martes, 31 de marzo de 2015

Luna nueva.


El Caballero Luna inicia una nueva fase en su vida, utilizando dos personalidades; una como Mr. Knight investigador privado colaborador de la policía neoyorkina en asuntos turbios y/o lindantes con lo paranormal; y otra Caballero Luna, justiciero encargado de defender a aquellos que viajan de noche.

Por esas cosas de la vida, este extravagante personaje siempre me ha llamado la atención. No sé si será la capa blanca, la capucha, los boomerangs y demás gadgets de inspiración egipcia, o vaya usted a saber qué. Pero el caso es que me he encontrado en varias ocasiones siguiendo las series de este justiciero, una de las dos exploitation Marvel del Batman de la Distinguida Competencia (la otra sería Halcón Nocturno, recientemente homenajeado/ridiculizado en la sobrevaloradísima "Birdman") , siempre de vida corta y resultados dudosos. Exceptuando la impecable y mítica etapa de Moench y Sienkiewicz, la verdad es que sus etapas han caído justamente en el limbo.

Esta vez en cambio ha habido suerte y el encargado de poner en marcha este ¡¡¡séptimo!!! volumen ha sido ni más ni menos que Warren Ellis, un autor que cuando esta en gracia da obras maestras, y cuando esta en modo automático genera historias que son, por lo menos entretenidas. Aquí lo encontramos en un punto medio: no estamos ante una obra magna como "Planetary", pero tampoco ante un trabajo meramente alimenticio resuelto sin alma.

La opción narrativa que toma Ellis para esta nueva puesta de largo es la de números autoconclusivos, que van desarrollando distintas facetas del personaje. No es en absoluto nada novedoso, ya que obras como la citada "Planetary" o "Global Frequency" se articularon así, pero no creo que se pueda acusar a Ellis de haber tirado de refrito de ideas previas para salir del paso. Y es que teniendo en cuenta que este personaje lleva practicamente desde su origen a la deriva, con distintos autores intentando sin éxito definir al personaje en base a alguna de sus aspectos, ¿que mejor manera de poner todo en orden que hacer un repaso a las distintas caras del personaje en cada uno de los números? Así, en base a los distintos contricantes a los que se enfrenta el Caballero Luna, se van desarrollando sus distintas facetas: la de mercenario tracionado; la de multimillonario filántropo con sentimiento de culpa; la vigilante callejero de experto en artes marciales; la de figura fantástica; y hasta la de heroe desequilibrado y un tanto ridículo. Todo ello, sin dejar de lado las obsesiones de Ellis: lo paranormal; la alteración del cuerpo humano mediante implantes y nanotecnología; y cierta paranoia sobre conspiraciones sociopolíticas a escala global.

Todo esto esta defendido a los lápices por el hasta ahora desconocido para mí, Declan Shalvey, hombre con una narrativa (casi) tan depurada como la que se gastá David Aja en la maravillosa "Ojo de Halcón". Sin embargo, en lugar de dejar todo el desarrollo en la cinética de las viñetas, Shalvey hace también mucho hincapie en las atmósferas, con esas masas de negros y sombras que parece engullir todas las páginas, en la que lo único que brilla es la vestimenta blanca del personaje.





Un tebeo de superheroes más que notable, que se enmarca en la linea de personajes no principales de Marvel (Ojo de Halcón, Fundación Futuro, Estela Plateada, Daredevil...) que están brindando muchos mejores ratos a los lectores que los pesos pesados de la editorial: Vengadores, mutantes, Spiderman... Lástima que Ellis y Shalvay hayan abandonado ya la serie, dejandola en manos de Brian Wood y Greg Smallwood, que, afortunadamente, están generando buenas sensaciones. Habrá que estar atento.

lunes, 23 de marzo de 2015

Breve historia del Amor.


En 1962, el brillante y un tanto anárquico físico Stephen Hawkins, verá su destino condicionado para siempre: por un lado conoce a la que será la mujer de su vida, Jane, y por otro, decide dedicar su doctorado en física a aplicar la teoría de los agujeros negros al origen del Universo. A la par que va revolucionando la Física tal y como la conocemos, su cuerpo va degenerando, condicionando su vida y la de todos los que le rodean.



Seguimos con la temporada de premios. Si hace unos meses pasaba por aquí la estupenda y finalmente casi ignorada por la academia "The imitation game" hoy tocaba el turno a otra de las contendientes, "La teoría de todo". Y aunque a esta película se le va aun más el plumero en lo que a llamar la atención de los académicos se refiere, sería injusto no reconocerle cierto mérito.




Aunque no se venda como tal, es importante tener en cuenta que la historia esta contada integramente desde el punto de vista de Jane Hawking, la que fuera su mujer durante 25 años. Ella es la autora de la biografía en la que se basa la película y son sus ojos a través de los que se nos narra la historia, por más que ella no esté presente en todo momento en pantalla. Este es un dato a tener en cuenta, porque en realidad no nos encontramos ante un film biográfico (no del todo, por lo menos), sino que estamos más bien ante un melodrama. Por eso, aunque pueda parecer que la película pasa muy por encima por aspectos vitales de Hawking como su faceta de científico, tiene cierta lógica que así sea, dado que eso no es lo que condicionó su matrimonio.

Como todo melodrama, su eficacia se apoya sobre todo en la labor de los interpretes. Y aquí me gustaría romper una lanza a favor de Felicity Jones y su composición de Jane Hawking. Cierto es que Eddie Redmayne tiene a su cargo el papel vistoso y premiable (como atestigua el Oscar que se llevó el pasado febrero...), con mucho maquillaje y minusvalía incluida, y que lo defiende bien, pero es Felicity Jones la que logra los momentos más emocionantes, con una actuación contenida pero llena intensidad. Eso sí, aun teniendo en cuenta que Jane es el referente a la hora de contar la historia, es cierto que el guión peca de tibio por momentos, y desaprovecha aspectos tan interesantes como el enfrentamiento entre la fé cristiana de Jane y el ateismo militante de Hawking; el momento en el que Jane insiste en que se realice una traqueotomia a Stephen; o lo que tuvo que suponer el adulterio dentro del matrimonio, que queda, por parte de ambos cónyugues, como demasiado casto. Si se hubieran potenciado, la película hubiera ganado en intensidad.
El director, James Marsh (que se dio a conocer al ganar el Oscar por el sobrevalorado documental "Man on wire"), opta por una puesta en escena funcional, correcta y sin excesiva salidas de tono. Aun así, si que tiene puntos de interés, como el uso de metraje que imita la textura de las grabaciones familiares en Super 8 (una idea recuperada de la citada "Man on wire"), la vistosa secuencia final, o, el uso de la luz. Esto último es lo que más me llamó la atención y lo que más reseñable me parece, ya que se utilizan los colores para matizar los sentimientos de los personajes y su ciclo narrativo. En la primera mitad encontramos una luz que podríamos llamar impresionista, trabajando los colores de una manera bastante irreal que choca con el naturalismo con el que esta narrada la historia. Así la primera secuencia en la que se conocen  los protagonistas, tiene una tonalidad azul muy marcada y forzada, que hace que la aparición de Jane, de colores cálidos resalte de manera muy llamativa. O también el momento en el que Hawking, se encuentra sumido en la
depresión ante su fatídico pronóstico de vida, en la que el científico, vestido de marrón, se funde con la habitación forrada de madera en la que espera consumirse hasta el final de los días, hasta que aparece Jane Hawking dispuesta a sacarle del ostracismo, ataviada con un vestido de tonos verdosos que rompe la monocromia y convirtiendose en la esperanza del protagonista. Sin embargo, conforme avanza la película, la iluminación va virando a tonos más naturales y grises, marcando así al evolución de los sentimientos de Jane respecto a su matrimonio con Stephen: de la exhuberancia y la ilusión inicial se va pasando a la monotonía y la apatía. Sorprendentemente, el cinematografo Bennoît Delhomme, que también realizó el pasado año otra gran labor en "Elhombre más buscado", no ha recibido ni premios ni nominaciones por su labor.


En fin, que lo que queda es un buen melodrama sustentando sobre todo en un puñado de estupendas actuaciones. Podía haber sido mejor, pero también mucho peor.


lunes, 16 de marzo de 2015

Mapa al infierno


Una actriz madura con la carrera en declive y ansias de remontar el vuelo a cualquier precio. Una estrella preadolescente avariciosa y egocentrica y sus padres, su manager ella y, un psicoterapeuta de estrellas él. Un aspirante a actor y guionista que se gana la vida como chofer de limusinas. Una joven con un pasado turbio que llega a Hollywood ansiosa por entablar relación con las estrellas. Todos estos personajes verán sus destinos colisionar en un Los Angeles decadente y apocalíptico.

A pesar de haber dejado de lado hace ya algunos años su faceta más fantástica, Cronenberg continua radiografiando los aspectos más oscuros de la condición humana, ahora de manera más terrorífica si cabe, ya que el espectador no tiene el agarradero que supone que una trama esté encajada dentro del cine de género. Porque esta película, al igual que "Rabia", "La mosca" o "Vinieron de dentro de" esta poblada de criaturas monstruosas, incomprendidas y condenadas por su herencia genética, pero a la vez, y esto es lo más terrible reales y reconocibles. A algunos les podrá parecer que el realizador canadiense se ha amansado con el paso del tiempo, pero no creo que esa aseveración sea  ni justa ni cierta. El que en esta película no
encontremos delirios fantásticos como los que poblaban "La mosca" o "Videodrome", no implica que Cronenberg sea menos virulento, sino que su estilo se ha depurado. Ya no necesita de aberraciones de carne y sangre para revolver el estomago al espectador: con su manera de filmar la realidad es suficiente. Porque si bien Cronenberg siempre ha sido un cineasta frio, en esta película su gelidez  y crudeza alcanza cimas insospechadas. Y es que en su obra, siempre había, por lo menos, destellos de compasión por sus personajes. Hasta en obras tan austeras como "Un método peligroso", había espacio para que los personajes se mostraran siquiera un resquicio de afecto. Bueno pues en este crudísimo retrato del Hollywood actual, no hay una sola muestra de calor humano.

El guión no es ajeno a ello, ya que muestra la llamada Meca del Cine como un lugar que indudablemente atractivo y que despierta el morbo (atención a las píldoras que va desperdigando a lo largo de la película sobre interpretes, productores y directores, bien con el nombre real, bien con el nombre alterado, pero aun así fácilmente reconocibles), pero en ultima instancia superficial, avaricioso, egoista y desalmado, condenado a la endogamia, al incesto y a la autodestrucción. Una ciudad en la que niños de 13 años que cobran millonadas por sus películas están desenganchandose de la droga y se dedican a insultar llamando menopaúsicas a mujeres de 21 años; o en la que todo queda supeditado a triunfar en el cine, sin posibilidad de que hayas lazos afectivos, como deja patente la secuencia en la que los personajes que Wasikowska y Pattinson, en lugar de demostrarse auténtico amor por palabras, se dedican a repetir frases de el guión que ella está escribiendo con el objetivo de llamar la atención y alcanzar el estrellato.

Para mostrar estas aberraciones Cronenberg cuenta con unos actores entregados, que se dejan fotografiar en su decadencia física y moral (hasta Pattinson está aquí tolerable...), viniendo a ser casi reversos oscuros de si mismos. Y aunque todos realizan una interpretación valiente, si alguien sobresale es Julianne Moore. Todos sabemos que esta bellísima actriz ha demostrado no temer a nada en su carrera (basta con acordarse de su monólogo en la magistral "Short Cuts. Vidas cruzadas" en el que demostró que era pelirroja natural...), pero la valentía que demuestra aquí al servicio de la historia va aun más allá. Se muestra practicando el coito más desgradable que he visto en mucho tiempo en una pantalla de cine; realizando una ridícula terapia mezcla de psicoanálisis con acupuntura: bailando de alegría ante la muerte de un niño, puesto que en última instancia le beneficia para obtener un papel que aspira a que reflote su carrera; y hasta cagando y tirandose pedos por culpa del estreñimiento causado por los opiáceos (con receta, que somos gente con clase) que consume.

Y aquí es donde entra en juego la maestría del realizador canadiense. No solo en su capacidad para sortear el ridículo en secuencias como las citadas, sino para enrarecer hasta la pesadilla el ambiente de la película sin fuegos artificiales de ningún tipo. Quizás lo que más me haya llamado la atención aquí sea el uso que hace del plano-contraplano como modo de aislar a los personajes. Esto se aprecia en varios momentos, siendo los dos más llamativos la reunión del niño estrella con los ejecutivos, resulta a base de planos en los que los personajes siempre aparecen en soledad dentro de la imagen, siendo una manera elegantísima,
sencilla y sutil de demostrar el egoísmo y el aislamiento de todos ellos; y las apariciones fantasmales de la madre del personaje incorporado por Moore, en las que una vez que el fantasma se manifiesta a su hija, no comparten plano en ningún momento, reforzando así la ambigüedad sobre si es una verdadera aparición, o un delirio de la mente desequilibrada de la actriz. Pero no se ciñe solo a esto el saber hacer de Cronenberg, ya quea lo largo de la película hay varios momentos brillantes: la tensa secuencia que involucra a los
mocosos drogados, un revolver presumiblemente descargado y un perro, que deja patente que el director podría volver a rodar cine de suspense y terror cuando lo venga en gana; la irónica repetición de planos en secuencias, como aquel en el que se encuadra el personaje de Moore tras una relación sexual frustrada, y que es repetido minutos después son repetidos a modo de burla  y humillación por el fantasma de su madre en una de sus apariciones; o el asesinato de un personaje a cargo de otro, en el que el realizador adopta el punto de vista subjetivo de la víctima mientras es rematada por su verdugo.

Y a pesar de ser tan dura y descarnada, como en todas las películas de Cronenberg, hay cierto lirismo. Encontramos poesía en momentos como la presentación del personaje de en el autobus, con un bonito travelling, o en la reiteración de un poema que van haciendo distintos personajes a lo largo de la película, convirtiendose casi en un oración.






Por si no ha quedado claro, la película me ha parecido estupenda, valiente y con una puesta en escena mucho más elaborada de lo que pueda parecer a simple vista. Cronenberg lleva 40 realizando gran cine y manteniendose fiel a sí mismo. Esperemos que aguante por lo menos, otros 20 más.

sábado, 14 de marzo de 2015

Los modales hacen al espia.


Eggsy Unwin es un chaval que vive en los suburbios londinenses. No es que lleve una vida especial, hasta que un día, tras meterse en lios con la policía, entrará en contacto con Harry Hart, agente de un cuerpo de agentes ultresecreto llamado Kingsman, del que el padre de Eggsy formó parte. Harry, contraviniendo el hecho de que salvo el padre del muchacho, todos sus miembros han sido parte de la nobleza o la oligarquía inglesa,  le ofrecerá la posibilidad de entrar en dicho cuerpo. Ni Kingsman ni Eggsy volverán a ser los mismos.

Surgido de la mente de ese gran creador de premisas y publicista que es Mark Millar, llega "Kingsman. El servicio secreto" la nueva vuelta de tuerca del escritor escoces a un icono popular, en este caso James Bond, tras haber retorcido a los Ocean´s Eleven, Batman, Superman, Spiderman y hasta Jesucristo. Aunque uno no sabe que pensar sobre la autoría de la historia, ya que como coargumentista figura también Matthew Vaughn, compinche habitual (dirigió la estupenda "Kick Ass. Listo para machacar" y un hombre que lleva haciendo aproximaciones a Bond desde el principio de su carrera. Ya su ópera prima "Layer cake" tenía, dentro de su tono más callejero, un cierto aire a 007, y los productores de la saga lo supieron captar bien, fichando pocos después a Daniel Craig para revitalizar la saga. Pero es que hay no queda la cosa, porque el Magneto que componía Fassbender en la estupenda "X-Men; Primera Genereción" también tenía cierto inspiración bondiana. Pues con esta propuesta, el realizador inglés se acerca lo más que se puede acercar a Bond sin llegar a ponerse tras las cámaras de una entrega de 007.

La película es una reformulación de los aspectos más lúdicos y fantasiosos de la saga Bond (basicamente las etapas de Connery y Moore), sin dejar de lado otros espías británicos canónicos, como Harry Flint o el numero 6 de la mítica serie "El prisionero", a la par que propone una crítica social más afilada  y dramática de lo que podría parecer a simple vista, y que resulta más efectiva y menos maniquea y moralista que los pestiños de Ken Loach. Las escena de los títulos de créditos vendría a ser toda una declaración de principios: de concepción claramente tebeística, tiene un tono desenfadado y gamberro hasta que el drama aparece como un mazazo, dejando claro que nadie va a estar seguro en esta película, por mucho cachondeo que haya.

Dentro de la herencia del género, encontramos a Colin Flirth se pega el gustazo de componer su Bond particular, ya resignado a no interpretarlo nunca más, o el personaje de Q particular de la saga, aquí llamado Merlín (una de las muchas referencias artúricas diseminadas a lo largo de la historia), incorporado con su habitual maestría por Mark Strong. O por supuesto el villano, entre la megalomania de Stavros de Spectra y el rídiculo del Dr. Maligno de la saga Austin Powers. O su secuaz, Gazelle, que vendría a ser una versión femenina en el siglo XXI de personajes como Tiburón o el mítico OddJob de "Goldfinger". Además de eso encontramos gadgets como la máquina de volar, sacada directamente de "Operación Trueno", y el resto del delirante equipamiento de los espías, que es imposible ver sin esbozar una sonrisa cómplice.

Por otra parte está la parte de crítica social, que funciona sorprendentemente bien. Esto me da a mí (en breve podré comprobarlo, ya que el tebeo ya está en mi mesilla) que será más mérito de la coguionista Jane Goldman, que ya fue capaz de sacar chispas como las citadas "Kick Ass" o "X-Men: Primera Generación", mejorando los aspectos más chuscos de las historias originales de Mark Millar, sin que por ello pierda mordiente. Más allá de la eficacia de la relación alumno maestro que se establece entre Eggsy y Harry, hay apuntes muy jugosos: la élite política, que se apunta al plan de exterminio global auspiciado por el villano, sin importarles nada lo que sea del pueblo; el villano, que viene a ser una distorsión hiperbólica y maligna de autoproclamados gurús de las nuevas tecnologías como Zukerberg o Jobs; o la imagen que se da de la clase trabajadora, a la que se responsabiliza en parte de sus males. Además la película aboga por las transgresión de los estratos sociales, pero no basada en el orgullo de clase, sino en la reafirmación de uno mismo como individuo consciente de lo que es y capaz de pensar por si mismo y de superar lo que la sociedad le tiene reservado, a través de la educación y el aprendizaje.

La realización de Vaughn, es quizás la más acelerada de las que ha realizado: no hay lugar para el clasicismo del que hacían gala sus anteriores trabajos. Aquí el montaje es más acelerado y los efectos especiales se hacen más explícitos, con esas planos de peleas largos y en continuo movimiento en las secuencias de acción, que más que traer a la mente el estilo de dibujo canónico y parcelado de Dave Gibbons (responsable del apartado gráfico de la serie), trae a la cabeza la dilatación temporal que tan bien ha trabajado Geoff Darrow durante toda su carrera. Aunque si que es cierto que hay momentos como los citados y excelentes título de crédito, con ese zoom desde la lejanía hasta llegar casi al plano detalle (una técnica muy explotada en obras como "Watchmen"), o la secuencia en la que cámara cambia de plano desplazandose hacía arriba, convirtiendo cada imagen en una viñeta, en la que el estilo de Gibbons parece tomar forma fílmica. Todo esto sin perder el hilo de la historia y sin que el aburrimiento o la confusión se apodere de la pantalla, que son los males endémicos del cine de acción contemporáneo.

En fín una más que digna película de entretenimiento, bien interpretada (hasta el novato Taron Egerton cumple dignamente), posmoderna y con un punto macarra (atención al giro que se le da a la promesa de encuentro sexual que cerraba las películas de la saga Bond hasta la llegada de Craig a la serie...), que partiendo de mimbres ya usados, es capaz de encontrar su propia personalidad. Y dejar al espectador con ganas de más.  Por lo pronto, yo ya me he comprado el tebeo.



sábado, 7 de marzo de 2015

La mitad oscura.



Adam Bell es un profesor universitario de Toronto que lleva una ordenada y rutinaria vida: tiene pareja, trabajo y costumbres estables. Un día, a recomendación de un compañero de trabajo, ve una película, "El que la sigue la consigue", en la que encuentra casi de figurante a un actor idéntico a él. Daniel Saint Claire. A partir de ponerse a investigar sobre esa persona, su vida cambiará para siempre.





Hablando hace poco la extraordinaria e injustamente carente de estreno por estas tierras "Under the Skin", comentaba que me daba un poco miedo aquella película así de primeras. Me acerque a ella con un poco de reparo, temiendo encontrarme con la típica película que el actor/actriz en boga de turno, protagoniza entre superproducciones una cinta con aspiraciones artísticas para demostrar que tiene la sensibilidad y la valentía de protagonizar trabajos que se alejan de lo trillado, y que terminan siendo tomaduras de pelo. Afortunademente en aquel caso, me equivoqué de medio a medio, y lo que había es probablemente la mejor película fantástica de la pasada temporada. Pues con este "Enemy" me he encontrado precisamente lo que temí encontrarme en aquella ocasión: una película con ansias de ser distinta que terminado dejando a uno bastante insatisfecho, por el dichoso afán de ir de alternativa cuando no viene a cuento.

El motivo de mi insatisfacción es principalmente el guión, basado en la novela "El hombre duplicado" de José Saramago, que no he leido. No sé hasta que punto se trata de un problema del libreto en si mismo, en el que no hay nada abiertamente objetable. Cierto es que el final me resulta bastante descafeinado, y desaprovecha algunas, de las, a mí entender, buenas ideas que se ha ido apuntando a lo largo del metraje. El problema que yo le encuentro es que sin venir muy a cuento, se olvida de todo lo que ha construido para cargar las tintas sobre el aspecto metafórico de la película (el director comenta por ahí que la película es una crónica sobre una dictadura...). Y es que con esto tengo un problema: me sacan bastante de mis casillas las metáforas en cualquier historia. Una narración tiene siempre que funcionar por si misma, sin necesidad de notas a pie de página imprescindibles para entenderlo todo. Si la creación (canción, cuadro, libro, película) es buena, ya se explicará por si misma y se prestará a posibles interpretaciones. Pero me niego a aceptar esa actitud entre didactica y condescendiente. Por eso mismo, no me gustan las novelas de Saramago: soy incapaz de entrar en su mundo de personajes sin nombre, épocas sin fechas y lugares indefinidos, que simbolizan siempre algo mucho más importante y profundo que lo que nos está contando.

Pero que no se me malinterprete. No estamos ante un desastre, de hecho, quizás sea por eso por lo que deja mal sabor de boca. La película consigue establecer un ambiente enrarecido desde los primeros compases de la película. La primera y aparentemente inexplicable secuencia en una suerte de club de stip-tease extremo resulta bastante perturbadora. Y las secuencias con las que se define la vida ordenada del protagonista a base de repetición de sus rutinas, que luego son alteradas a través de cambios sutiles que demuestran como se van agrietando sus cimiento, están bien resueltas, y demuestran que el director Denis Villeneuve sabe crear atmósferas. Esta extrañeza se va acumulando conforme avanza la cinta, con momentos tan interesantes como la conversación entre la mujer de Saint Claire con Bell, en la que solo la primera es consciente de la situación real que está viviendo, o el primer encuentro entre Bell y
Saint Claire en una habitación de hotel. Sin embargo el final, que como ya he comentado, es un tanto blando y peca de reiterativo, quiere dejar demasiado clara la hipótesis que sostiene la película: la tendencia del ser humano a abusar de los que le rodean, la incapacidad de no sentirse dejarse arrastrar por ella (ahí estaría la contraposición del personaje que se pliega a las normas en una vida terriblemente gris y el caradura que triunfa sin importarle las víctimas que su egoísmo y su vanidad vayan dejando por el camino) y como esto se trasmite de unos a otros como si se tratara de un virus indestructible. Y lo de la araña se lo podían haber ahorrado.

Por lo demás es justo reconocer la esforzada labor de Gyllenhaal y el resto de los actores, con la aparición de Isabella Rossellini, por si a alguien no le quedaba clara la sombra de Lynch que se cierne a lo largo y ancho de la cinta.

Cuando saque un rato, tendré que ver más trabajos de Villeneuve para ver si merece todas las odas que le están cayendo, y comprobar si esta película no me convencido por el origen literario o por sus "ínfulas artísticas".

domingo, 1 de marzo de 2015

Mís peliculas favoritas del 2014

¡¡¡¡¡¡¡Por fin llegó lo que tanta gente ansiaba!!!!!!! No ahora en serio, sé que igual ya es un poco tarde, pero quería ver algunas películas de las que la gente hablaba maravillas, para poder opinar. Seguro que hay algo que se me ha escapado, pero esta es la lista de lo mejor que he visto de lo que estrenó en el pasado año. Aunque esto no es del todo cierto, ya que hay una película estupenda que no se ha estrenado en España, demostrando la ceguera y cobardía de los distribuidores... Pero como la lista es solo un juego, la película lo merece y las reglas me las pongo yo mismo, pues voy a hacer una excepción. Una vez aclarado esto, vamos allá.

Lo primero comentar otras películas que han tenido su puntito aunque no estén en la lista, como "El amanecer del planeta de los simios", "X-Men; Días de un futuro pasado", "Noé", "Open Windows" o "Locke". Lo segunda romper una lanza a favor de cintas como "Lucy" o "Exodus: Dioses y Reyes"  que se han llevado más palos de los que se merecían y que dentro de ser productos de entretenimiento, son bastante más audaces y rompedoras de lo que parece. Sin embargo, les ha faltado ese plus para tocar la fibra y alcanzar mi Olimpo de este año. Las diez siguientes son las elegidas:
10) "Magical girl" de Carlos Vermut. Una curiosísima propuesta, más llamativa aun en una cinematografía como la española. Negra, negrísima, con un ritmo y una puesta en escena que no es para todos los públicos, pero que marca al espectador y va creciendo conforme pasan los días.
















9) "El lobo de Wall Street" de Martin Scorsese. La gente la ha despachado como algo divertido sin mucha trascendencia. Y cierto es que es divertida, y mucho, pero también es una reflexión lúcida y descarnada de los valores que rigen la sociedad actual. Nadie podía lograr mantener en pie una película de tres horas con el vigor que demuestra Scorsese. Ojala viva 100 años este hombre.





8) "El hombre más buscado" de Anton Corbijn. Uno de los mejores thrillers del año. Deprimente, seco y desencantado. Y una más que digna despedida de Seymour Hoffman. Una película que merecía más atención de la que ha recibido.


















7) "Her" de Spike Jonze. Jonze recuperado para la causa tras la decepcionante "Donde habitan los monstruos" para ofrecer una reflexión lúcida sobre la relación de pareja. Phoenix está tremendo.





















6) "Snowpiercer" de Boong Joon-ho. Una heterodoxa película de ciencia ficción que confirma que este excelente realizador no hay género que se le resista. Una lástima que no la estrenaran en cines en mi ciudad...






5) "La isla mínima" de Alberto Rodriguez. En un año en el que la simplemente correcta "Ocho apellidos vascos" ha hecho historia, y en el que "El niño" ha reventado las taquillas, la mejor película española del año y el mejor thriller de la temporada, aunque ha funcionado bien, merecía haber sido vista aun por más gente. Menos mal que por lo menos se ha hecho justicia en los Goya.
4) "Under the skin" de Jonathan Glazer. La mejor película fantástica del año y no se ha estrenado por aquí en ningún formato. Así de mal está la cosa. ¿Que hacer para remediarlo? Agenciarsela de cualquier manera posible. Audaz y visualmente fascinante, contiene la mejor interpretación de Scarlett Johansson desde "Match point", en un año alucinante para esta bellísima actriz con intervenciones en: la correcta "El Capitán América: El soldado de Invierno", en la que consigue darle empaque a su personaje, hasta ahora bastante plano; la curiosa y reivindicable "Lucy" y su labor vocal en "Her". Impresionante lo de esta mujer. En serio, no dejeis de verla.















3) "Los guardianes de la galaxia" de James Gunn. La versión siglo XXI de "El mago de Oz" (aunque aquí las canciones salen de una cassette mil veces reproducida y no de la garganta de Judy Garland) y la película que me hace sentir como cuando me regalaron mi primer walkman: distinto de todo el mundo, pero, a pesar de todo, feliz y esperanzado con el futuro que me aguarda. Hacía mucho, pero mucho, mucho que no disfrutaba tanto de una película de aventuras.















2) "El gran hotel Budapest"de Wes Anderson. Algunos han ninguneado un tanto esta película diciendo que se trata la obra más accesible y amable del realizador tejano. No estoy del todo de acuerdo con lo primero ("Los Tenennbauns" tampoco era una película particularmente ardua...), ni con lo segundo, ya que por debajo de ese envoltorio delicioso, hay una historia bastante turbulenta y triste. De todas formas una auténtica maravilla.















1) "Boyhood" de Richard Linklater / "Perdida" de David Fincher.
Después de mucho darle vueltas, he decido que se comparta el primer puesto entre estas dos obras maestras. ¿Porqué? Diran algunos. Pues porque se tratan de películas que no pueden ser más opuestas. La primera es un canto a la vida con sus miserias y sus maravillas y una reivindicación del cine más realista y orgánico, que seguiría siendo una gran película aunque no se hubiera rodado durante 12 años. Y la segunda es la siguiente pieza en el descarnado retrato que Fincher va trazando a lo largo de su obra de la condición humana, con un concepción milimétrica y (aparentemente )fría, con la mejor interpretación jamás ofrecida por Ben Affleck y la incorporación de Rosamunde Pike al Olimpo de las femmes fatales de todos los tiempos. Me es imposible poner una por encima de la otra...


Esto es todo. El año que viene más. Y esperemos que mejor.