Una niña de doce años enferma de cancer a la que su padre quiere dar su mayor deseo antes de que muera: regalarle el carísimo vestido original de su anime favorito. Una mujer inestable y manipuladora con un pasado muy oscuro a sus espaldas. Un maestro retirado obsesionado hasta la locura con dicha mujer desde que fuera su alumna hace más de 20 años. Todas esto confluirá para desembocar en una espiral de perdición y muerte para todos ellos.
Aun no le había podido echar un vistazo a la película española revelación del año. Y antes de elaborar mi lista de los mejor del año, quería hacerlo para ver si todas las loas que ha recibido son merecidas. De primeras es una de esas películas que despiertan simpatía, solo por tener el valor de coger algo intensamente codificado y subvertirlo y adaptarlo a su propia sensibilidad, entre marciana y castiza. Porque esta película es una puesta al día de la femme fatale trágica arquetípica del género negro, a través de una trama de historias cruzadas que se van enredando unas a otras con trágicas consecuencias.

Vaya por delante que se trata de una película bastante dura y pesimista, en la que hasta las más nobles y emotivas intenciones están abocadas a la tragedia sin posibilidad alguna de redención. Esta cinta es en última estancia una crónica de como los secretos, las mentiras y el egoísmo tienen consecuencias fatales. Todo se debe a eso: el truco de magia con la que una muchacha de 12 años le roba el alma a un hombre maduro; la lectura furtiva el diario que oculta el deseo de una niña enferma y un tanto caprichosa que desencadenara la tragedia; la historia oculta de una mujer turbia que atrapa a los hombre en su tela de araña; el hombre que comete un delito empujado por un fin noble, pero visto lo fácil que es y la ausencia de consecuencias, no dudará en repetirlo a las primeras de cambio; la niña caprichosa que no queda contenta con el mayor de los regalos, al faltarle un pequeño detalle, ni aunque hayan hecho lo imposible para lograrlo.
En varias ocasiones, viendo la película vienen a la cabeza "Madeo" y "Memories of a murder" de Boong Jon-ho. Y es que, al igual que el coreano, el realizador y guionista Carlos Vermut, realiza un pastiche de géneros en el que tiene cabida casi de todo, pudiendo encontrarse, como que no quiere la cosa, desde momentos cercanos al surrealismo de David Lynch a lúcidas reflexiones sobre la sociedad española, como la teoría que expone en un momento dado un personaje sobre el paralelismo entre la tauromaquia y la sociedad española, el enfrentamiento entre lo racional contra lo salvaje.
Viniendo como viene de realizar cine casi de guerrilla, el realizador hace de la necesidad virtud, e integra esta escasez de medios, articulando sobre ella la narrativa y el tono de la película. El tono frío y descarnado se apoya principalmente en la elección preferente de planos medios y en el estatismo de los encuadres, que queda a medio camino entre el estilo del cine oriental, y las viñetas de una tebeo. Y es que el pasado como historietista de Vermut se deja ver en la manera de componer los encuadres y en la escasa movilidad de la cámara. La austeridad del diseño de producción solo hace que aumentar la sensación de estar leyendo una historieta de Daniel Clowes o Jason Lutes, con esos fondos vacíos, en los que los personajes parecen casi extraños perdidos en un mundo que no es el suyo. Unido a esta procedencia de cine con presupuestos ínfimos iría también el buen uso que el realizador hace del fuera de campo, quedando las secuencias y los momentos más duros y escabrosos (el sexo y la violencia basicamente) sin ser vistas, y a veces incluso ni explicados por los personajes. En este aspecto me recordó un poco a "Gilda", en la que la femme fatale también le había echo una gran jugarreta a su amante, pero que en ningún momento llega a ser expuesta al espectador, dejándola a su imaginación, algo que lo hace aún más inquietante.
Una propuesta interesante, que hubiera quedado aun más redonda con menos metraje, ya que hay algunos momentos (tampoco muchos...) que quedan un tanto forzados y no añaden nada a la película. Algo totalmente perdonable, en una película de esas que crecen en la memoria conforme van pasando los días. Esperemos que Vermut pueda poner en marcha esa nuevo proyecto de terror. Apunta maneras.