miércoles, 31 de diciembre de 2014

Una extraña en tierra extraña


"Lo más profundo que hay en el ser humano es la piel." Paul Valery. Filósofo francés.

Un ser aparentemente extraterrestre, recién llegado a la Tierra, se sirve de su belleza en su misión de atraer a hombres para alimentarse. En el momento que empiece a enfatizar con el objeto de misión, todo se complica.

Con la escasa esperanza de que los distribuidores y exhibidores patrios dieran la sorpresa, llevaba todo el año esperando el estreno de "Under the skin", pero como el año ya tocaba a su fin, me cansé de esperar y me la agencié por métodos alternativos.

Yo soy de la creencia de que las historias son finitas: hay unas tramas universales que se repiten a lo largo de la Historia en la literatura y el cine. Esto no es una afirmación pesimista ni nada por el estilo, ya que lo que hace que una narración nos atraiga no es tanto el tema (a pesar de lo que muchos, demasiados, piensan...), si no la manera en la que nos lo cuentan. La historia de "Under the skin" es bastante simple, y se ha visto cientos de veces: el colonizador que llega a un territorio ignoto para explotarlo, pero que termina por empatizar con los indígenas y esto le da un vuelco a su vida. De esta premisa se han originado cosas como "Pocahontas", "Avatar", "La misión" o "Bailando con lobos". Así que si se busca lograr algo interesante de una trama ya conocida, el autor tiene que contar la historia de una manera distinta. Y el director Jonathan Glazer lo hace gracias a una puesta en escena fantástica. En los dos sentidos. Es fantástica porque es original y fascinante. Y es Fantástica porque desde logra imprimir un punto de vista al relato que consigue expandir la historia más alla de los límites de la realidad y situarla en un terreno desconocido.
A PARTIR DE AQUÍ SPOILERS (MEDIANOS)

Ya desde los primeros planos el realizador se encarga de marcar el tono que seguirá el relato, con esas imágenes un tanto abstractas, pero que permiten entender que lo que estamos viendo es un viaje espacial. A continuación vemos lo que se puede intrepretar como la formación de un ojo extraterrestre para dar paso en breve a un ojo humano, a la par que escuchamos vocalizaciones de alguien que parece practicar la fonación de palabras. Esa mirada extraterrestre va a ser la que presida el relato.

Para seguir con el ambiente bizarro, lo siguiente que vemos es a un motorista conducir a toda velocidad por sinuosas y oscuras carreteras, alternando planos generales con planos subjetivos tomados desde el manillar, con lo que el realizador consigue reforzar las sensaciones siderales que acabamos de ver.

Cuando la extraterrestre que incorpora Scarlett Johansson (que borda su papel, realizando su mejor trabajo desde "Match point") está conociendo el mundo humano (encarnado por Glasgow, aunque nunca se diga explicitamente que se trata de esa ciudad...), el realizador consigue gracias a la puesta en escena que el espectador comparta el extrañamiento que la protagonista siente al observar desde la furgoneta que le sirve como refugio. las costumbres humanas mundanas, como ir a un centro comercial, o de bares. Al principio, la protagonista es del todo ajena al sufrimiento de los seres humanos, como queda patente en la espléndida secuencia del ahogamiento, y no siente ningún remordimiento al consumirlos. Aquí tengo que hacer un inciso, para explicar lo de consumirlos. Las escenas en las que atrapa a los hombres son para quitarse el
sombrero, por su capacidad de subvertir la realidad. Los hombres desaparecen en la oscuridad al entrar por la puerta del domicilio de la protagonista con ánimos libidinosos, para a continuación aparecer en un estancia negra, en la que no se distinguen más colores y formas que las de las dos personas que la ocupa. El hombre ya desnudo se va acercando a Johansson, y mientras avanza es engullido por un fluido negro, sobre el que por el contrario la protagonista flota, hasta desaparecer. Uno se queda sin palabras, porque es una manera elegante y bellísima de mostrar como los hombres son abducidos, con perdon, por la negrura del sexo femenino... Por si esta brillante resolución no fuera suficiente, más adelante el espectador se adentra dentro de ese fluido ¿amniótico? para comprobar cual es el destino de los engullidos. Y es probablemente la secuencia más perturbadora que se ha visto este año. Atención a esos planos que simulan una cinta traspontadora de una empresa alimenticia arrastrando un magma rojo...
Pero como ya he comentado al principio, a partir de un momento dado, la extraterrestre comienza a empatizar con su comida. La piel va penetrando cada vez más dentro del que la porta. Y lo hace curiosamente cuando se encuentra con el hombre aparentemente más anómalo, un chico afectado por neurofibromatosis (la mísma que padeció el tristemente célebre John Merrick, el Hombre Elefante, y la que también padece el interprete que da vida al personaje, Adam Pearson). En este encuentro, al contrario que los previos, la extraterrestre
se sale de su estrategia de caza, establece un contacto más afectivo y se apiada de su víctima. Y a partir de este momento, todo se altera. La piel humana que la extraterrestre ocupa deja de ser una mera vestimenta, como demuestra el excelente momento (que fue el que hizo que esta película recibiera atención de todos los medios cuando se filtraron las imagenes de la Johansson al natural...) en el que desnuda ante el espejo va tomando conciencia de su belleza y su carnalidad. O la secuencia de sexo, toda una sorpresa para ella. Y como guinda del proceso de humanización o de empatía está el final, que me resisto a revelar, pero que brinda una imagen para el recuerdo: la piel que ha ocupado devuelve la mirada a la extraterrestre una vez esta se ve obligada a desprenderse del traje.

A PARTIR DE AQUI, YA NO HAY SPOILERS

La película es original y sugerente a más no poder y logra sacar chispas de una historia muchas veces vista. Como ya he comentado el director se lleva la palma en este sentido, y eso que uno se acerca a esta película con cierto miedo, temiendo encontrarse la típica película de postureo hipster, como pasaba con las partes malas de "Origenes", o peor aun, la espantosa "Drive", y que ya aparecía a fogonazos en sus anteriores e irregulares aunque interesantes propuestas: "Sexy beast" y "Reencarnación". Afortunadamente el realizador da aquí una clase magistral de como rodar de manera heterodoxa, con influencias de Kubrick, Lynch y el primer Polanski bastante claras, pero favoreciendo su desarrollo, y no lastrándolo como tantas veces ocurre. Llama la atención que en una película con una estética tan cuidada, secuencias como aquellas en la que la protagonista circula por las calles de Glasgow en su furgoneta buscando presas, hayan sido rodadas sin que los que aparecen en ella lo supieran, con cámaras ocultas y sin avisar que se trataba de un rodaje  Pero, sin embargo, no sería justo reconocer otros aspectos que hacen que la película funcione. Seguramente la novela que da origen a la historia a cargo del holandés Michel Faber,  merecerá bastante la pena, ya que de este autor guardo muy buen recuerdo de aquella adictiva deconstrucción del folletín romántico decimonónico que fue "Flor blanca, pétalo carmesí". La fotografía a cargo del para mí desconocido Daniel Landin, es uno de los
más importantes, ya que además de manejar las zonas oscuras dentro del encuadre de tal manera que en todo momento parecen engullir a los personajes, el uso que hace del color es también digno de mención, con una paleta de colores basada casi exclusivamente en negros, grises, marrones y verdes, y que unicamente es rota en momentos muy puntuales, como la blusa rosa que luce la protagonista. La música también hace mucho por lograr ese ambiente turbio, al estar compuesta a base zumbidos y cuerdas y carente de toda melodía, que por momentos me traía a la mente el trabajo realizado por Atticus Ross y Trent Reznor para "Perdida". Y no me puedo contener en repetir que Scarlett Johansson lo borda: la manera de reflejar el proceso de humanización que lleva a cabo su personaje es además de valiente (pocas actrices de su generación se han prestado a una actuación tan desinhibida e íntima) esforzada y minimalista, sobre todo teniendo en cuenta que la película prescinde casi completamente de los diálogos. Si el cine fuera un sitio justo, su actuación no podría faltar en ninguna lista de nominaciones...

Que nadie se digne a estrenar esta interesantísima película en España, solo hace que certificar la ceguera de los espectadores y la cobardía de los distribuidores, porque esta cinta merece mucho la pena. Sin duda, la mejor película fantástica que he visto este año. Que nadie la deje escapar.




¡¡¡FELIZ 2015 A TODOS!!! ¡¡¡QUE NOS TRAIGA COSAS BUENAS Y DISTRIBUIDORES VALIENTES!!!!

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Cuando más es menos...


El dragón Smaug se cierne sobre la Ciudad del Lago, mientras Bilbo y la compañía de los enanos se atrincheran en la Montaña Solitaria, con el rey Thorin cegado por la ambición del oro y dispuesto a cualquier cosas para defender su fortuna. Todo esto desembocará en la Batalla de los Cinco Ejércitos.

Pues como todo acaba en esta vida, la forzadísima trilogía que para saquearnos los bolsillos se ha inventado Peter Jackson a partir del humilde "El Hobbit", llega (¡¡por fín!!) a su fin con este "El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos". Y la sensación que deja es amarga, porque uno albergaba ciertas esperanzas tras la mejoría que supuso la estimable "La desolación de Smaug"...

Si en la anterior entrega Jackson consiguió que los personajes, más allá de Bilbo, le importaran al espectador, aquí el neozelandés, lastrado por el coitus interruptus en el que acabo la anterior entrega, no consigue emocionar tanto como debería. Ya de primeras, ese inicio en marcha no favorece en nada a la película. Por mucho que el espectador actual este acostumbrado a la serialización y a seguir historias de temporada a temporada televisiva, es imposible lograr que el enfrentamiento con Smaug resulte tan emocionante como debería. Y es que hay que tener en cuenta que ha pasado un año desde que se vio al monstruo abandonando la Montaña Solitaria, y eso supone hacer un ejercicio de recuperación, que exige un tiempo, y el realizador no nos lo da. No deja de resultar paradójico que, tras haber alargado la saga hasta la extenuación, ahora Jackson pise el acelerador en exceso, uno no sabe si confiado en que el fan de la saga no se va a perder nunca, o si es un cierto egocentrismo lo que le mueve a pensar que las anteriores películas van a ser rememoradas de manera milimétrica por el espectador... Pero lo que más rabia da, aparte de haber pagado tres veces por algo que como mucho merecía dos, es que Jackson se muestra aquí perezoso, ya que la manera que tiene de resolver el enfrentamiento en una secuencia precréditos como estrategia para poner a la platea a tono, a la Bond, le funcionó muy bien en "La comunidad del anillo" o "El retorno del Rey", pero aquí no genera más que desconcierto. Sobre todo porque resulta un poco absurdo que algo que se anticipó tanto en la película anterior quede resuelto de manera tan ligera...
Después de eso, la cosa remonta en ocasiones, para volverse aburrida en otras. La parte de la trama que involucra a Bardo como líder de los humanos, carece de la emoción ansiada, quedando como un intento fallido de insuflar épica en la cinta, y se podría haber acortado sin que la película se hubiera resentido mucho. El papel que juegan los elfos en la cinta tampoco es que sea para tirar cohetes, más allá de las acrobacias de Legolas y de lo bien que le sientan las extensiones a Evangeline Lilly. Y Gandalf también queda un tanto deslucido, y si algo le salva es la labor del siempre excelente Ian McKellen.
Pero, afortunadamente no todo es decepcionante. Cada vez que Bilbo aparece en pantalla, la cosa remonta mucho, en parte gracias a que sus secuencias son las que estaban en el original literario y no las que Jackson se ha inventado para estrujar más la cartera del espectador, y en parte por la genial labor de Martin Freeman como Bilbo. Estos momentos si que trasmiten la aventura, la épica y la emoción que todos buscamos cuando vamos a ver estas películas. La dirección artística esta bien (si nos olvidamos de algunos maquillajes que cantan a la legua...), aunque tampoco descubre mucho que no hayamos visto en las dos películas previas. Eso sí, deja una imagen para el recuerdo: el comandante de los ejércitos de enanos dirigiendo a las tropas a lomos de ¡¡¡¡un lechón!!!! Y hay que reconocer que las batallas están bastante bien contadas: se siguen bien y presentan la espectacularidad esperada. Aunque también a consecuencia de haber estirado demasiado la cosa y del afán de repetir lo que funcionó en la anterior trilogía, en algún momento cae en el ridículo, como el instante en el que los enanos  fortificados se incorporan a la batalla. Cuando esto pasaba en "El retorno del Rey" la secuencia era impactante, porque llegaba Aragorn rodeado de miles de fantasmas; aquí se suman 13 enanos a una batalla en al que hay decenas de miles de personas ¡Y Jackson lo rueda igual, como si 13 guerrenos fueran a cambiar el destino de la batalla! Para haberse matado...
Y sí, piqué y la vi en 3D HFR. Y me reitero en lo que dije en su día: mejora mucho la experiencia del 3D, pero destruye el trabajo de fotografía, al rodarse con la misma iluminación para los dos formatos, 24 FPS y 48 FPS. Hasta el día en que se ruede una película exclusivamente destinada a este sistema no vamos a poder experimentar sus posibilidades al máximo. Y sigo creyendo que si películas como "Gravity" hubieran sido rodadas en este formato, se hubieran visto beneficiadas.
Con esto ya se acaba para siempre el periplo (alargadísimo) por la Tierra Media. Es mejor que "El Hobbit: Un viaje inesperado", pero peor que "El Hobbit: La desolación de Smaug". Si Jackson hubiera terminado la primera película cuando llegan a la Montaña Solitaria, y hubiera dejado el resto en una segunda película, daría mucha más pena saber que no se va a encontrar una película basada en Tolkien la próxima Navidad.




Para acabar, una pregunta ¿Si primero hubieran rodado este libro, en tres películas de tres horas, hubieramos visto "El señor de los anillos" llevado a la pantalla? Yo creo que no.



¡¡¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!!!

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Los chavales del jaco

Renton, Sick Boy, Spud, Tommy y Begbie, los futuros protagonistas de "Trainspotting", tienen unos 20 años en el Edimburgo de mediados de los 80. Dejados de lado por las políticas de la Thatcher, la mayoría de ellos acabaran enganchados a la heroina.

Ultimamente estoy volviendo mucho a Irvine Welsh, si hace poco salía por aquí la adaptación de su novela "Escoria", hoy hablo de su última novela.Casi diez años después de darle continuación (la estupenda "Porno") a la novela que le dio la fama "Trainspotting", Irvine Welsh regresa con este "Skagboys" a sus personajes fetiche, y al que seguramente sea su alter ego, Mark Renton para describir los hechos que echaron a perder a la mayoría de sus compañeros de generación. Vamos lo que se ha dado en llamar, una precuela...
Con los años Welsh se ha ido depurando mucho como narrador, dejando de la lado la narrativa sincopada que tenían sus primeros trabajos, que venían a ser casi una concatenación de anécdotas vividas por los mismos personajes. Ahora se nota que el autor tiene claro desde el principio hasta donde quiere llegar, y eso le da una narrativa más medida y cohesionada.

Este cambio narrativo, que ya se iba viendo en parte en "Las pesadillas de Marabú" y "Escoria", se hizo tangible en la excepcional "Cola", que vendría a ser una novela bisagra en su carrera, acometiendo a partir de ahí novelas más ambiciosas en duración y narrativa. Welsh a devenido en una suerte de Dickens del siglo XXI, que retrata con una certera mirada entre irónica, tierna y descarnada la sociedad contemporanea. Su prosa rica, con un genial manejo de todo tipo de registros y sus agudas referencias a la cultura popular del momento, lo convierte en un gran cronista. Y al igual qir el maestro Dickens, es muy difícil no dejarse arrastrar por su escritura y acabarse sus novelas en un suspiro.

A la par que ha ido mejorando su escritura, el escritor ha ido dejando atrás esos escenas brutales que tan frecuentes eran en sus primeras obras. Habrá alguno que eche esto de menos, y que acuse al escocés de haber perdido espontaneidad y haberse aburguesado, y aunque si que ha pedido algo de frescura y sobre todo de humor, yo lo veo como un avance. En esta novela, aunque los exabruptos son menores, hay secuencias que ponen la piel de gallina, como aquella en la que una adolescente acuciada por el mono y su chulo, llega a acostarse con el hombre que mató a su padre por dinero. O la secuencia de sexo salvaje y totalmente amarga que se produce entre Renton y otra mujer, un ejercicio de autocastigo brutal que define de manera perfecta el desasosiego y nihilismo del protagonista...

Volviendo con el tema del humor, como ya he comentado, en este obra hay bastante menos, pero es que toda la novela está presidido por un tono melancólico y triste. En parte quizás sea deba por lo que esta novela tiene de autobiográfica, lo que seguramente haya hecho que muchas vivencias y recuerdos de amigos fallecidos a causa de la epidemia del SIDA y me imagino que ese tema le habrá dejado pocas ganas de bromear.Y por otra parte está el hecho de que al conocer el destino fatídico que van a tener algunos de los personajes, que hace que el lector tenga la sensación de estar presenciando un accidente a cámara lenta: por momentos se siente cierta angustia por lo que a los personajes les espera a la vuelta de la esquina...

Pero no solo habla de la adicción al caballo, sino que también refleja muy bien el desmembramiento del sistema social que llevo a cabo la Thatcher, con esas represiones brutales de las huelgas, y la sensación de desamparo que eso genero en los jóvenes de aquella generación.

Una buena novela, triste y amarga, pero que da voz a uno de los peores dramas que hubo en la Europa de los 80, la adicción masiva de la heroina. Un buen regalo para fechas venideras. Para cerrar, una canción mítica de "La polla records" que a buen seguro le hubiera encantado al Mark Renton de 20 años. Y al de 40 también...



jueves, 11 de diciembre de 2014

Travesía por el desierto


Moises es criado como primo de Ramses, el futuro faraón, que se sirve del pueblo judio esclavizado para levantar sus pirámides y templos. El día que Moises descubra que en realidad es judio, su vida cambiará y se erigirá como libertador del pueblo oprimido.

Ridley Scott es actualmente un saco de arena a nivel de la cinefilia. Esta de moda lincharle. Y no es justo, porque quitando "Alien", en el siglo XXI ha realizado lo mejor de su obra. Desde su resurrección con "Gladiator" (que está bien, pero que a mí me parece que no es para tanto...) viene realizando algunas de las mejores películas de su carrera entre las que destacan dos películas que no tiene mucha prédica, pero que a mí me fascinan: "Hannibal", una rareza audaz, perversa y divertida, capaz de separarse de la sombra de su predecesora e incluso superarla; y "El consejero" una grandísima muestra de cine negro y la mejor representación cinematográfica de la obra del genial Cormac McCarthy. Y esto se debe, sobre todo, a que con los años se ha depurado mucho como narrador. Sus películas no son redondas, pero dentro de que se tratan de productos de estudio, (casi) siempre consigue extraer de ellas ideas interesantes. "Exodus: Dioses y Reyes", digamoslo ya, no es uno de sus mejores trabajos, pero aun así tiene sus puntos de interés.

La primera mitad resulta un tanto aburrida. Como la historia ha sido mil veces vista y no se le aporta nada nuevo, la cosa se vuelve bastante cansina. Lo único que hay son personajes bastante planos que no consiguen hacer novedosas situaciones que oscilan entre lo predecible y lo farragoso. El director intenta introducir ideas repescadas de "Gladiator", como las batallas, o de manera más obvia, la rivalidad entre Moises y Ramses, que en ningún momento alcanza la tensión pretendida. De esto tiene tanta culpa Scott como sus guionistas, que no han sabido insuflarle interés ni, por ejemplo, aprovechar cosas como las implicaciones políticas que podía tener la historia y sus paralelismos con la situación acutal. Todo esto queda desaprovechado al centrarse por completo esta parte en el personaje de Moisés, protagonista absoluto, que es presentado de manera bastante tópica.

La segunda mitad se torna en cambio más interesante, no porque se desate el espectáculo (de hecho el momento más cargado de FX digitales, el de los cocodrilos, es el que más chirría...), sino por el acercamiento que hace a las situaciones más fantásticas, que es totalmente agnóstico. Al contrario que lo que pasaba con "Noé" en la que Aranofsky,  también desde una postura agnóstica, llevaba al limite la vertiente fantástica que permiten las historias bíblicas, optando por incluir hasta gigantes de roca, Scott hace lo opuesto. Se cuestionan en todo momento el componente divino de los hechos más inexplicables que vemos en la película.

La secuencia de la separación de las aguas lo muestra bastante claro. Al contrario que las representaciones más celebres de este episodio, en la que se le concede a Moisés la capacidad de manejar las aguas practicamente a su antojo, aquí se opta por una representación bastante distinta. El agua no queda como suspendida por un muro invisible, sino que se produce una bajada progresiva de su nivel, pero sin llegar a desaparecer por completo: no se trata de un simple paseo, sino que los judios tienen que mojarse al atraversalo. Y además al final Moises es engullido por las aguas. Sobrevive, pero se pega una buena aguadilla. ¿Se trata realmente de una acción de los dioses? ¿O hay una causa científica?

Pero la mejor la secuencia en este aspecto es la plaga que acaba con los primogénitos, resuelta con una sencillez y una eficacia aplastantes. Es de agradecer que a pesar de haber contado con todos los medios posibles, Scott haya optado por una visión mucho más sencilla y elegante, pero que ademas, llena de detalles inquietantes como esas luces que se van apagando.






Y para rematar toda esta vision tan descreida de la religión está la representación que hace de Dios, que es mostrado como ¡¡¡un niño enrabietado y rencoroso!!! Además unicamente se aparece a Moises cuando este se encuentra solo, y siempre que les observa alguien en la distancia, el profeta aparece hablando solo.

Todo esto hace que la película, con todos sus fallos, achacables sobre todo a la primera mitad, termine resultando simpática. Principalmente por su valentía, que lejos de complacer al espectador de blockbuster en general y a las poderosas masas religiosas del "Cinturón de la Biblia" de EE.UU., ofrece una película un tanto incomoda, dentro de los márgenes de una superproducción, por supuesto. Y también por el buen hacer artesano de Scott, que ha dejado ya atrás aquellos excesos visuales, que a veces funcionaban, pero que otras veces empachaban.




Una película fallida, que debería haber durado menos y que (y si alguien se toma la molestia de leerme con asiduidad, sabrá que no me gusta hacer predicciones...) casi seguro naufragará en la taquilla de USA, pero que quedará como una visión curiosa de la historia de Moisés.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Con la Humanidad bajo cero


En el año 2031, lo que queda de la Humanidad tras una glaciación fruto experimento fallido para intentar paliar el calentamiento global, sobrevive en un tren que traza una ruta continua alrededor del mundo. Dentro del tren, la sociedad está dividida en castas, los pobres viven hacinados en los vagones de cola, mientras que los ricos, que disfrutan de todo tipo de recursos y gozan de todos los lujos en los vagones delanteros. Curtis Everett, uno de los desfavorecidos, encabezará una rebelión que busca acabar con esto...
Tras renegar y resignarme a que esta película no fuera a estrenar en mi ciudad, hace unos días, gracias a Raymond, acabé disfrutando de esta película en el salón de mi casa. Y sí, he dicho disfrutar. Y mucho.
Para su desembarco en el cine internacional Boong Jon-ho ha optado por una película de ciencia ficción postapocalíptica basada en un tebeo francés (que desconozco, por cierto). Y si bien es cierto, que toda la película tiene un tono cercano a Humaoides, la célebre publicación gala, en la cinta encontramos muchos géneros más,  algo que de primeras puede chocar, pero que si se conoce un poco la carrera de este interesantísimo director coreano, es bastante esperable. Porque todas sus películas con un pastiche de géneros. Casi siempre brillantes. Da igual que se trata de un policiaco ("Memories of a murder"), una película de monstruos ("The Host") o un drama familiar ("Madeo"): en propuestas a priori tan codificadas como estas, Joon-ho siempre encuentra hueco para extender su variado mosaico de géneros.
En este caso, el realizador compartimenta más el salto de géneros y se sirve de los distintos vagones como contenedores que separan los géneros. Así empezamos en el exterior con una distopía postacolíptica, para entrar en el vagón de cola y presenciar una película de prisioneros Y luego vamos superando vagones a la par que transitamos géneros: acción, sátira, artes marciales, denuncia social y thriller de conspiraciones. Esto no tiene porque ser bueno en si mismo, ya que esto podría dar lugar a un mero mash-up sin gracia. Pero lo interesante es como el realizador se sirve de esta mezcolanza para hacer avanzar la trama con un objetivo que nunca pierde de vista. Si el realizador va cambiando los géneros no es por divertir al público y  a el mismo, sino que se trata de una hábil estrategia que hace que el espectador viva la misma evolución que los personajes. Al empezar en un género tan codificado como la ciencia ficción e ir retorciendo la trama, lo que en principio sería territorio conocido, va mutando hasta convertirse en algo totalmente heterogeneo e impredecible, tanto para los personajes como para el espectador. Y todo esto eclosiona del todo en el último vagón, donde se produce la revelación que hace replantearse todo lo que hemos visto y que tiene una jugosa y malvada reflexión política.
Esta acumulación de géneros se produce de manera fluida además de por mano firme del director, que orquesta muy bien la puesta en escena (si quitamos la primera secuencia de acción, que es bastante farragosa) componiendo imágenes muy potentes, y logrando mantener el interés de manera constante a lo largo de las dos horas de metraje, pero también y en gran parte por la labor de los actores. Chris Evans realiza la mejor interpretación que le he visto hasta la fecha y monstruos de la escena como Song Kan-ho (el actor fetiche del director) Tilda Swinton, John Hurt, pero sobre todo Ed Harris, alucinante como siempre, que retoma aquí parcialmente su personaje de Cristof de "El show de Truman".


Una gran película. Heterogenea, a medio camino entre el blockbuster y el arte, triste y divertida, pesimista y esperanzadora, confirma a Boong Joon-ho, como uno de los grandes del panorama internacional. Cada vez me da más rabía no haber tenido la ocasión de verla en pantalla grande..