Pues “Dexter” llegó a su fín. Y a
la vista de los resultados, le ha costado demasiado, ya que se trata de uno de
esos casos en los que han estrujado la teta hasta no dejar ni gota de leche.
Cuanto mejor si hubiera acabado en la 4ª temporada…
A partir de aquí, el que no haya
visto la serie hasta el final, que no siga, ya que voy a hablar de toda la trama.
Pues la sensación que deja la
serie es de decepción. Y fíjate que empezó bien la cosa. Durante las cuatro
primeras temporadas, las serie solo hacía que mejorar a todos los niveles,
descubriendo facetas del personaje en su proceso de humanización y
enfrentándole en cada temporada a antagonistas fascinantes, que le hacía crecer
como persona (bueno, como personaje…): en la primera se enfrentó a su hermano,
reverso oscuro de lo que él podía haber sido de no haber caído en manos de su
padre; en la segunda encontró el amor y la pasión, el resto de sus relaciones
habían sido tapaderas ,y se mostró ante alguien como realmente era (aunque
obviamente le salió rana…); en la tercera tuvo su primera relación de amistad,
que también acabaría como el Rosario de la Aurora; y en la cuarta se convirtió
en un padre de familia, a la vez que vio que era aquello en lo que se podía
convertir. Hasta aquí nada que objetar. La serie seguía mejorando, el personaje
se iba humanizando, y solo el cielo parecía al límite. Lo que no sabíamos
entonces es que ya habíamos visto lo mejor de la serie, y que el final de la
cuarta temporada hubiera sido el broche de oro para la historia.
A partir de aquí, los creadores,
guionistas, showrunners o como queramos llamarlo, no se sabe si por vagancia,
por falta de talento o simplemente por que la cosa no daba para más, dejando a
la serie avanzar por inercia y por el reciclado de ideas que ya habían dado lo
que tenían que dar. En la quinta retomaron la idea de la segunda temporada,
cambiando detalles, pero sin aportar nada nuevo. En la sexta cogieron la faceta
espiritual del personaje, para acabar convirtiéndose en un psico-thriller de la
peor calaña, con desdoblamiento de personalidad incluido, y cambiaron el tono
de la serie y el personaje, que ha acabado convirtiéndose, como me dijo un
amigo mío con muy buen criterio, “en un superhéroe”. En la séptima como no
había un villano de fuste con el que enfrentar al protagonista, pues pusieron
unos cuantos, creando varias tramas sin mucho interés, y con un final un tanto
absurdo. Y con la octava, pues ha pasado más o menos lo mismo que en la
séptima. Han apuntado ideas interesantes que no han llevado a nada y han
acumulado un montón de sucesos en el último capítulo, que si se hubieran
trabajado durante toda la temporada, no hubieran quedado mal del todo, pero que
así amontonados dejan muy mala sensación. Lo más llamativo es lo relativo al
destino de Debra, que tiene apuntes interesantes (como que Dexter se ponga la
ropa de matar para llevar a cabo su eutanasia, o que la eche al mar donde están
el resto de sus víctimas), pero que explicado en tan poco tiempo termina
saturando al espectador y no genera ninguna emoción.
Y en cuanto al epílogo, con un Dexter barbudo
(con una barba que parece que la han comprado en los chinos…) desterrado en un
aserradero de Alaska o similares, me parece el peor que se les podía ocurrir. Uno
de los motores de la serie ha sido que Dexter, a pesar suyo y de su falta de
empatía, siempre terminaba entablando relaciones con la gente que le
complicaban la vida: el no sentía nunca la necesidad de querer a nadie, pero se
veía abocado a ello, terminaba teniendo relaciones y sentimientos (o sea problemas)
aunque el no quisiera. En cualquier momento podría haber huido de todo y no lo
hizo. Era más humano de lo que el pensaba… ¿Y ahora de repente resulta que
puede vivir aislado tan ricamente? Si es un monstruo siempre lo será. Al igual
que siempre será alguien que necesitará amar y ser amado. No podía haber
cerrado la serie una imagen más desacertada.
Y aunque la serie ha seguido
siendo más o menos entretenida, da pena mirar atrás y ver como se han desaprovechado ideas muy interesantes además quemándolas de la manera más
tonta: el que Dexter tuviera que compatibilizar el cuidado de los tres hijos,
que podría haber tenido mucha miga, se lo cargaron de un plumazo enviando a los
hijastros con los abuelos; la posibilidad de que el hijo de Dexter se convirtiera
en un psicópata la haber sufrido el mismo trauma que él, que se insinuó en
algunos momentos y al final quedó en nada; el que Dexter su hubiera enfrentado
a la religión también hubiera podido estar muy bien, y lo despacharon pasando
por encima de todo aquello como si nada; la relación con su hermana también
prometía mucho después de conocer su secreto y ha quedado en momentos
totalmente sonrojantes en la octava temporada; o el jugoso apunte que se hace también
en esta octava tanda de episodios de que
se hubiera formado una familia de psicópatas (con la Dra. Vogel a modo de
matriarca, Dexter y Hannah como hijos y Alex como el continuador de la estirpe),
que igualmente se lo ventilaron por la vía rápida…
Toda este desaprovechamiento es
lo que me da rabia: Si yo que no soy guionista ni nada por el estilo, puedo ver
que estas ideas dan para mucho, y nos hubieran podido ofrecer temporadas mucho
más audaces y divertidas, ¿Porqué no lo hicieron los guionistas, que son
profesionales y a los que les pagan por ello?
Siempre tendrá un hueco en mi
corazón seriéfilo, por esas cuatro primeras y estupendas temporadas, y por esos geniales títulos de crédito que os dejo como despedida (quizás se trate de los mejores títulos de crédito que el que firma ha visto: imposible ser más sofisticado, original y revelador en tan pocas imagenes) pero
podría haber sido mejor. Mucho mejor.
Ultimamente estoy leyendo
bastantes tebeos. En parte por que me han sancionado con casi dos meses en la
biblioteca municipal por entregar un libro tarde, y en parte por que
últimamente están publicándose tebeos que merecen mucho la pena: “Saga” de
Vaughan y Stapples, “Proyectos Manhattan”, de Hickman y Pitarra, “Ojo de
Halcón” de Fraction y Aja, “Daredevil” de Waid y Saame, los trabajos en los
mutantes de Bendis y Aaron… Nadie que ame los tebeos se debería estar perdiendo
estas series, como son historias que aun están editándose, prefiero no hablar
sobre ellas. Hoy de lo que me apetece hablar es de la reedición de “Marshal
Law: Miedo y asco” de Pat Mills y Kevin O´Neill.
Este tebeo se editó por primera
vez hace 25 años, y como casi todas las obras americanas de superhéroes de esa
época, surge a la sombra de las dos obras que cambiaron el devenir de el tebeo
superheroico: “Watchmen” y “El regreso del Caballero Oscuro”. Afortunadamente,
en lugar de dedicarse a repetir la oscuridad de aquellos tebeos sin ningún
criterio algo muy frecuente en aquellos años (“La última cacería de Kraven”, “Batman:
Muerte de un petirrojo”…), tomaron un punto de vista más audaz y visionario,
pronosticando aquello en lo que se iba convertir el tebeo superheroico en los
años venideros (los temibles 90, principalmente…).
Estamos en algún momento del
siglo XXI o XXII, en la ciudad de San Futuro, surgida tras que el Big One
destrozara toda California. Marshal Law ejerce de agente gubernamental cazador
de capas o superhéroes, aunque el dice que “aun no he encontrado a ninguno”. La mayoría de estos superhéroes fueron creados por el Gobierno
norteamericano para combatir en una guerra en Centroamérica, para ser
abandonados a su suerte después de esto. Los únicos superhéroes que están bien
vistos son Espíritu Público y su grupo, que cuentan con el amparo del gobierno
y la opinión pública. Marshal esta obsesionado con encontrar el superhéroe que
está asesinando a mujeres que visten como la heroína Celeste, actual mujer de
Espíritu Público. Durante la investigación iremos conociendo al personaje y
veremos como todo no es lo que parece.
Como ya decía es de agradecer que
este tebeo no se quede en representar un mundo oscuro y tétrico en el que los
superhéroes son auténtico desquiciados, sino que plantea una reflexión, que con
el paso de los años, solo ha hecho que tener más valor. Con esta obra en la que
los héroes se han ido convirtiendo en monstruos, los autores nos avisan de que
eso puede llegar a pasar si se pierde de vista el sentido de la maravilla, la
ingenuidad y el absurdo que siempre han caracterizado a los superhéroes. Son
muy reveladores los flashbacks en los que Marshal Law recuerda su infancia y su
deseo de ser un superhéroe, y como su sueño se fue resquebrajando al ver para
lo que los superhombres eran utilizados. También ayuda a establecer esta
reflexión el hecho de que Espíritu Público y su grupo son fácilmente
identificables como reflejos deformados de Superman y la JLA.
Si solo fuera una idea brillante,
esta obra no tendría el status de culto que tiene. Lo que le hace brillar sobre
todo es la estupenda labor de los autores. Los guiones de Pat Mills están
llenos a la vez de mala uva y de amor por el género, sabiendo manejarse bien en
los lugares comunes del género negro, por los que la historia transita
frecuentemente. Pero es que además está el alucinante trabajo de Kevin O´Neill,
que deja al lector con el culo torcido con su estilo juguetón, detallado y
feista, capaz de llenar la viñeta de pequeños chistes y referencias que
enriquecen mucho la lectura, sin dejar por ello de tener en todo momento una
narrativa muy ajustada, que brilla sobre todo en las batallas.
Ha sido una gran idea recuperar
este tebeo. Espero que las ventas funcionen y que sigan recuperando más
historias de este personaje, aunque imagino que será algo complicado por el
baile de editoriales por el que ha ido pasando la obra. Crucemos los dedos.
Una de las cosas que más me gusta
en la vida es enterarme de los entresijos que hay en las cosas que nos rodean.
Siempre me ha interesado. Algunos dirán que es curiosidad, otros que es morbo y
otros que es una rareza, pero a mí me encanta. Además no discrimino: me
interesa el proceso de creación que hay detrás de todo, desde las sartenes (soy
la típica persona que se deleita viendo el programa “¿Cómo lo hacen?” en
Discovery…), hasta, por supuesto, las cosas que más me gustan, como el cine
(adoro los “making of”), la música o los tebeos. En el caso de estos últimos y
de los de la Marvel en particular, aun más, ya siempre me ha intrigado el saber
que hay entre bastidores de algo que ha formado parte de mi vida diaria desde
que aprendí a leer. Porque todos hemos leído/visto reportajes sobre música o
sobre el cine, pero encontrar esto sobre los tebeos era hasta ahora misión
(casi: ahí están la excelente colección “Los profesionales” del maestro
Gimenez) imposible. Pero por fin ha llegado este estupendo libro y ha arrojado
luz sobre el tema.
Este libro vendría a realizar la
misma función que hace, salvando las distancias, los imprescindibles libros de
Peter Biskind “Moteros tranquilos, toros salvajes” y “Hollywood, mentiras y
cintas de vídeo”: airear los triunfos y miserias de la Marvel, que fue capaz de
sacar a los superhéroes del ostracismo en el que se encontraban a finales de
los 50, para convertirlos en unos de los iconos más importantes de la cultura
popular de este siglo XXI. Pero, claro, en el trayecto se fueron acumulando
unos cuantos cadáveres en el armario…
Podemos ver que la imagen idílica
del Bullpen Bulletin, (que aquí nos llegó en dosis mínimas, pero que en EE.UU.
fue uno de los puntales de su éxito), con gente gastandose bromas
continuamente, improvisaciones espontaneas de canciones de los Beatles, y
visitas diarias de los aficionados afanosos de conocer a sus ídolos, existió,
pero durante poco tiempo y con matices. Siempre la realidad apesta más que la
leyenda…
Para empezar había autores, como el propio
Kirby que trabajaban en su casa en Nueva Jersey todo el día, los siete días de la semana,
optimizando al máximo el tiempo del que disponía, para lograr hasta 6 paginas
diarias, para lograr un salario bastante magro, y que no se correspondía en
absoluto con las ventas millonarias que alcanzaba su trabajo. De hecho, el
libro deja bastante clara la actitud miserable que tuvo Marvel, negándose en
muchos momentos a devolverle sus páginas originales para venderlas a
coleccionistas. Sin que Kirby oliera en ningún momento el menor porcentaje de
estas ganancias, por supuesto…
Stan Lee queda retratado más como
un brillante showman (que lo es: solo hay que ver alguna entrevista suya para
comprobarlo…) que como un auténtico guionista de tebeos. Sus comentarios dan a
entender que a él le hubiera gustado trascender la historieta para elaborar
guiones o novelas (recibía visitas de directores como Fellini o Resnais para
manifestarle la admiración que sentían por su obra…), pero victima de su éxito,
ha quedado para siempre ligado a Marvel siendo su cara más reconocible.
Y el tercer padre fundador Steve
Ditko, es mostrado como un autor tremendamente creativo, pero difícil como el
solo, capaz de rumiar durante una semana un comentario recibido por un
colaborador para, en el momento más inesperado echárselo en cara. Sin olvidar
el hecho de que la mayor parte de la época en la que dibujo Spiderman, estuvo
sin dirigirse la palabra con Stan Lee…
Además la empresa aplicaba
contratos leoninos en los que ni por asomo aparecía el más mínimo
reconocimiento sobre la autoría de los personajes e historias, pero es que ni
siquiera les pagaban royalties (según cuentan, les costó unos 20 años lograr
esto ultimo…).
Los culpables de la burbuja tebeística en 1992:
Arriba: Larsen, Liefeld, McFarlane y Silvestri
Abajo: Portaccio, Lee y Valentino
Pero solo habla de los padres de
la mitología Marvel, sino que retrata toda sus historia hasta llegar al momento
actual. Vemos la llegada de autores hippies como Steve Gerber, Steve Englehart
o Jim Starlin, que se ponían morados de LSD para lograr sus psicodélicas
historias, ¡¡y como los que los fans enviaban cartas con porros como felicitación
por su trabajo!! Y también la mezcla entre comportamiento visionario y oportunista y narrativo que siempre ha guiado la empresa, que fue capaz de crear a Pantera Negra como primer superhéroe negro (y adelantandose asi a la utilización del nombre por parte de los activistas negros), pero que también creo a Dazzler para intentar subirse al carro del boom de la música disco de finales de los 70...Se narra toda la etapa de Jim Shooter, en los 80, que en su momento salvó la empresa de la ruina total, con cimas del tebeo superheroico como las de Miller en Daredevil o Simonson en Thor y abismos como crear los (casi siempre) despreciables crossovers, y de rebajar la complejidad de los tebeos a cotas casi subterráneas (No me puedo resistir a reflejar aquí el hecho, de que DC, visto el éxito de Marvel, estuvo a punto de cederle sus principales series durante una año para que las revitalizara ¡¡¡¡¿¿¿¿????!!!!). Pasamos por los oscuros años 90, que se inician alcanzando cotas de ventas inimaginables con el despegue de los autores conocidos como la generación Image (Todd McFarlane, Jim Lee, Rob Liefeld, Erik Larsen…) que lograron vender hasta ¡¡¡ocho millones de copias de un ejemplar!!!, pero que tenía truco, ya que la mayoría de esa venta de la compra de decenas de ejemplares por coleccionistas especuladores, que lograron una burbuja de precios, que cuando explotó casi hunde la industria (¿Os suena esta situación?). Y así llegamos hasta el renacimiento que supuso la llegada del siglo XXI, con una importancia renovada de la labor del guionista (Mark Millar y Brian Michael Bendis, que también han acabado siendo
engullidos por su propio ego…) y aciertos como la creación del universo
Ultimate (por lo menos en su primera época…), pero también con una excesiva
supeditación de los tebeos a sus futuras adaptaciones cinematográficas, que
obligan a minimizar los cambios y las historias más audaces para no condicionar
las hipotéticas películas venideras.
Los mismos muchachos 20 años después (no me podía resistir...):
Lee, McFarlane, Larsen, Valentino, Silvestri, Liefeld, Portaccio
Me he hecho mucha ilusión el
apéndice que habla sobre la historia de las publicaciones Marvel en España con
un repaso por las distintas etapas y editoriales, que desvela cosas como que
¡¡¡El Dr. Átomos y el Prof. Loki del correo de los lectores eran la misma
persona!!! Aun me estoy recuperando del shock…
Una lectura que cualquier
aficionado a los tebeos va a disfrutar de principio a fin, en la que quizás se
echa de menos, además de algunas fotos, y que preste un poco más de atención a
los tebeos en si mismos, que a veces quedan en un segundo plano entre broncas,
traiciones, premios, ventas y negociaciones. Pero es un fallo mínimo que no
ensombrece el fascinante reportaje que se nos ofrece sobre esta mítica editorial, que con sus luces y sombras nos ha marcado a muchas de las grandes obras que (por talento o por azar) han creado. Para acabar esta delirante videoclip que nos muestra a Stan Lee como más le gusta estar: siendo tratado como una estrella y rodeado de chatis:
Tras el buen sabor de boca que me
dejó su anterior trabajo “Take shelter”, que se me escapó en sala grande, no
estaba dispuesto a cometer el mismo fallo con su nuevo trabajo. Y por eso, el
otro día nos dejamos caer por el cine para ver “Mud”, una de las mejores
películas de lo que llevamos de año.
Ellis (esplendido Tye Sheridan)
es un chico de 14 años que vive en una casa sobre el Mississippi, donde su
familia se gana la vida pescando peces que venden en el pueblo cercano. Un día
junto a su mejor amigo Neckbone (también entrañable Jacob Lofland) descubren un
barco varado en un árbol ¿? en una de las islas del rio. Al principio pretenden
convertirlo en su refugio, pero resulta que el barco ya esta ocupado por Mud
(brillante Matthew McConaghey). Este hombre, que está escondido en la isla
esperando a su novia, malvive a base de lo que pesca y encuentra en la isla, y
por eso le pide a los chicos que le ayuden llevándole comida. Aunque al
principio se muestran reticentes por las pintas de vagabundo que se gasta,
Ellis finalmente acude a llevarle comida y empieza a conocer la historia, de
este curioso hombre lleno de supersticiones y leyendas, implicándose en hechos
que cambiaran su vida para siempre.
No cuesta reconocer al leer el
argumento ecos de Tom Sawyer y Huckelberry Finn de Twain, ni influencias de
Capote o la Harper Lee de “Matar a un ruiseñor” (uno de los personajes lleva
dos ruiseñores tatuados en la mano…). Pero a pesar de esta multitud de
referentes tan conocidos, la historia no deja sensación de deja vú. Esto se
debe principalmente al que quizás sea el mayor acierto de la película, la
estupenda labor del director para adoptar el punto de vista del protagonista
adolescente en la narración del relato. Si repasamos su anterior película, la
también magnífica “Take Shelter”, no debería sorprendernos, ya que en ella
también lograba la identificación total con ese protagonista desorientado entre
los delirios y las premoniciones. En este caso, el caso no es tan extremo, ya
que se trata de la adolescencia, dolencia mental transitoria que tiene mejor
pronóstico que la aparente psicosis que atormentaba a Michael Shannoon en
aquella. A lo mejor esta identificación se da más entre el sector masculino de
la platea que en el femenino (la Gata con Gafas no refiere haberla sentido…),
pero yo me veía perfectamente reflejado en las actitudes, los pensamientos y
las decepciones del protagonista.
Todo esto envuelto en esa
atmósfera de gótico sureño que siempre rodea al Mississippi, con sus aguas
turbias, y en el que se puede encontrar de todo: desde perlas hasta cadáveres, de
fugitivos románticos a caciques rencorosos, de ancianos que intentan dejar una
vida de remordimientos detrás a barcos que cuelgan de árboles. El director
lleva la historia en este ambiente con mano firme, dejando que la historia
respire y sin alardes de puesta en escena, aunque también se pueden encontrar
grandes secuencias como la paliza que interrumpen los chavales, o el tiroteo
final, muy bien rodado. Todo ello bien arropado por la música de David Wingo y
la luz de Adam Stone, que ya le habían acompañado en su anterior trabajo.
Otro de los puntos fuertes de
esta película son las interpretaciones, ya que todos están muy bien en sus papeles. Los que más brillan son los adolescentes protagonistas y McConaghey,
pero el resto no deslucen: Sam Sephard, Michael Shanoon, Joe Don Baker… Hasta
Resse Witherspoon, que casi siempre me saca de mis casillas, cumple bastante
bien con su rol de mujer fatal. Será que es cierto eso que dicen de que buen
día lo tiene cualquiera.
Puestos a buscarle fallos, lo que
más puede chirriar es el final. Queda un poco forzado, peca de ser un pelín
blando y aclara demasiadas cosas. Es de esas películas que parece que quiere
acabar bien para que el espectador salga contento de la sala, como si no fuera
suficiente la estupenda historia que nos han contado. Un final más ambiguo y
menos optimista le hubiera sentado mejor a la trama.
Pero bueno, es peccata minuta, y
totalmente perdonable. No recomiendo a nadie dejar escapar esta propuesta. Y que
todo apunte el nombre del director, Jeff Nichols, una de los realizadores más
interesantes surgidos en los últimos años en EE.UU.
Todos sabemos que "Las crónicas de Riddick" fue una perdida de tiempo, y dabamos por merecidamente finiquitada la saga del fugitivo interestelar, pero como cantaba Ruben Blades "la vida te da sorpresas...". Y como Hollywood siempre respeta el dinero por encima de todas las cosas, y Vin Diesel fue capaz de resucitar una franquicia de la Universal que estaba en los estertores ("The Fast & The Furious") y llevarla a la estratosfera (en lo que a taquilla se refiere, por que lo que es cine...), pues le han premiado con la posibilidad de poder retomar el personaje al que le debe su fama (con un tercio del prespuesto con el que contó en la anterior película, que no estamos hablando de Caritas...). Y por eso ahora tenemos en los cines "Riddick".
Riddick (Vin Diesel en el papel que nació para interpretar) se encuentra malherido en un planeta más hostil que la cola para entrar en El Corte Ingles el primer día de rebajas, tras haber sido traicionado por el pueblo del que acabó siendo gobernante en el final de la anterior película. A pesar de tener todo en contra, consigue sobrevivir, y amaestrar una especie de perro alienigena, y para lograr escapar del planeta, da la alerta de su situación para que acudan a cazarle mercenarios y así poder huir en su nave. Los mercenarios, además de a Riddick, tendrán que enfrentarse a la peligrosa fauna y flora de ese planeta...
Al parecer Vin Diesel y David Twohy han aprendido de los errores, y a base de pegarse el batacazo con la segunda entrega, parecen haberse percatado que lo que convirtió a la primera película en la pequeña joya que es fue ese tono de serie B y la capacidad de estrujarlo hasta el límite para dar al espectador mucho más de lo que esperaba. Tan claro parecen tenerlo que quizás se hayan dedicado a fotocopiar demasiado la primera entrega, quedando algo digno, pero sin la frescura de aquella: así, si en la primera el referente era "La diligencia" de Ford, en este caso la película sería una puesta al día de "Rio Bravo" de Hawks (ambas películas tienen mucho de western); en lugar de la noche, el fenómeno que deja indefensos a los personajes ante los monstruos es la lluvia...
Desde luego que no han devanado mucho las meninges, pero bueno, si uno se deja llevar, se puede disfrutar bastante de la cinta. Los primeros 20 minutos que son practicamente cine mudo funcionan muy bien con Riddick buscandose la vida en ese planeta infernal, y no quedan lejos cumbres como los finales de "Depredador" o "Apocalypto". Cuando aparecen los mercenarios la cosa se resiente, no por la historia, que es simple pero disfrutable y las escenas de Riddick acechando sin ser visto están bastante bien resueltas, sino por los dialogos, que en ocasiones son para taparse los oidos... A veces eran tan malos y absurdos que uno no sabía si se habían liado a la hora de traducirlos
(en mi ciudad no se estrena nada en VOS...). Y en el tercer acto, lo que más chirría son los efectos especiales. Si hasta ese momento la película han tenido un aspecto aceptable y resultón, aquí limitaciones de presupuesto se hacen notar, con secuencias como las de las motos voladoras que parecen sacadas de una serie televisiva de CF de segunda división. Aun así podemos encontrar alguna imagen que nos trae a la mente las historietas de Den de Richard Corben. ¿En serio nadie se ha dado cuenta que Vin Diesel sería perfecto para adaptar aquellos tebeos?
En fin, que mejora bastante respecto a la anterior, y por lo menos vemos a Riddick haciendo lo que nació para hacer (perdiendo una parte importante de la esencia de anthiheroe, que le hizo convertirse en un personaje mítico, eso sí): sobrevivir en planetas chungos y manejar armas blancas. Si para la próxima, utilizan menos díalogos y efectos especiales digitales, estará aun mejor.
Continuando con estrenos
veraniegos pendientes, hoy seguimos con “Elysium” la nueva propuesta de Neill Blomkamp tras lograr hace cuatro años un enorme reconocimiento (taquilla
estratosférica y nominación al Oscar a mejor película incluida) con “District 9”. Esta
propuesta no se aleja mucho de aquella, ya que también encontramos una trama de
ciencia-ficción con toque social, algo que aunque parezca novedoso
ya fue tratado en obras seminales como "La máquina del tiempo" de H.G. Wells, o en los 70, con maravillas como “Cuando el destino nos alcance”.
Estamos a mediados del siglo XXII.
La situación de la Tierra es desesperada por la superpoblación y la
contaminación por eso en ella solo viven las clases más bajas, que malviven en
trabajos con condiciones de esclavitud, y las clases más privilegiadas se han
exiliado al satélite artificial Elysium, un paraíso en el que todo es
maravilloso y en el que no existe la muerte ni el delito. Uno de esos
trabajadores esclavos, Max De Costa (Matt Damon), tras sufrir un accidente
laboral a causa de las pésimas condiciones laborales, en el que es bombardeado
con radiación, lo que deja con cinco días de vida, decide aceptar colaborar en
un robo contra una de los privilegiados que habitan en Elysium a cambio de la
posibilidad de colarse en el satélite y curar su enfermedad. Pero como casi
siempre pasa en estas cosas, todo se complicará al dar el golpe y Max se verá
perseguido por Jessica Delacourt (Jodie Foster), secretaria de Defensa de
Elysium, y por Kruger (Sharlto Copley), su psicótico sicario en la Tierra,
modificado genéticamente para ser aun más mortifero.
Con esta cinta me ha pasado un
poco lo mismo que con la anterior película del director: no es una perdida de
tiempo, pero no me parece la maravilla que todo el mundo va pregonando. Y es
que, aunque al igual que aquella, tiene indudables puntos de interés, de los
que luego hablaré y que se concentran sobre todo en su primera mitad, el
resultado final se me hace tibio y carente de emoción, por una historia que ya
ha sido varias veces vista y una resolución muy manida.
Los problemas están sobre todo en
el guión, que ante esos ropajes de
ciencia ficción, esconde una propuesta muchas veces vista en el cine negro: la
de un paria que intenta seguir el buen camino, pero que tras un revés,
desesperado, decide colaborar en un último golpe, en el que por supuesto todo
ira mal. Nada nuevo bajo el sol. Y aunque al principio el envoltorio hace que
te parezca que estás viendo algo nuevo, luego uno se va dando cuenta de que
sabe que es lo que va a pasar y todo el asunto pierde efectividad. Se desaprovecha la excelente idea de que sin el poder democratizador de la muerte, se perpetuarian las clases dominantes per secula seculorum... ¿No me digáis que no hubiera estado genial plantear que Elysium hubiera estado gobernado por un dictador de 200 años que se renovase a diario, con referencias a algún gobernante actual...? Va a resultar que Blomkamp tampoco es tan audaz como parece. Además las
motivaciones de los personajes tampoco es que queden muy claras y depende de
los actores que los defiendan: Jodie Foster hace lo que puede, pero el Kruger
de Sharlto Copley roza peligrosamente la caricatura. Poco fuste para una
película que se vende como más profunda que la media habitual de la ciencia
ficción actual… Tampoco ayuda a mantener el interés de la segunda mitad, que
las secuencias de acción que se apoderan del metraje estén rodadas de manera
bastante rutinaria.
Aun así eso no quita que haya
algunas cosas que hacen que se mantenga el interés. La descripción que se hace
de la Tierra convertida en su suburbio chabolista inmenso es potente, y hay
detalles malévolos, como la imagen que da el sistema sanitaria (más cercana a la realidad de lo que pudiera parecer si se sigue con esta locura de privatización...) o el hecho de que que en la Tierra se hable español y en el satélite
inglés y francés. ¿Pronóstico o realidad? También hay que señalar el diseño del
satélite Elysium a medio camino entre “2001. Odisea en el espacio” y “Naves
misteriosas”. O la concepción de los robots y las naves especiales que
aparecen, bastante originales todas ellas.
En fin, que no me he sentido
decepcionado porque tampoco esperaba la octava maravilla que algunos vieron en
“District 9”. Pero da un poco de pena que con un punto de partida más que
aceptable desemboque en algo tan insípido y trillado.
Continuando con la lluvia de
discos de Septiembre, hoy le toca el turno a Arctic Monkeys. Estos tíos son un
regalo del cielo. No se me ocurre definirlos de otra manera. Porque no nos engañemos, en los tiempos actuales, la mayoría de las bandas lo petan con su
primer disco, para poco a poco, disco a disco, ir perdiendo fuerza como la Coca-Cola destapada, y continuar sacando discos con la única intención de tener una excusa
para salir de gira y lograr, con suerte, ocupar un puesto en la primera o
segunda línea en el festival de turno. Es por eso, que en estos momentos una banda como esta,
que no solo no se estanca, sino que es capaz de explorar nuevos sonidos a la
vez que se mantiene fiel a sí misma y transmite la sensación de disfrutarlo,
nunca serán suficientemente alabados. Y si a eso le sumamos un directo potente
como una apisonadora (hay que verlo para creerlo), la combinación se vuelve
insuperable.
Nacidos en Sheffield en 2002, este grupo fue probablemente el primero en triunfar gracias al poder de
Internet, y particularmente de MySpace (¿os acordáis de él?), que ellos, no se
sabe si en broma o en serio, aseguraban no conocer... Según cuentan las
crónicas, Alex Turner no era el vocalista de la banda, pero cuando el anterior
cantante desertó de la banda, el chico se animó a cogerlo. Y menos mal que lo
hizo, por que el resto es historia.
En enero de 2006, cuando aun se estaban aplicando Clearail en su acné juvenil y tras lograr con
un EP notoriedad suficiente como para hacerse hueco en festivales como Reading,
estrenaron su primer disco “Whatever people say I am, that´s what I am not” que
se vendió como churros y les dio notoriedad mundial. Tengo que reconocer que yo
a este disco no le hice mucho caso en su momento (aunque con los años le he ido
cogiendo el punto…). Las letras son simpáticas, pero pecan un poco de
adolescentes, ya que se dedican a
reflejar (con bastante chispa, eso sí) las cosas que les rodean, y la música no
esta mal, como demuestra el video que os dejo aquí al lado, esa joya que es “When
the sun goes down” protagonizado por Al Capone y Kellah, o sea Stephen Graham y
Lauren Socha. Pero claro, no hay que olvidar que estábamos en el auge del
revival Post-punk, y bandas como estas surgían como setas. Además, me
recordaban demasiado a “The Libertines”, que habían hecho dos discazos bastante
mejores que este pocos años antes. Además con el tema de que al poco tiempo
tuvieron problemas con el batería y lo reemplazaron, me imaginaba que este grupo iba a durar dos
telediarios… No tenía ni idea de lo equivocado que estaba.
En 2007, sacaron otro disco
“Favourite worst nightmare”, que si bien a algunos les parecía que carecía de
la frescura de su debut, para mi confirmaba a los monos como una banda a tener en cuenta.
Siguiendo la senda marcada por el disco previo, sus canciones aunque perdían
inmediatez, ganaban en atmósfera y contundencia (“Brianstorming” podría ser una
canción de la época cañera de Metallica tranquilamente…): aunque era un disco
para bailar, eran capaces de lograr sonidos más evocadores y trabajados. Como
muestra de su evolución, la que quizás sean mi cancion favoritas de los monos:
“Fluorescent Adolescent”, para cuyo videoclip recuperaron a Stephen Graham.
Su tercer trabajo, “Humbug”, vio
la luz en 2009 supuso un giro importante, que en su momento no me gustó mucho,
pero que a la larga tengo que reconocer que ha sido primordial para evitar que
se atasquen y sigan creciendo como banda. El responsable de este cambio fue
Josh Homme, que se los llevó a su rancho a una de sus celebres Desert Sessions
para grabar el disco e impregnó su sonido de psicodelia, haciéndolo más
claustrofóbico, como el single "Crying Lighting" que está aquí al lado. A este cambio en el sonido hay que sumar además una mayor
madurez en las letras, más abstractas y ya bastante alejadas de la crónica
urbana que era su primer disco. Como ya he dicho, de primeras no le pille el
punto, pero hay reconocer que si no hubieran realizado este disco,
probablemente ahora estarían perdidos en el marasmo de compañeros de generación
(Kaiser Chiefs, Bloc Party, Maxïmo Park, The Fratellis…), vagando como almas en
pena por distintos festivales…
En 2011 volvían otra vez a la
carga entregando el que quizás sea su mejor disco “Suck it and see”. Y es que
este disco vendría a ser un compendio de sus tres anteriores discos,
recuperando parte del espíritu de cada uno (punk, rock, psicodelia) y
acerdandose al rockabilly y al doo-wop para lograr una obra compacta como
pocas, que les hace avanzar un paso más en una carrera en la que no parece
haber límite. Practicamente todas las canciones son como para enmarcar, pero si
me torturan para que elija una, me quedaría con la canción que da nombre al
disco
Y este 2013, en breve, entregarán
su quinto trabajo “AM”. Y las perspectivas no pueden ser mejores. Josh Homme, que ha vuelto a colaborar, dice de él que es un disco moderno, rockero y bailable, lo que hace que empecemos a salivar, pero claro, podríamos no fiarnos por aquello de que es amiguete... Pero es que las
canciones que han adelantado “R´u mine?” que sacaron el pasado año como single, “Do I wanna know?”, "Why´d you only call me when you´re high?" y la cara B "2013", son pepinazos en toda regla. Que suerte tenemos de que
ninguno de ellos sobrepase la treintena y que disfruten tanto con la música. Aun no sabemos hasta donde pueden llegar estos muchachos... Mientras estas perlas nos amenizan la espera.