Amelia es una madre australiana de un niño de 6 años. Viuda desde que sufrió un accidente de tráfico el día en el que iba al hospital a parir, se ve superada por la crianza en solitario de su hijo, que es un niño un tanto difícil que tiene además tienen frecuentes pesadillas que todavía le agitan más. Todo esto empeora el día en que encuentra en su casa un libro infantil titulado Babadook, protagonizado por un monstruo del mismo nombre que alterará aun más su ya precario equilibrio familiar.
Es curiosa la tendencia cíclica que presenta el cine de terror desde hace unos 20 años. A mediados de los 90, cuando el género se encontraba casi desaparecido, apareció "Scream. Vigila quien llama" y revolucionó el género y puso de moda la recuperación del slasher adolescente con una mirada desmitificadora e irónica. Unos años después, el cine japones, con "The Ring" a la cabeza, y "El sexto sentido" recuperaron un terror en el que lo sobranatural violentaba la rutina diaria. Unos años después, auspiciado por la execrable "Saw", se puso de moda el gorno (o gore-porno), que a su vez sería desplazado unos años más tarde por el found-footage, gracias al éxito de "Rec" y "Paranormal Activity". Ahora parece que nos encontramos en un proceso de recuperación de las casas encantadas y fantasmas con tono gótico y marcada carga psicológica como modelo a seguir en los años venideros, auspiciado por el éxito de "Insidious", pero sobre todo por el de "Expdiente Warren". Lo llamativo es que no se está haciendo desde una perspectiva irónica o desmitificadora, sino desde el afán de revitalizarlo y recuperar el poder de los iconos clásicos del género. Y plenamente inmerso en esta corriente, encontramos este "Babadook".

Como siempre en este género desde sus orígenes literarios (basicamente con "Otra vuelta de tuerca" de Henry James), la fuerza de la trama se sustenta sobre las turbias emociones de los protagonistas. Así la madre se siente atrapada entre la frustración sexual, la imposibilidad de hacerle frente a la maternidad en soledad y la culpabilidad por vivir el ser madre como una condena. Y frente a ella encontramos a su hijo, al borde también de la enfermedad mental, algo totalmente comprensible dado el ambiente en el que ha rodeado su vida desde el nacimiento. Hay que decir que si esto funciona es en gran parte a la excelente labor que llevan a cabo los actores: Essie Davis está estupenda como madre que pasa por todo el abanico de emociones, y el niño Noah Wiseman también cumple más que dignamente con su complicado rol, resultando odioso en un principio para ir ganando comprensión y compasión conforme avanza la película.
La realizadora Jennifer Kent, (que al igual que hacía la reivindicable y también intimamente relacionada con las maternidades "Mamá", parte de un corto propio previo para este largometraje) hace avanzar la trama con paso firme, diseminando secuencias fuertes durante la primera mitad de la película, como el impagable momento de la interrupción del alivio onanista, o la primera aparición del libro Babadook. Va trabajando la tensión hasta que logra que una gabardina y un sombrero en un perchero den miedo. Aunque quizás la idea que más me ha gustado es el hacer que la representación del monstruo (que viene a ser algo intermedio entre Marilyn Manson y Freddie Kruger...) se le presente a la protagonista en lo que ve en las películas y series que consume en sus hora de insomnio ¿Es real lo que vemos? ¿O estamos ante una construcción de la mente de la protagonista fruto del estrés que le rodea, ensamblada a base de iconos previos?

El tramo final, en el que toda la tensión acumulada eclosiona, aunque resulte un poco atropellado, está rodado con mucha garra y da bastante miedo. Y como guinda un epílogo, en la linea de finales como el de "La invasión de los ladrones de cuerpos", falsamente feliz y bastante subversivo.
Si este va a ser el canón a seguir en los próximos años, el género de terror va a vivir una nueva edad de oro. Y quedaos con el monstruo, que me da a mí que veremos varios en los carnavales y Halloween venideros.

El tramo final, en el que toda la tensión acumulada eclosiona, aunque resulte un poco atropellado, está rodado con mucha garra y da bastante miedo. Y como guinda un epílogo, en la linea de finales como el de "La invasión de los ladrones de cuerpos", falsamente feliz y bastante subversivo.
Si este va a ser el canón a seguir en los próximos años, el género de terror va a vivir una nueva edad de oro. Y quedaos con el monstruo, que me da a mí que veremos varios en los carnavales y Halloween venideros.