Entre finales de los 80 y principios de los 90 Jordan Belfort, un joven ambicioso descubrió la manera de revolucionar el mercado de valores externo a Wall Street y ganar montañas de dinero estafando a la gente. Durante esos años llevó una vida de excesos alucinantes, hasta que fue enviado por el FBI a prisión.

¿Cual es la década de Scorsese? ¿Los 70? ¿Los 80? ¿Los 90? ¿Los 00? ¿Los 10? ¿O todas ellas? Pocos directores de su generación (quizás unicamente Spielberg) y presentan semejante currículum. Y lo mejor de todo es que no tiene pinta de que vaya acabar aquí la cosa, ya que este "El lobo de Wall Street", demuestra que a pesar de sus más de 70 años, sigue teniendo una energía y un saber hacer cinematográfico inigualable. Y ha sabido mantener esta potencia evolucionando, ya que aunque esta película exuda su espiritu por los cuatro costados, es la mejor demostración de como su cine sigue avanzando, presumiblemente (no le conozco personalmente), de manera paralela a su situación vital.

En esta cinta, Scorsese no carga las tintas sobre el dolor, físico y emocional, y el sentimiento de culpa que presidió en su día su obra. El director se muestra más relajado y juguetón, lo que no quiere decir que su capacidad de reflejar la realidad sea menos aguda. Porque esta película es un retrato, no por hilarante, menos certero del culto a la avaricia que campa a sus anchas por nuestra sociedad. No hay nada que pueda acabar con ella, así que según el realizador, lo mejor que podemos hacer es reírnos de ella. No hay en esta película el afán divulgativo que si tenía la interesante "Margin call". Eso sí, tampoco hay moralinas, que Scorsese no juzga a los personajes en ningún momento. Lo que transmite es que cualquiera que hubiera estado en esa situación hubiera actuado de la misma manera. Pero que nadie se lleve a engaño, que no los juzgue no significa que realice un retrato épico o con cierta melancolía sobre aquellos excesos como ocurría en "Uno de los nuestros" o "Casino". Con el paso de los años, el director se muestra menos proclive a ensalzar este tipo de personajes. A uno no le entran ganas de meterse en la piel de los personajes en sus buenos momentos, algo que si ocurría en aquellas cintas.

Mucho he leido y oido por ahí calificando la película de excesiva. Pues bien, a mí me parece que está mucho más controlada de lo que podría parecer tanto en puesta en escena como en duración. La primera, a pesar de reflejar todos estos excesos, no tiene ningún plano que sobre, están solo los necesarios, y nos cuenta lo que quiere contar, sin dejarse llevar por la emoción del momento. Eso, manteniendo una vitalidad alucinante, con esos travellings tan característicos, homenajes cinefilos a "La parada de los monstruso" y al slapstick, ruptura de la cuarta pared por el narrador omnisciente, y, como no, un uso alucinante de la música. Y la duración, pues son tres horas, pero tres horas llenas de historias, anécdotas y personajes muy bien desarrollados y con mucho ritmo, que hacen que la película no se haga pesada (he visto bastantes películas que han durado la mitad que se me han hecho más largas...). Como siempre, la labor de Thelma Schoemaker es excelente, ajustando todo al milímetro. En cuanto a la luz, aquí no tenemos al mejor cinematografo de la actualidad y habitual de Scorsese, Robert Richardson, pero el mexicano Rodrigo Prieto cumple a la perfección, dandole un tono como de serie de los 80, pero pasado de rosca.

Los actores están todos muy bien. DiCaprio cumple como es habitual en él (se nota que se muere de ganas de que le den un Oscar...), y eso que no abandona en ningún momento la pantalla. Pero es que los secundarios están también estupendos: Rob Reiner, Jonah Hill, Jean Dujardin, Margot Robbie, Matthew McConaghey, Kyle Chandler... Todos ellos logran interpretaciones creíbles y valientes.
Por último, una reflexión. Esta gente estafó todo lo que pudo hasta que les trincaron, pero la cantidad, vista en perspectiva (200 millones de dolares), les convierte en meros principiantes comparado con lo que arramplaron Lehman Brothers (22000 millones) o Madoff (50000 millones de dolares). O sin cruzar el charco, los mismísimos Blesa y Rato con CajaMadrid (18000 millones de euros en preferentes). Con esto Scorsese parece darnos a entender, que todas esas barbaridades que nos está mostrando, eran un simple ensayo para lo que estaba por venir. Pero mientras la bolsa subía como la espuma y la pasta no faltaba, nadie se preocupaba por nada. Además, el final nos deja claro que aunque el protagonista haya sido defenestrado, sigue habiendo una enorme cantidad de gente que ansía ser como el y remedar sus hazañas.
Una película grande, y que no consiste solo en ver a gente drogandose y follando: merece más reflexión de la que parece. Esperemos que Scorsese siga rodando durante otras cuarenta años, porque cuando falte, el cine va a ser mucho más aburrido y anodino...