lunes, 6 de abril de 2015

Cine en random (VIII): "Blancanieves".


Carmen es una bella joven de principios del siglo XX en España con una infancia atormentada. Tras la muerte de su madre, la tonadillera Carmen de Triana en el parto y la cogida que dejó postrado a su padre, el celebérrimo torero Antonio Villalta por su terrible madrastra Encarna. Huyendo de su pasado, Carmen rehará su vida junto a una  una troupe de Enanos Toreros.

Este heterodoxa versión del cuento de los hermanos Grimm que rodó hace unos años Pablo Berger, casi 10 años después de la estupenda "Torremolinos 73", se me escapó en su día, y no por falta de ganas, sino de tiempo. Con bastante retraso por fin le he hincado el diente y me arrepiento de haber esperado tanto.

En su momento se emparentó este "Blancanieves" con la meramente simpática "The Artist", que unos meses antes arrasó en taquilla y premios, pero no creo que sea nada acertada la comparación. La ganadora del Oscar proponía una evocación del cine mudo tanto en el fondo, via melodrama romántico de auge-caida-resurreción de una estrella, como sobre todo la forma, ya que la manera en la que estaba rodada aquella cinta se plegaba bastante a las maneras del cine silente, con una cámara casi siempre estática y una fotografía que evocaba el color de las películas de esa época. Sin embargo, esta película toma algunas de las señas visuales de aquel cine, pero la mezcla con otros muchos recursos narrativos de otras épocas y géneros, lo que le da un tono heterodoxo que se agradece. Así Berger concibe este artefacto como un cúmulo de influencias estilísticas (entre las que saltan a la vista Hitchcock, sobre todo "Rebeca" en lo relativo a la madrastra; y Tod Browning: la influencia de "Freaks" es innegable desde que aparecen los enanos), como temáticas que ya aparecían en "Torremolinos 73", como es esa reflexión sobre los lazos de sangre y la familia.

El guión está muy comedido y hace una traslación bastante original y a la par fiel al original de los hermanos Grimm. La ambientación taurina, no solo es un opción más que interesante para potenciar el aspecto más excesivo y descarnado de la trama, con toda la violencia, belleza, sangre y tragedia que ofrece el toreo. Además es una manera muy audaz de integrar los enanos en la trama como freaks, que es lo que venían a ser en el original. E incluso aprovecha a hacer cierta crítica al afán carroñero de los medios de comunicación, y de la sociedad ibérica en general (de entonces y de ahora...), con secuencias como la sesión fotográfica en el funeral. Si acaso hay que sacar algún fallo, es la descripción que hace del personaje que interpreta Pere Ponce, que empieza como fotografo, para luego pasar a ser el sirviente/amante/esclavo de la madrastra Encarna, que queda como hecha brocha gorda y además poco explicada.

Siguiendo con el debate entre si es una película muda canónica (o clásica, si se prefiere), el estilo de interpretación de los actores, si que tiene algo de influencia de lo que se hacía en el cine silente, aunque su interpretación es algo más naturalista. Los actores están todos estupendos, desde Daniel Gimenez Cacho hasta Maribel Verdú, disfrutando como loca de interpretar a la madrastra, pasando por un fugaz pero correcta Inma Cuesta, una convincente Macarena García y una brillantísima Angela Molina, dando vida al abuela de la muchacha, con esos ojos infinitos y profundos que siempre han sido su seña de identidad y que han encandilado a generaciones desde Buñuel hasta Almodovar.

Y la labor de Pablo Berger, como ya he dicho antes, es más heterodoxa de lo que nos vendieron. Si que es cierto, que en los primeros compases de la película, incide más en los cliches del cine contemporanea a la década en la que está ambientada la historia, con esos planos fijos, el formato cuadrado y las esquinas del encuadre difuminadas a negro, que tiene sentido, ya que la narración podría pertenecer casi a un reportaje sobre una corrida de toros en un NO-DO de la época. Sin embargo, conforme pasa la película, y la
historia se hace, digamos, más intima, la narrativa se muestra menos encorsetada a esas señas visuales y empiezan a aparecer cosas como planos rodados con cámara al hombro totalmente inimaginables en el cine de los años 20 y una fotografía muy contrastada que huye de ese tono desvaido de aquella época. De hecho, la corrida de toros que sirve de final a la historia está rodada con un tono que contrasta claramente con la primera, mucho más realista y actual. Lo que no quiere decir que se deje de lado cierto aire de cien expresionista que, es el que preside toda la película, y que va dejando a lo largo de todo el metraje imágenes que se graban en la retina. Porque podra gustar más o menos, pero no creo que nadie pueda discutir que se trata de una cinta con una potencia visual y belleza plástica impresionantes, a lo que por supuesto no es ajena la excelente labor de cámara del operador Kiko de la Rica:
(El que quiera llegar del todo virgen a esta película, que se salte el siguiente parrafo)
La secuencia de asocia la muerte de la madre con el nacimiento de la hija y la intervención quirúrgica a vida o muerte del padre, secuencia en la que además se presenta el personaje de la madrastra, vivido por el padre como si fuere una aparición celestial a consecuencia de los efluvios del eter; el momento en el que la alegría del flamenco pasa a ser la antesala de la muerte; el plano en el que un vestido de comunión se torna una prenda de luto, de una sencillez y una fuerza aplastantes; las emotivas secuencias de los encuentros furtivos entre padre e hija y las enseñanzas vitales que el primero transmite a la segunda; la muerte de la madrastra, mostrada a través de un expresionista juego sombras; el plano (trucado, por supuesto), que enfrenta a Carmen y al toro, una potente manera de mostrar lo que esa faena tiene de afrontamiento con su propio destino; y el plano final, muy bello y amargamente ambiguo.

Y hay más, pero me resisto a nombrarlos todos. Uno solo puede esperar que Berger no tarde otros nueve años en rodar (y que cuando lo haga no se marque una película de horror involuntaria como fue el anuncio del Gordo de Navidad del 2013...)

6 comentarios:

  1. Reconozco que al principio estaba algo reacia a ver la película por aquello de ser un film Español. Así que la fui dejando pasar hasta que un día vi que la echaban en la tele y me dije... es el momento de verla. Y me llevé una grata sorpresa. Me gustó mucho!

    ¡Saludos!

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    1. Yo reacio no estaba, ya que me atraía bastante, sino que no se daba la ocasión... Cuando finalmente la vi me di cuenta que todas las odas que se había llevado estaban completamente merecidas.
      Saludos

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  2. Todavía no la he visto porque a priori me atrae y me repele al mismo tiempo (tiene pinta de de bonita y original, pero también de rara y trágica). Pero en vista de tu crítica, me voy a decidir y la voy a ver cuanto antes. Arriesgarse a ver pelis originales es la forma de encontrar auténticas joyas del cine: a veces no conectamos con ellas, pero cuando lo conseguimos es una gozada. Así que tengo muchas ganas.

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    1. Pues esta caso es uno de ellos, por lo menos en lo que a mí respecta, así que lanzate a ella sin dudarlo un instante: dudo que te arrepientas!!
      Saludos

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  3. Yo sí que veo una coincidencia plena con "The Artist" y es que ambos directores, Berger o Hazanavicius, situaron su historia en los tiempos de la técnica que resucitan en pantalla: películas mudas y en blanco y negro que cuentan cosas de cuando el cine era mudo y en blanco y negro. Fue el "pero" que le pude poner a los dos cuando escribí sobre ellas, sobre todo a esta "Blancanieves" que abusa de tópicos y folklore pero que se salva por la estética desplegada y por la formidables actuaciones de sus actrices protagonistas, de las cuatro. Y el final, claro, un final extraordinario. ¿Y qué fue de Pablo Berger, anuncios catastróficos aparte?
    Saludos.

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    1. Como ya te he comentado en la entrada que le dedicaste, no está de más que alguien se dedique a (de)mostrar la potencia de los tópicos y los iconos de este país, independientemente de que se compartan o no, ya que de complejos, me parece a mí que ya vamos sobrados. Aquí la realización me parece más honesta que en "The artist" que se apunta a los modos del cine mudo cuando le conviene, pero sin reconocerlo abiertamente, algo que Berger no tiene ningun reparo en reconocer.
      Espero que Berger, haya dejado atrás la faceta de realizador publicitario y tengan entre manos un proyecto mantenga el nivel de sus dos interesantísimos últimos trabajos.
      Saludos

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