que se ha llamado "política de los autores" a la hora de juzgar una película, que entiende al cine como arte y al director como su único creador. Sin embargo, cuando uno se para a leer entrevistas con John Ford, Howard Hawks, Buñuel, o esta con Hitchcock, encentra para su sorpresa que ellos, basicamenet se veían como creadores de ficciones para entretener al público. Cuanto distancia hay entre esta generación y los que se erigen en salvadores del cine porque su corto haya sido seleccionado en Sundance... Pero volvamos al tema, que me dejo llevar.
Con los que no se muestra tan comprensivo es con cierto sector de la crítica cinematográfica, a los que el califica de "verosímiles" (y que hoy en día siguen existiendo... aunque afortunadamente cada vez en menos medida), que derrengaban su cine por el hecho de sostenerse sobre premisas poco creíbles. Afortunadamente, Hitchcock siempre defendía de que el se valía de sus guiones como premisas sobre las que desarrollar la intriga mediante sus míticas set-pieces.
Además de esto otra cosas que sorprende mucho es como  las conversaciones le consolidan como un narrador nato, ya que no pierde la ocasión para contar anécdotas, personales o de otros, y como las habría resuelto visualmente de una manera que es casi como la estuviera uno viendo. Así deja comentarios jugosos como que su desprecio por narrar con diálogo lo que puede ser descrito con la cámara (ese error/horror que sigue igual de extendido a día de hoy...); que el primer ataque de la asesina de "Psicosis" no fue rodado por Perkins, sino por otro hombre disfrazado para desorientar al público; que en los 70 encontraba francamente difícil encontrar proyectos, ya que todo lo que se ofrecían eran thrillers de alta carga política, algo que a él nunca le atrajo; o la que a mí quizás me ha resultado más sorprendente, que es cuando argumenta que a él lo que realmente le interesaba era imaginar una película, concibiendo los planos y el story-board, algo que en lo que fue pionero, siendo el rodaje en realidad algo bastante tedioso, y, atención, que el sería feliz si una vez escrito el guión y realizada la puesta en escena, ¡¡bastara con introducirlo en un ordenador para obtener la película!! ¿Que hubiera hecho Hitch en estos tiempos de la imágenes de síntesis digital y la animación por ordenador? ¿Se estaba adelantando el maestro 30 años a lo que luego traería la Pixar? Nunca lo sabremos...
Dado que las conversaciones acabaron antes de que rodara sus dos últimos trabajos, "Frenesí" y "La trama", la última parte del libro vendría a ser una suerte de apéndice en el que Truffaut comenta sus últimas conversaciones con el maestro en relación con el estreno y recepción de estos trabajos, además de los homenajes que recibió en los últimos años en los que el realizador francés estuvo presente. Y es una pena, porque uno echa de menos que no se explaye sobre esa obra maestra que es "Frenesí".
Truffaut tiene una actitud aceptablemente valiente, señalando las cosas que el considera que funcionan y las que no de la película, y sabe salir bastante bien parado de entrevistar a alguien a quien admira tanto, lo que no tiene que ser sencillo. Pero me decepciona un poco como hasta el epílogo, que como ya he comentado no es una conversación como tal, no reflexiona, por ejemplo, sobre la tremenda carga sexual que tenían las películas del maestro, uno no sabe si por pudor ante una persona de la edad de Hitchcock. Si no, no se entiende que pase de largos temas tan obvios y tan interesantes como la homosexualidad latente en "La soga" y "Rebeca"; la amarga reflexión sobre el matrimonio que supone "La ventana indiscreta", con el personaje interpretado por Stewart aceptando unicamente el matrimonio tras partirse las dos piernas, signo obvio de la castración.


De cualquier manera un grandísimo libro que todo amante de Hitchcock y del cine (¿se puede ser lo uno sin ser lo otro?) debería leer. Muy recomendable. Como despedida os dejo un video con todos los cameos que realizó en sus películas.




4 comentarios:

  1. Leí este libro hace años y me pareció muy interesante. Contiene la famosa parte en la que Hitchcock explica lo que es un "McGuffin". Truffaut y Hitchcock cimentaron su amistad cuando el primero intentó que se rodara "Frenzy" en París.
    Saludos!
    Borgo.

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    1. Desde luego que es un gran libro, y si que contiene lo del McGuffin, pero no lo he comentado porque creo que ya lo sabe todo el mundo.
      No creo que hubiera sido una buena idea rodar "Frenesí" en París: creo que Hitchcock hubiera utilizado la mirada de un turista y no esa mirada entre descarnada y costumbrista que gasta en esa obra maestra.
      Saludos!

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  2. Hace mucho que lo leí, la verdad es que no me acuerdo de la mayoría de su contenido, pero tu excelente entrada ha servido para refrescarme la memoria. Un libro imprescindible, solo sea porque pone en común a dos de los mayores genios cinematográficos que ha habido nunca. Cuando escribo de una película, en la entrada pongo siempre título de la cinta y director de la misma, concediendo de esta forma la autoría. Y sé que hay un catálogo extenso de nombres que acompañan la producción de una película, que en muchas de ellas habrá sido indispensable y vital la participación del productor, del guionista, del director de fotografía, incluso de los actores protagonistas, pero llegué a la conclusión de que tras el ejercito habrá un único general responsable, en la mayoría de los casos, de las decisiones finales que han dado forma definitiva a la cinta. Luego cada película tiene su intrahistoria, pero, para el caso, el cine de Hitchcock es de él. Pienso.
    Saludos.

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    1. Me alegro de que la entrada te haya refrescado la memoria JEJEJE. La verdad es que es un libro disfrutable de principio a fin por cualquiera que tenga un poco de interés por el cine.
      En cuanto a lo que comentas, y a la política de los autores, ya también reflejo siempre como etiqueta el director en la entrada, y en general si que me parece lo más importante de la película. Aunque hay casos, sobre todo en el cine norteamericano (clásico y moderno), en los que el director funciona como un hábil coordinador de equipo, pero pesa más la labor del estudio o del productor detrás. Un ejemplo clásico sería Michael Curtiz, que hacía grandes películas, aunque no tenía una personalidad desbordante, y un ejemplo más moderno sería, por ejemplo, el estudio Pixar, que casi siempre entrega grandísimas películas, en las que la personalidad del estudio pesa más que la del realizador.
      Aunque en el caso de Don Alfredo, sus películas desbordaban su personalidad por todos los lados.
      Saludos

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